Gregorio Townson llamando la atención al único que no se lo pasaba bien en la sala. ¿Quizás era un sandwich de pavo?
Los que nos siguen un poco en este nuestro bloc, saben de nuestra afiliación al trío de Rochester y a todo cuanto ha pasado por delante del peluquín de Roy Loney. La noche bien merecía una previa a base de cañas y pincho de morcilla para asegurarse un aliento fresco y seco, con la inútil esperanza de un tener un concierto privado ante la espantada general del público. Servidor llevaba nervioso unas semanas que se hicieron muy largas esperando el momento, y así se lo hice saber al respetable que estaba a mi lado con movimientos espasmódicos y espontaneas agresiones en el páncreas de los amigos más cercanos hasta que salieron a escena los Hi-Risers (primera sorpresa de la noche, los neoyorquinos son los primeros que salen a escena). Un buenas noches, examinar el merchandaisin del grupo que luce el público, “Once We Get Started” para comenzar y el calor de la sala empieza a aumentar. Sin dejar respiro se despachan las dos canciones del estupendo EP que han grabado junto a Los Coronas, “Spark Plug” y “Stand By My Baby”, la excitación de que el tiempo corre y están dispuestos a no dar tregua con irresistible R&R, Surf y lo que les salga de la pirindola empieza a aflorar. ¿Pero estos tíos van a parar de dejarnos con la boca abierta? Ni de coña.
Así quietos no lo parece, pero mueven las manos y los pies. Y las manos a una velocidad que ni Tomás cogiendo las tapas de los bares oiga.
Los de Rochester continúan apabullando con pausas mínimas entre canciones o carentes de descanso entre ellas, sólo canciones, sólo el Rock And Roll cálido de “Panic”, “She´ll Be My Ruin”, y la tierna “Katy Kid”. Sus temas del estupendo último disco, Once We Get Started, van pasando a la par que algunas de sus canciones del resto de (descatalogados) discos. El señor Verléin entra en trance mientras mira al palillero de Jason Smay haciendo locuras en “Top Shelf”, y el resto de congregados en la hermandad del pincho de morcilla coreamos lo que el grupo nos pida, “Boom Chicka Boom”, “One Note Joe” o descongelar el ambiente mientras el grupo saca a relucir sus dotes interpretativas (quedarse quieto es muy de la escuela frostilicus) en “(Let's Dance) The Freeze”. Todo sin ningún ceño fruncido ni caras de mohínos, Todd Bradley cantando con una sonrisa de oreja a oreja con su, como dice mi compañero de parranda, vozarrón de señor del monte; Gregorio haciendo muecas, carantoñas y hasta aceptando peticiones de canciones medio suyas por parte del público (“Confession Of Love” de su época junto a Kaiser George). El ambiente llegó al punto culminante al tener que hacer una pequeña ronda de bises, pese a que se supone que eran los teloneros, en donde sacaron a relucir los tres amigos espirituosos “Johnny, Jim And Jack” y finalizar la fiesta con la sala cantando “That Rock ´N Roll Beat”. Increíble.
Desde luego los jóvenes de ahora... Loney de pie con sesenta palos y el resto no sabe tocar apoyando las zapatillas en el suelo
Después de semejante muestra, salía Roy Loney pertrechado en su Takamine acústica y un pelamen que de ser natural ya quisiéramos muchos a nuestros años mozos. Casi calcando el concierto que vimos en la sala Jajaineken hace unos meses, el groovie comienza con “City Lights” y “Diablo” mientras el resto de la banda, Señor No, con buen criterio final se apoderan de sus respectivos instrumentos para soltar decibelios hacia los asistentes. Primeras canciones fallidas, el bajo de Mikel deja al grupo en cuadro y retrasa el inicio de un par de canciones; para colmo Roy Loney recuerda antes de comenzar en una de ellas que se le ha olvidado mirar cual ha sido el reintegro de la Primitiva y desaparece otro par de minutos dejando a los donostiarras en formato instrumental. Demasiadas canciones perdidas para igualar el ambiente previo de los Hi-Risers incluso para tito Loney y el grupazo que le acompaña, y que como nos comentó un famoso doctor asistente al concierto, tienen más parecidos razonables que imitadores por la piel de toro Chiquito de la Calzada.
Roy Loney despierta de un sueño en el que se convierte en un autoretrato de Diego Velázquez (gracias Torrente).
Hasta bien entrada “The First One´s Free” costó entrar en calor, pero a partir de ahí, los esfuerzos de Xabi “Luqui” se vieron recompensados con las vibrantes canciones que han hecho grande a Roy Loney, tanto de sus momentos junto a San Cirilio Jordan (“Have Yo Seen My Baby”, “Texas Border” o la coreada “Second Cousin”), como en solitario (“Born To Be Your Fool” y un claro, aunque no reconocido, homenaje al recopilatorio de garajeland tocando “Phanton Mover”), como con su última colaboración con Señor No y la vitaminada versión del “Cara-Lin” de los Strangeloves. Aunque hace unos meses en la sala Heineken el grupo destacó por un concierto de más quilates, cuando uno termina un concierto tocando “Slow Death”, con Roy Loney en pleno jamacuco, alguien con sangre en las venas no puede sino dejar puesta una sonrisilla tontorrona de placer y el perverso pensamiento de que salir a escena detrás de un grupo como los Hi-Risers no deja de ser una cabronada de tamaño bíblico. A veces las comparaciones son odiosas, y si alguno de ustedes es socio del mismo gimnasio que los miembros de garajeland, muchísimo menos.
Agradecemos a PopAndSoul el buen tino a la hora de grabar un buen puñado de conciertos con cámara, sonido, vídeo, youtuf y todo. Pueden ver gran parte del concierto, en donde hasta personajes famosos deambulan por la primera fila, en su web de bolo-vídeos.