viernes, 9 de enero de 2009

Canciones navideñas, ¿verdad o prenda?


Mi sueño de los últimos años de que los muñecos-trapo de rojo y blanco que cuelgan de las terrazas cobren vida y nos den de puñetazos a todos ha vuelto a esfumarse. Mi propósito de todos los años es no saber nada de las canciones navideñas, pero ahí están, doblas una esquina y zás! Casi sin quererlo estás escuchando “ya vienen los reyes”. Para muchos de los que escuchamos música, ponerse un disco en un momento determinado responde más a un estado anímico personal que de entorno, es decir, no cantaríamos “We Are The Champions” ni aunque el Rayo Vallecano gane la Champions Lig, pero seriamos capaces de poner el disco más deprimente de la estantería mientras medio vecindario chapotea en la piscina. La espinosa fecha navideña es un buen ejemplo de que aquí no hay nada que hacer, ¿Qué no te gustan las coles de bruselas?, pues toma dos platos. Estas son algunas de las irremediables melodías que he tenido la oportunidad de degustar estas navidades:


Boney M, “Felices Navidades”. Los cuatro morenos de las Antillas en la versión techno-dance de las navidades, tiene su guasa que precisamente un grupo proveniente de un clima donde dichas fiestas se pasan a treinta grados se vistan de oso polar, haciendo creer que son los duendes de Papá Noel no reconocidos por el gobierno de la Laponia. Un casete con apenas producción que incluye “Feliz Navidad”, “Jingle Bells” o “Snow Falls Over The Groung” son la versión anglosajona a los villancicos patrios, una forma ciertamente deprimente de amenizar la colocación del árbol de navidad mientras, ¿por qué no?, alguna cadena pública emite “Vaya Santa Claus!”.

En mis peores pesadillas se aclaran la piel, se vuelven transparentes y entran en mi habitación cantando "White Christmas"


Raphael y El Tamborilero: Uno de los clásicos sin ningún tipo de discusión. El ropopompommm te ataca directamente al bulbo raquídeo. Lo normal es que si la canción suena en una reunión familiar se inicie un debate de esos bien argumentados, que en mi casa es más típico que el roscón de reyes, y donde generalmente se distingue entre el bando a favor de Raphael (los menos) contra los que le acusan de maricón (y lo digo suave para lo que suelo oír).

Dos cosas nuncan cambian: El Tamborilero y su cirujano plástico


Villancicos versión sencilla: Todos los años pienso en lo mismo, como no existe ninguna grabación al estilo Muñeca de Famosa pienso que por fin va a ser el año sin villancicos, pero las paredes construidas bajo la burbuja inmobiliaria son tan finas que es imposible escapar. El eMule no solo no ha acabado con las clásicas versiones navideñas Fun Fun Fun, sino que han quedado conservadas como si de un santo grial se tratase y año tras año vuelven a aparecer. Ahora entiendo a los egipcios que veían que sus tesoros estaban abocados a desaparecer y siempre llegan los ingleses y terminan poniéndolo todo en algún museo.

Wham y el “Last Christmas”: Otra de las que pensaba que no caerían, ¿por qué no hará honor a su título? Para más inri, está vez escuche la versión pudding (no es coña), que debe incluir en la producción mucho más ruido de renos y de una duración de siete minutos que roza lo insano. Si recuerdan el video, era todo topicazo tras topicazo: casa de madera en la montaña, jerséis de lana y cuello alto, una cena muy de la Common Wealth (bendito sea el polvorón), George Michael encariñándose de una persona de su sexo opuesto…

Ocho de cada diez dentistas recomiendan el dentista de George Michael. Nueve de cada diez sexólogos recomiendan su posición y no la de "el otro"


Villancicos rocieros: Variante sureña de los clásicos Peces en el Río. Son algo así como las versiones punkis de canciones tiernas (valga el ejemplo de los Ramones cantando "Happy Birthday" al señor Burns), no sabes muy bien si defenderlas o es algo tan inconexo como disfrazar a tu abuelo de Teletubbies. El “arre borriquito” es especialmente sentido, con un toque flamenco que alegrará las entrañas a los amantes del género.

Y me dejo más de una, la canción de Corty Landia para luego comprar en los llamados por el telediario “unos grandes almacenes muy conocidos” (y eso que este año he tentado a la suerte pasando varias veces por delante), etc., etc., etc…

Les dejo la última canción post-navideña, son los Sonics haciendo una clara declaración de intenciones. Esto sí es un villancico.

7 comentarios:

Troy McClure dijo...

Buenas noches, par de cabrones.
Estoy leyendoos con nocturnidad con el unico objeto de despertar a mi madre nuevamente...

El fin de semana pasado he podido comprobar con pavor, hormigueo en los pies, y transpiración torrencial a temperatura de bulbo húmedo que, lejos de remitir la pandemia de papa noeles por la escalera, se le han sumado ahora los Reyes Magos de Oriente. Ha sido en Sevilla.

Tu sueño de verlos con vida y sedientos de sangre humana se me antoja demasiado ambicioso, pequeño doctor Frankenstein. Bastaria con embarcar a quien los cuelga en un Yakolev camino del triangulo de las Bermudas, con el deposito medio vacio para que caigan en un cenagal plagado de caimanes bulímicos. Ay, no, espera, así era como yo quería que acabaran los actores de Médico de Familia en el capítulo final; qué despiste.

Un esquimal onanista (como otro cualquiera) dijo...

Que razón tienes con lo de las finas paredes construídas bajo la burbuja inmobiliaria, no hay quien se libre de la música de temporada, ni de los problemas de los vecinos, ni de la jod... semana santa.
Y por mucho que se hagan villancicos rockeros siempre molará más escucharlos en agosto que en navidad, desde luego.

Y yo qué sé dijo...

Señor Diving Dwarf, si ha estado en Sevilla habrá visto también la estampa de un niño colgado en las ventanas que no se sabe si baila claqué o apuesta por una nueva entrega de Matrix. Horroroso... ¿dónde está la policía cuando se la necesita?
¡Genial el post! que me parto de risa con vosotros...Un beso

Troy McClure dijo...

Atención, me pasan una filtración desde la agencia EFE: Los paños del Niño Jesus lo muestran en uno de los pasos estelares de una jota segoviana.

61 y 49 dijo...

Veo un par de cosillas a tratar:

Todos odiamos a los muñecos colgantes. La nueva moda son los tres reyes magos, cierto, mi vecina de arriba los tiene colgados e intenté bajar los pantalones a uno con un objeto punzante. No hubo suerte.

Al señor onanista no le falta razón. ¿un villancico rockero en navidad? eso sería como reconocer publicamente que tarareamos en la ducha canciones de Britney Spears.

Que en médico de familia nos dejasen sedientos de sangre tras la muerte de Marcial es un hecho irrefutable. Yo aún me pregunto porque a la tía de la Juani no se la cargó el señor Manolo con un suicidio colectivo de todos los habitantes de ese chalet con Renault Scenic en la puerta.

Me alegro de veros por aquí (siempre sois bienvenidos), de que lo paséis bien y de despertar a la madre de Diving Dwarf (aunque ella no piense lo mismo).

Un abrazo a todos.

Tomás Verléin dijo...

Como siempre, el oportuno fez perruno de compañero que tengo se me ha adelantado. Chicos, en los Madriles también se ha visto ese bonito híbrido entre paño de cocina con motivos dorados y tierno infante con alas y trompeta. Yo sigo abogando porque, además de extintores de emergencia, en las casas y calles debería haber lanzallamas a disposición del público para quemar todos estos trapos.

Mi pregunta es: quién decide qué se lleva en cuanto a decoración de Navidad? Ya sé que Agatha Ruiz de la Prada es la que descubrió para el mundo el rosa y el verde fosforito (estoy seguro que antes no existían), pero en lo de la Navidad alguien tendrá la sartén por el mango digo yo...

Muchas gracias la visita

Troy McClure dijo...

Vamos a ver, si uno no puede poner el toldo del color que le dé la real gana por distorsionar la armonia de la fachada, por qué no se aplica el mismo criterio para los papa noeles? Y para el vecino en camiseta de tirantes que fuma apoyado en la ventana?

Por Dios, LANZALLAMAS DE EMERGENCIA YA!