martes, 17 de marzo de 2009

Contacto con tacto (VIII): The Steepwater Band


Sala El Sol (Madrid) -12/02/2009


Si esto no fuera un bloc sobre música y sí sobre cómics, seguramente el protagonista negativo, la némesis de esta historia sería un señor malísimo, un malo de opereta que se encargara de poner todos las dificultades que se pueden interponer entre unas amables y bondadosas personas amantes del Rock 'n Roll y uno de los mejores grupos que han venido últimamente desde los estados juntitos. Por si se creen que exageramos haremos una rápida enumeración de los obstáculos, problemas y objeciones de conciencia encontradas: el concierto era un jueves, día señalado por los más crápulas para ejercer su derecho a tomarse unos asuntos en la tasca de la esquina o bien para un acto de introspección buscando una reacción parecida a la que Santa Teresa tuvo en su momento. Por otra parte el susodicho concierto tenía como hora de inicio las 23:30, con lo que todos los juanlanas que al día siguiente tenían que a trabajar en la central nuclear (nucelar, se dice nucelar) se hacían a la idea de que antes de la 1:30 no saldríamos de la sala, con lo que teníamos que hacer frente a la dura decisión de alcanzar el estado zombie en nuestro puesto de trabajo al día siguiente, pedir el día libre o dormir sin pijama esperando el oportuno catarro. Como susto o muerte, vaya.


Steepwater bandFue un momento cumbre; Tod diciendo a Jeff: "¿eres poeta?". El resto sólo hay que imaginárselo



Por si fuera poco, los dimes y diretes de internet aseguraban que los señores de Chicago venían un poco perjudicados, añadiendo a su lista de souvenir españoles la típica gastroenteritis tonta que te deja con ganas de no salir de la cama (a propósito de todo esto, nuestros espías nos han confirmado cierta polémica suscitada en los foros musicales acerca de qué población tenía la culpa de los males de la Steepwater Band, mucho se habló de la mariscada culpable como la búsqueda del Santo Grial de todas las intoxicaciones, pero amigos míos el problema no fue la calidad, sino la cantidad, ya que Jeff, Joe y Tod parecen que acabaron con las existencias de percebes y demás en todo el norte de España).



Bueno, ya sabemos todo lo que jugaba en contra de los que se acercaron el jueves a la sala el Sol (incluida la expedición garajera, acompañados esta vez por el señor Café Olé, gran catador del género rock en todos sus afluentes, menadros y deltas), pero también había mucho a favor: volvía a España de una de las mejores bandas de blues rock (o como quieran llamarlo) que han salido de los EE.UU. últimamente (junto con los Black Keys), tras una actuación memorable en el Azkena. Además, venían a presentar su nuevo disco, producido por Marc Ford (ex Black Crowes) y con unas canciones que van desde los Beatles más lenionanos, hasta los desarrollos eternos de Neil Young. Si alguna vez participan en una hipotética resurrección del 'Un, dos ,tres' y les preguntan por grandes tríos musicales de ahora, hoy y siempre no lo duden, mencionen a la Steepwater Band, después de los Tres Sudamericanos, por supuesto.


Steepwater BandSe lo crean o no mi madre me abraza con menos cariño que Jeff a su Gibson



Con una puntualidad extrema, los tres señores (una mezcla entre hippies y una cuidada despreocupación por lo que la pasarela Cibeles ha dicho que está de moda) se presentan ante media entrada con el Grace and Melody bajo el brazo y, al menos, dos discos anteriores igual de buenos: Revelation Sunday y Dharmakaya Además, tenían fama de entregarse tato en calidad (capaces son de marcarse un 'Cortez The killer' dejando claro que Neil Young tendría en ellos a unos dignísimos sustitutos de los Crazy Horse si estos decidieran dejarlo) como en cantidad (en Gijón estuvieron tocando tres horas y media los angelitos).


Pronto arrancaron con las primeras canciones del Grace And Melody, como la beatlemaniana 'All the way to nowhere' o la contagiosa 'Lord Knows', que no dejaron dudas de lo que nos íbamos a encontrar: una base rítmica de acero puro formada por el hierático Tod Bowers (hay gente que ha perdido fortunas jugando con él a mantener la mirada) y la titánica batería de Joe Winters; ellos podían llenar toda la sala a base de un pulso vibrante, preparado para que Jeff Massey y sus dos Gibson hicieran ver al respetable que se puede sacar fuego de una guitarra sin tener dos yescas a mano. ¡Qué manera de dar guitarrazos¡ Si los expertos opinan que Gregory Townson de los Hi-risers es la mejor telecaster de la década, Jeff sería un candidato más que posible que obtener este título en cuanto a las Gibson se trata, hizo de todo: riff devastadores, punteos que homenajeabean al mejor rock sureño (slide en el meñique incluido) y solos infitinitos que se movían entre la improvisación y la maestría técnica. Con ‘Healer’ ya habían empezado a carburar y la sala el Sol ya empezaba a quitarse los jerseis necesarios (no sé cuándo es el consabido veranillo de San Miguel, pero el pasado 12 les aseguro que no) y a moverse al son de la voz del propio Jeff, otras de las armas del grupo, tan aguardentosa como la de Frank Beard de ZZ Top, pero con tono cálido como el mejor Soul que se les ocurra.


Steepwater BandYo les dije: "chicos, moveros para que dar un efecto desenfocado" y así salío. Robert Capa, muérete de envidia.



Estuviéramos preparados o no atacaron de improviso con ‘Waiting to be ofended’, canción fundacional de su nuevo disco, arriesgada (en el álbum dura 13 minutos y 34 segundos), e increíblemente bien tocada en directo. Faltaba el Rhodes que tiene la original y el espectacular duelo de solos que nos entregan dos ‘mancos’ como Jeff y Marc Ford, pero de alguna manera el primero logró suplir con creces la falta de personal inspirándonos a todos para poder hacer el trabajo de dos al día siguiente en la colocación. Una hora de concierto y quedaba lo mejor, 'Revelation Sunday' y su estilo danzarín, 'Roadblock' y su ritmo monolítico, donde se mezcla un riff poderoso con una melodía sureña. Estos tipos pueden hacer de todo, lo mismo se ponen más acústicos y sacan una vena campera (camisa de rodeo incluida) que entregan himnos como 'Fire Away', con una coda final que alargaron para satisfacción de los presentes y de un señor de Huesca que es muy dado a cogerse satisfacciones por las canciones bien interpretadas.



El tiempo se agotaba (se supone que tocarían unas dos horas, posiblemente porque un señor de gafas podría presentarse en la puerta vestido con una bata y pantuflas diciendo que es el alcalde de Madrid y que ya va sendo hora de terminar el concierto), pero antes había que dejar la sala patas arriba con un ‘Grace And Melody’ en el que Joe Winters comenzó a crecerse de mala manera, lo que sin duda contribuyó a que la última canción del setlist 'World Keeps Moving On' (lenta al inicio y desbocada como una manada de caballos salvajes en su final) fuera el momento cumbre de contacto entre público y grupo. Se esperaban unos bises, incluida una vibrante versión del 'Live With Me' de los Stones (desde Garajeland pedimos la prueba de paternidad de Tod Bowers ya que tenemos fundadas sospechas de que su parecido con Bill Wyman no es sólo casualidad). Así acababan dos horas de gran concierto, bueno así y con unos saludos a los artistas con pelo de Hollywood, ya que los muchachos se bajaron después para tomarse un refrigerio (todos menos Tod, del que se dice que tenía una cita con un tal señor Roca).






Por si no lo han notado, este humilde mensajero recomienda fervientemente la ingesta de los discos de esta banda de Chicago, así como la asistencia a los conciertos y comerse todo lo que hay en el plato que hay mucha hambre en el mundo. Quizás no estaban en la mejor forma (lo de Gijón tuvo que ser delirante), pero aún así dieron dos horas de Rock de muchos quilates, rock clásico, rock actual, el rock de siempre. A estas alturas del tema y con el aliento de la radiofórmula en la nuca sólo le pido a la bestia parda zurda (el bueno de Jimi, el verdadero dios del Rock) que al menos tenga dos horas al año de esto, que no es poco.

Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verlein.

P.D.: dejo con un vídeo de la actuación. Pido públicamente perdón ante mi pesadez durante el concierto para sacar fotos y mi posterior pataleta porque mi móvil y la luz roja de la sala no se llevan muy bien, por dios qué lamentables fotos.

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viernes, 13 de marzo de 2009

Recordando al camello


Young-Holt Unlimited - Plays Superfly (1973)



El otro día pensando sobre aquel ministro japonés con una tajada de sake similar al guión de una película de Mariano Ozores reflexioné sobre algo que no tenía ningún parecido con lo anterior: Hacía bastante tiempo que no se hablaba por estos lares de ningún disco negroide funk, y pese a que últimamente no hayan sido días de buenas acciones sociales (intenté robar una piruleta a un niño o agredí a un perro que estaba tranquilamente leyendo El Mundo) quería demostrar que aún me quedaba algo de Alma. El remiendo se llama Young-Holt Unlimited y un disco realmente cuidadoso en el que repasan de forma instrumental y a su manera el Superfly del admirado Curtis Mayfield.


Cartel promocional de Emidio Tucci rechazado para el "Ya es Primavera Jazz en El Corte Inglés"

Bajo una infame portada estilo cajón de ofertas de mercadillo musical; en la que los capos de esta formación, Eldee Young e Isaac “Redd” Holt, posan simulando que sus micrófonos son armas adquiridas a secuaces de Al Capone; se esconde una formación que estuvo durante veinte años en el circuito de Jazz-Soul que dio Chicago a principios de los sesenta. Ciudad que acogió a Curtis Mayfield en sus ventosas calles y partícipe del género cinematográfico más chusco de los setenta, el Blaxpotation, que enseñó a la muchedumbre a como había que vivir del lujo que suponen los abrigos de pelo, las cadenas de oro con el símbolo del dólar y por supuesto drogas y armas a doquier como modo de subsistencia en tiempo de crisis (vaya, tiene cierto parecido a las inmobiliarias hispanas), pero con alguna banda sonora realmente presentable.


La facultad de enfermería en los años sesenta, se nota quien iba a estudiar y quien esconde botellas de Dyc bajo el micrófono cabelludo

Yendo al lío: La sabiduría adquirida por Young (bajista) y Holt (batería) durante sus largos años de aprendices de Jazz en los cincuenta les hace rodearse bastante bien para este “toqueteando Superfly” que sería su disco de despedida. Especialmente notoria es la aportación de Ken Chaney en el piano eléctrico que le da sonido Funky al álbum. En la primera cara del disco se encuentran las cuatro versiones del Superfly: “Freddie´s Dead”, “Give Me Your Love”, “Pusherman” y “Superfly”, todas ellas un interesante punto de vista de las originales, pero huérfanas de la guitarra de Curtis se antoja difícil que superen al gran maestro. En el disco también cabe destacar una composición llamada “Hey Pancho” (sí, el título suena a llamada perruna) y una alucinógena canción de Chaney llamada “Mystical Man”. Un disco elegante, íntegro, con unos ejecutores de primera pero sobre todo una escucha muy curiosa para fans del Superfly, aunque no tan redondo como esa gran obra maestra que conseguía que una película mala fuese aun peor cuando se la comparaba con su banda sonora.


Se agradece al señor Efraín “Purple Rain” que nos pasara amablemente el vinilo a calidad emepetrística, para ello solo tuvo que renunciar a visitar una Jam Session basada en otra Jam Session Funk. Aun así agradecemos su trabajo tan poco remunerado por nuestra parte.


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martes, 10 de marzo de 2009

Contacto con Tacto: Los Coronas


Sala Sol (Madrid) - Aproximadamente el 13-2-2009


Auspiciado por las buenas directrices provenientes del enano buceador y su cuadrilla de celebérrimos comentaristas, un servidor se sintió en el deber de acudir a una de las citas más originales que se pueden contemplar en algunas fanegas a la redonda. Se trata de Los Coronas, un grupo de mediada la península cuyo placer musical es mezclar el Surf con la música fronteriza mejicano-americana con un toque de Spaguetti Western. Y aunque creas que esto es un plato de Ferran Adriá, no lo es, es la mezcla musical de cinco Malasañeros que llevan dieciocho años al frente de un grupo que presentaba lo que es su último disco, El Baile Final de Los Locos y Los Cuerdos.


La mirada de David a Fernando es presagio del momento intimo que vivirán un poco más tarde


Aunque el propio grupo se cachondee de su asignada etiqueta musical de Surf-Rock, nos sirve de partida para definir un poco mejor lo que hace esta banda de malabaristas del espectáculo. Principalmente hacen lo que muchos grupos: salen al escenario, tienen instrumentos musicales y se ponen a tocar. La novedad para lo que suele ser un concierto radica en que sus canciones son puramente instrumentales, y que nada más comenzar el concierto realizan una versión del Radioactivity de Kraftwerk. A partir de ahí se suceden canciones de puro ritmo a lo Dick Dale (si, el de Pulp Fiction) que va dejando al personal quemando zapatillas pese a que uno no está en el Sur de California y que la playa más cercana sea la que está en la carretera hacia el Monte del Pardo.

Apoteósico final en el que intentaban reparar las bombillas con sus instrumentos


Por el grupo pasan Fernando Pardo que ejerce de hablador y guitarrista, dando pausas al concierto con gracia y humor, haciendo mucho más ameno el descanso de instrumentales con trompeta. Javi Vacas es el que aguarda por el fondo del escenario con una sección de bajo increíble. Robbie Lozano es el batería más alejado del fondo del escenario desde tiempos de antaño, al que el grupo se tuvo que adaptar para que este amante de los ritmos complicados disfrutase un poco. David Krahe se va batiendo en duelos guitarreros con Fernando Pardo hasta que tienen que intercambiar manos con mástiles, los pies con las caderas, los riñones con el omoplato y uno detrás de otro (si no lo entienden vean fotografía adjunta) tocando compenetrados sus instrumentos, musicales se entiende. Por último, la novedad tiene de nombre Evgeni Riecmkalov, que es ucraniano, toca la trompeta, en un grupo español, que hace música Surf (a orillas del Manzanares), de aires mixto mejicano, a la limón de un sonido de la cabra cañí y que realiza cambios de tercio toreros como si hubiera aprendido durante toda su vida a la sombra de un tendido en Las Ventas, todo un compendio de influencias.

Aunque pretendan que la gente les grite machotes, la cara de Fernando Pardo denota gusto y placer culero


Lo cierto es que las dudas de un concierto instrumental son disipadas en poco tiempo, Los Coronas es un grupo altamente recomendable para ver en directo y si un mafioso como Steve Van Zandt es un confeso fan y editor de sus discos en Estados Unidos, puede que alguna química especial tengan. Porque al igual que la mafia, resultan ser tremendamente adictivos.

Evgeny, un tío con klase y de la zona más flamenca de Ucrania



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miércoles, 4 de marzo de 2009

Fastos, guateques y fiestas de guardar ( I )

"Espero que hayamos superado la prueba"

En un ejercicio que nos ha costado lo nuestro (no se puede ser tan desastre de manera casual, hay que esforzarse de verdad) este humilde blog sigue la tradición de llegar mal y tarde a los homenajes, efemérides, bodas, bautizos y comuniones de cualquiera y no iba ser menos con el cuadragésimo aniversario del concierto en la azotea de Apple de los Beatles. Y con esto, y sin proponérnoslo, entramos directamente en la semana Beatles (si unimos el anterior artículo del excelso compañero 61&49), que viene a ser la respuesta garajera a las ofertas irresistibles de otros centros comerciales, pronto iniciaremos los 8 días del beat o las rebajas del soul, A su tiempo.

Y qué vamos a hacer: ¿una crítica sesuda de la importancia de tan magno acontecimiento? ¿Un comentario inteligente e impagable que divida a nuestros ávidos lectores entre la loa y la genuflexión reverencial? Saben perfectamente que no estamos a la altura en ambos casos, así que vamos a tratar de hacer un remiendo, un bodoque, una suerte de manual de primeros auxilios por si les ocurre tener un grupo de éxito internacional y conocen alguna azotea libre…


beatles rooftop concertA ver... quién se ha dejado el coche en doble fila, John, no mires para otro lado que tienes todas las papeletas.


Ingredientes


La facha: (nótese el género del determinante para evitar confusiones). Para esto hemos partido de la base de que van a tener acceso a los armarios de madres, abuelas y tías con derecho a estirar carrillos. Teniendo esto en cuenta, lo primero es decidir quién llevará cada prenda: así uno tendrá que ponerse el traje negro del abuelo, que debe estarnos algo rabicorto y tener una tarjeta de visita de los salones Piscris en un bolsillo. Otro tendrá que hacerse con el abrigo de chinchilla negro para que luego sea revindicado por la movida madrileña.

Los peor parados tendrán que conformarse con el abrigo de pieles (ideal para el frío mañanero, pero poco adecuado para ir a una tomatada de ese pueblo que una vez al año es protagonista gracias al telediario de Antena 3) y con una chaqueta de cuerazo rojo que seguramente sea tendencia en algún momento de la pasarela Cibeles. ¿Todos listos?, ¿sí? Como lo más normal es que no tengan ninguna de las prendas a su disposición., habrá que conformarse con el chándal de tactel, el abrigo cedrecero, el traje de chorrerras azul y el igloo (falso, por supuesto). Como diría Homer: ta bien, te bien. Pasemos al siguiente punto.


beatles concierto azoteaAdivinen: aquel día les dijeron que no iban al parque de atracciones y sí al dentista. (Oh no, ya estoy mezclando cosas de mi propia vida con el bloc).


Las pintas: En esta efemérides no están admitidos señores sin folículos pilosos a flor de piel, por lo que las barbas postizas que tan buena salida tenían en "La vida de Brian" son aquí utilísimas. Hagamos recuento: necesitamos dos barbas, una recortadita, otra desaliñada, el bigote de Antoñito Alcántara en Cuéntame o de Antonio Resines en los años 80. Por otra parte los pelos largos, lacios y sueltos tan indispensables como la patillaza también o en su defecto el pelazo afro para el que haga de Billy Preston (personaje nada querido en este juego -cual enano en el Golden Axe- debido a que hay que cargar con el tecladito).


Los instrumentos: llegamos a un punto delicado, porque se nos sale la cosa de presupuesto de mala manera, como si de una una obra en casa se tratara. Por resumir: necesitamos un bajo Hofner con forma de violín, una Epiphone Casino lijada, una Fender Telecaster Rosewood, una Ludwig Clásica de arce (sin pintar, que se puso de moda) de finales de los sesenta y un Fender Rhodes para el bueno de Preston. Si no han ido sumando, mejor no lo hagan y prueben con el laúd del primo que tocaban la tuna para ligar (sigue soltero), el casiotone y la batería de cocina de tu casa, que por si no lo saben, el Superpoly de Falomir juegos es casi, casi, igual que el Monopoly.


beatles get backLa misma foto en color, que no recordaban que George fuera hindú? (pues mira que dio pistas: el sitar, el maharishi...). La pregunta importante es: ¿está realmente muerto Homer Simpson?


El emplazamiento: aquí la especulación inmobiliaria ha terminando con la posibilidad de hacer en un concierto en cualquier sitio, pero si insisten les recomendamos que no intenten montar los amplificadores, batería y órgano en esas bonitas cornisas triangulares de los chalés de las afueras porque la cosa puede acabar como el rosario de la aurora. Desestimado esto, nos queda tirar por las grandes urbes y sus edificios de más de dos plantas. Recomendamos el regateo con los porteros de fincas, especialistas en controlar el flujo de extraños por sus edificios. Sus víctimas favoritas suelen ser los carteros comerciales, pero cualquiera es susceptible de tener que pasar por el: “chist, chist, chaval, a qué piso vas”. Superado este obstáculo (para el que recomendamos tener un Mal Evans o cabeza de turco de turno), sólo hay que apretar el botón del sexto o pisos sueriores, forzar la cerradura con una cizalla, montar todo el escenario, llevar a unas cuantas personas para que ejerzan de testigo, buscar un enfuche o varios, hacer el juego de la pajita más corta para ver quien es el portavoz cuando lleguen los antidisturbios…


Bueno, pues esto es todo, salvo un San Pancracio, que como diría mi madre nunca viene mal. Así que: tienen la facha, las pintas, los instrumentos y el emplazamiento. Todo perfecto; menos que, por alguna razón que no comprenden, el primer acorde que tocan (seguramente Mi menor) no te hace sonar precisamente como estos señores que tocan el de vídeo de aquí abajo. Normal, estamos hablando de los The Beatles, que incluso en horas bajas (en 1969 estaban más concentrados en tirarse trastos a la cabeza que en seguir con el grupo) eran capaces de entregar obras maestras sin despeinarse como la conocida 'Get Back', la honesta y sentida 'Don Let My Down', la bicéfala, genial y ocasionalmente olvidada 'I Got a Feeling', 'Dig A Pony' y como ironía final 'One after 909' (una de las primeras canciones compuestas por Lennon).


george harrison simpsonGarajeland recomienda a sus lectores epilépticos que pongan la mano en la mitad inferior de esta foto para evitar disgustos


Un grupo todavía lleno de talento, agotado de ellos mismos, pero con una química en el escenario (en la azotea o en el salón comedor) que podrían tener más efectos sobre los casquetes polares que el consabido cambio climático. Señores, hace 30 años que estos muchachos fueron obligados a detener el último concierto de su vida como grupo y nosotros nos unimos al homenaje proporcionando la actuación completa (divida en cómodos plazos, digo vídeos). No obstante, si todavía tienen ganas de emularlos, nosotros denegamos todo conocimiento, excepto si se les ocurre una mejor manera de terminar una carrera musical que las últimas palabras de John Lennon que titulan este artículo. En cuyo caso, somos capaces de hacer el camino de santiago al paso de Fraga, por poner.








P.D.: he sabido que U2 también han tocado en un tejado para la BBC (otra vez, sí). En homenaje al Beatle favorito de mi madre y utilizando sus sabias palabras dirigidas a los Solfamidas:

"Eso ya se hizo" (preferiría haber puesto aquello de "¡qué tipo más salao!", pero no pegaba)


Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verleín


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¿Una secta llamada R&B? Habría que estar loco para no ingresar en ella


Downliners Sect

Cuando uno se acuerda de los Rolling Stones se imagina un pedazo muy importante de la historia del Rock, con todo lo bueno y todo lo malo de morritos y compañía. Pero hubo un tiempo en el que éstos no eran ni los más famosos, ni los más ricos, ni los más buenos, ni los más guapos (bueno, a lo mejor esto sigue igual); simplemente eran uno más, en donde la sana competencia entre los grupos era saber cual era mejor, más salvaje y original utilizando menos luces, artificios, giras en las que se cuentan tráileres con una hoja de Excel pero en donde primaban las buenas canciones por encima de cualquier otra cosa. Esta situación era la que vivían en Londres a principios de los sesenta, donde un buen puñado de grupos se refugiaban en el círculo de R&B que encumbró a los Stones pero que dejó a otro de un salvajismo comparable a los Pretty Things llamados Downliners Sect.

Todos sin tocar y uno que no se entera, el batería. De verdad que es que siempre son los mismos...



El grupo se formaría en lo que Rob denominaría en Alta Fidelidad como “un cagadero de la periferia de Londres” llamado Twickenham. Michael O'Donnell (conocido en el gremio como Don Craine) que es un guitarrista obsesionado por el Blues entra en una banda llamada The Downliners, a la que en breve le haría una limpia de personal digna de un buen día del Señor Burns, tanto es así que el propio Craine, que empezó como guitarrista, pasa a ser cantante; el batería y fundador Bo Dilley termina fuera del grupo y es sustituido por Johnny Sutton, al igual que los respectivos bajista y guitarrista, siendo éstos sustituidos por Keith Grant y por Terry Gibson.

Aseguramos que había público, pero Ramón García y Ana Obregón decidieron irse a dar las campanadas, un cuatro de Abril



Puesto que en sus primeros conciertos ya causaban sensación en Twickenham el grupo se tenía que desplazar hasta el centro de Londres para dar un salto de calidad que diría algún contertulio de Carrusel Deportivo. En cada viaje, los miembros del grupo tenían que ir desmintiendo la participación de Craine en Jara y Sedal, pues su gorra de cazador al estilo Sherlock Holmes era motivo de diversas preguntas bienintencionadas. Pese a que el resto del grupo se puso mohíno ante semejante prenda, el tiempo daría la razón a Craine, que no quería enseñar el cartón pero fue su gorra de cazador trasnochado la que se convertiría en un sello identificativo de la banda. Al igual que Twickenham, los conciertos en su local de residencia del West-End eran salvajes e inspirados, por lo que era cuestión de tiempo que un sello independiente como es Contrast Sound se fijará en sus elegantes botines y les contratará para grabar un EP, que contendría cuatro versiones de las grandes obsesiones del grupo: el “Shame Shame Shame” de Jimmy Reed, “Beautiful Delilah” de Chuck Berry, “Nursery Rhymes” de Bo Diddley, y hasta un “Green Onions” de Booker T and the MG´s.

Durante estos inicios de los sesenta, el R&B es todo un filón para esos grandes entendidos musicales: los ejecutivos de las compañías musicales. Firmando para Columbia graban otro par de singles, el primero con una versión de “Baby What's Wrong” y una composición propia: “Be A Sect Maniac” en la que incorporaron al grupo a un músico cuyo instrumento fuera bien manipulable, el armonicista Ray Sone; el segundo con un poco más de éxito que contendría el “Little Egypt” (hecho popular por los Coasters) y “Sect Appeal”. Sería un buen augurio que el Single les diera a conocer, puesto que es 1964 y publican el que sería su LP de debut, “The Sect”, basado principalmente en versiones del Blues de Chicago que se gastaba por Chess pero con el particular sentido del grupo para embrutecer e incendiar el R&B más clásico en pura energía pre-punki, con un añadido músico de sesión llamado John “merodeo por el fondo” Paul Jones.

En alguna de las bodas a las que he ido suele a ver un grupo muy parecido fuera de la iglesia. En el que me incluyo.



Poco después de acelerar las guitarras en su primer álbum tocaría enfurruñar a los de la BBC solo un año después (ya en el palpable 1965). La culpa es de un Ep con el ya tradicional título auto-referencial (“The Sect Sing Sicks Songs”), en el que se incluía la canción “I Want My Baby Back”, una obra maestra que hubiera firmado el mayor especialista de humor negro y que hizo que la BBC los llamará macabros, sombríos y facinerosos. Pese a las obsesiones del grupo por el R&B, el grupo empezó a picotear en otros estilos, materializándose en el segundo álbum, “The Country Sect”, del que dicen los expertos que es uno de los primeros discos que mezcla el Rock con el Country.

Hay que recolocar la chaqueta de cuadros, el pantalón de cuadros y la gorra de cuadros en un mismo indivíduo.

A partir de este segundo disco el declive del grupo fue una constante. Ayudados por el poco éxito de su mezcla de Rock Folk que no debió de resultar muy atractivo ni para los aficionados al pujante R&B ni para los puristas de los sonidos camperos. Lo cierto es que el último LP “The Rock Sect's In” se publicó en 1966, con la curiosidad de que una canción fue escrita por Lou Reed y John Cale, pero por esos años muchos empezaban a elegir a la psicodelia, las cervezas de la garrapata roja y las camisas de perfil hipnótico. Craine hizo una nueva intentona con algún single bastante decente (que creo que hemos incluido en el recopilata para descargar), pero su última grabación sería “I Can't Get Away From You” en 1968.

Como diría Tomás Verleín cada vez que se toma un Nesquik con cuatro cucharadas y media: “Esto ha sido un viaje rápido pero intenso”. Ya saben, acompañen al grupo con un buen refrigerio, que pocas veces encontrarán una secta tan adictiva…y con muchos menos gastos de mantenimiento!

Por birlibirloque de la vida, dejamos un recopilatorio completamente subjetivo con singles de los Sect, sobre todo de sus primeros años y que se pueden encontrar en el recopilatorio de Singles A´s & B´s. Para saber más sobre los tipos más salvajes del R&B no duden en visitar el garaje de Pablo “Pochola” Cazorla, no necesita que lo ordenen puesto que cuenta con un buen surtido discográfico y si la gente se porta bien es capaz de organizar una barbacoa en la puerta en menos tiempo que dura The Witch. Una página imprescindible para conocer el grupo y el mundo garajero más dicharachero.

contraseña: peluquin

>>>Pincha y Sectariza<<<


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lunes, 23 de febrero de 2009

¿Quién es el quinto Beatle? (Si es que existe)


El quinto Beatle es algo así como una de esas historias que se han inventado en el mundo del Pop como el hombre del saco o el tío Camuñas para que la gente se suba a casa antes de que se haga de noche. Podría ser un individuo ampliamente monstruoso y tan mitificable como la gente que se torció un tobillo intentando hacer la catapulta infernal, pero al fin y al cabo es un bicho al que todo el mundo le gustaría adquirir su identidad mientras se imagina como quedaría su cara al sustituir a la interrogante junto a los cuatro fabulosos (en mi cabeza la interrogante tiene botox en los labios y bastante silicona en el pecho, pero eso es otra historia). Después de que la revista Uncut publicase una lista con diez posibles quintos Beatles, nosotros analizamos esa lista de forma exhaustiva, religiosa y sobre todo subjetiva, de quién ha sido bien seleccionado y quién no ha sido convocado para dicho título al que todo seguidor de los Fab Four aspira.

John, Paul, George, Ringo e Interrogante. Dicho de otra forma: Interrogante, Ringo, George, Paul y John

Pete Best: Es uno de los favoritos, fue el primer batería de los Beatles, y seguro que más que el título honorífico le hubiera gustado que cayera en sus manos algún derecho de autor. Tan cerca estuvo de conseguirlo que yo le tengo aprecio. Pero: ¿Quién quiere fama, dinero, chatis o cerveza de importación si en lugar de formar parte de la historia musical puedes montar un encantador grupo de bajo éxito como “The Pete Best Combo“?

Pete Best esperando cita con la SGAE y pillar Royalties del Antologhy

Stuart Sutcliffe: Sin seguir ninguna lógica, el guapín del grupo fue echado a la calle. Una agradable noticia que fuera despedido, pues su aportación fue parecida a la de Queiroz mientras entrenó al Madrid: Un chaval muy presentable, pero su trabajo fue de más a menos.

George Epstein: o Brian Martin, según se mire. Uno de ellos les puso de traje y corbata, y el otro podría ser perfectamente nominado a ser el mayor caballero que se ha paseado por el mundo de la música en los últimos cincuenta años y los mismos siguientes, como poco.

Yoko Ono: Hay que tener en cuenta que gracias a la artista tan conceptual como pálida, el Álbum Blanco apareció con dicho color en la portada. Su porcentaje de valoración es alto, a los Beatlelmanos que se reúnen para conmemoraciones como “El día que se conocieron John y Paul” o “Treinta y siete años, un mes y tres días desde el primer acorde de Please Please Me” siempre les hace falta una piñata para sus festejos.


Yoko Ono o el turrón más caro del mundo

Joaquín Luqui: Uno de los no incluidos. En un programa medio musical televisivo (creo que en “dentro de tí...” alías Lluvia de Estrellas), cada invitado aparecía con un pequeño rótulo en el que se informaba de su profesión, el turno de Joaquín Luqui deparó la sorpresa de que su profesión era... ¡amigo de los Beatles! Yo le concedía también el título de Caballero del Imperio Británico.

Torrebruno: Encargado de presentar el concierto de The Beatles en España, no incluirle en el listado de quinto ideal me parece absolutamente de locos, y punto.

El Paul que sustituyó al Paul original fallecido: No entró en la lista y no tiene justificación, el original Paul McCartney apareció en discos tan pobres como Please Please Me o With The Beatles y su sustituto lo hizo en Sgt. Peppers, Blanco o Abbey Road, yo hasta me planteo que fuera premeditada la desaparición del original.

Buscar las siete diferencias es complicado, y salvo que uno está a la izquierda y otro a la derecha se parecen bastante

Neil Aspinall: Empezó arropando a los de Liverpool, dando yogur azucarado a cada uno de ellos con la cucharilla que regalaba Yoplait, chófer del grupo (se presupone que cuando viajaban los cuatro juntos) o ejecutivo en Apple Corps hasta que murió el año pasado. Si no se le concede ser el quinto en cuestión, es el becario que más lejos a trepado en el mundo Beatle.

Mario Vaquerizo: En un homenaje al grupo de Liverpool, el marido de Photoshop Alaska dijo que están sobrevalorados desde la muerte de Lennon, y tiene razón, nosotros opinamos lo mismo de Nancys Rubias desde que grabaron su primera maqueta.

LMW281f: Su labor en la sombra fue tan importante como aquel muchacho que consiguió ganar al Street Fighter con el ruso de ancho muslo y paquete llamado Zangief. Enigmático coche mal aparcado en zona azul sin ser multado. ¡Parquímetros en Abbey Road ya!

Apu Nahasapeemapetilon: Mientras Dios repartía religiones, él estaba en el baño. Paul McCartney reconoce abiertamente que Apu era el quinto beatle en la época en la que éstos viajaban a la India para ver al Maharishi. Si lo dice Paul no le vamos a llevar la contraria.


Apu en trance tocando Sgt Pepper mientras Paul y Linda piensan la receta de unas lentejas

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viernes, 20 de febrero de 2009

Desde un rincón llegó alguna canción

Los Negativos + Los imposibles - Madrid (Sala Sol)


Aprovechando la reedición de uno de los tres mejores discos españoles de un tiempo a esta parte (Piknik Caleidoscópico, de los Negativos) nos acercamos a la sala Sol para comprobar in situ la vigencia de un cancionero que tiene ya la friolera e incalculable cantidad de veintitrés años. Tener la posibilidad de escuchar en directo todas esas composiciones de toque garajero y psicodélico mientras las letras te tele-transfusionan a un universo Pop bastante particular era una posibilidad que difícilmente se podía dejar escapar, por lo que el desembolso para nuestros monederos repletos de pelusa fue algo menos duro. Para que todo fuera un poco más redondo, Los Imposibles estarían tocando medio tiempo con el añadido cumpleaños de la Sala Sol que cumplía treinta tacazos de golpe y porrazo.

Lo que a priori para nosotros sería el aperitivo para luego podernos untar bien los dedos en mermelada se convirtió en un primero con todas las de la ley: los veinte años que llevan Los Imposibles dando el callo con sus Rickenbaker, R&B y Soul nos dejó un gran sabor de boca; pese a la falta de atención por parte de algún público de los que están de espaldas a un concierto, los madrileños se tornaron en una hora de concierto de muy buenas maneras y francamente divertido que te trasladaba un poquito al Swinging London del que tanto bebe este grupo. La pena es que se tuvieron que enfrentar a las ganas (que ellos mismos tenían) de ver a Carlos Estrada y compañía.

Los Imposibles cantando a trío los coros de "Tiene nombres mil..."


Con puntualidad salían estos últimos. Con un Carles ocultando con unas Ray-Ban Wayfarer, modelo Bob Dylan años sesenta, que para él también han pasado unos cuantos taquillos. Acompañándole como miembro original del grupo solo estaría Alfredo Calonge y Valentí Morató que prefirió estar entre el público que dándole a los palillos en la batería. El arranque, provisto de algún fallo técnico hizo que sonara por los micrófonos uno de los chistes más recurrentes para la gente que oye el nombre de Los Negativos y te replica con media sonrisa que porque no se llaman Los Positivos. Humor semi-negro y muy de Jaimito Borromeo.


Un rasgo muy característico de Los Negativos: Camisa de flores, trompeta y setas en formol

Si alguien pensaba que el concierto se basaría en los temas del Piknik no se llevaría el chasco final que es ir al museo de cera y ver que sólo Freddy Kruger tiene cierto parecido con el de carne y hueso. Una tras otra fueron cayendo las canciones de dicho álbum: “Viaje al Norte”, “No Soy Yo”, “El Club del Cerdo Violeta” y “No Soy Yo (La Psicoastenia)” abrieron el concierto de forma un poco fría; pero solo dejarse llevar por las canciones nos metería rápidamente en el concierto, sin calentamiento previo y jugando por ambas bandas como Villaroya. Los pesos pesados empezaron a aparecer en forma de “Cigarras Panameñas”, un tema tan excepcional como su estribillo, que demuestra que el vocalizante (y atractivo para replicantes) líder de los Planetas no ha inventado el Pop en este país. Al terminar la canción ni el mismísimo Alfredo Calonge, encargado de ponerle voz, se creía que la gente pudiera corear la canción como si la pusieran ayer mismo en cualquier radio fórmula. Entre medias se pudo escuchar “Bagdad” una de las mejores canciones de la irregular carrera de Los Negativos desde su ingenioso debut discográfico.

Se rumoreó que después del concierto un espectador perdió parte de su córnea, pero no queremos culpar al chico de la cámara...

Aprovechando la cita se presentaron algunas canciones de Dandies Entre Basura (última publicación de los barceloneses); entre ellas la que da título al disco, “Parque Portugués” y una psicodélica (e interminable) “Sacerdotisa de la Carne Eléctrica”. Tras una esperada “Graduado en Underground” tocaron “Moscas y Arañas” y casi sin querer el grupo desapareció con la música de la sala que les echó de forma vil y dejándonos con las ganas de al menos escuchar “¿Quién aplastó la Mariposa?”. Pese a ese chasco, salimos con una agradable sonrisa y con un convencimiento muy acusado de que pocas veces se verá por el extenso mapa un disco tan rebosante de ideas como es el Piknik Caleidoscópico. El Piknik fue genial, pero esta vez, fue sobre todo un viaje rápido.

Carles y Alfredo, el reducto psicopop que nos queda tras el abandono musical de Daniel Huarte


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lunes, 16 de febrero de 2009

El verdadero Rolling Stone

Muddy Waters

Muddy Waters – Hard Again (1977)

En la vida las cosas se pueden resolver de muchas maneras, pero lo más difícil –como bien diría Otto en nuestra serie de cabecera- es hacerlo guapamente. La figura legendaria de la que nos ocupamos no sólo lo consiguió, sino que dio un vuelco a su carrera, rejuveneciendo con sabiduría y estilo y lo mejor es que obró ese milagro sin recurrir a Corporación Dermoestética ni un cambio de vestuario sugerido por Agatha Ruíz de la Prada. Lo hizo gracias a un solo disco lanzado justo en el que nadie daba un duro por él y actualizando un género de música que todo el mundo consideraba poco menos que muerto. El disco es Hard Again, la época los albores del punk y el genio cuyo humanidad es la quinta esencia del blues, el nunca suficientemente ponderado Mckinley Morganfield, más conocido como Muddy Waters.

En 1977, el blues no estaba en su apogeo precisamente, aunque la situación no llegaba a los extremos de mediados de los sesenta, cuando los Rolling Stones, en plena primera gira por EE.UU., grabaron en los estudios Chess y se encontraron fuera pintando el recinto al propio Muddy, lo que les llevó a pedir su presencia para grabar unas tonadillas y hacer una sesión para la historia (recomendación de Garajeland, si están haciendo obra en casa y uno de los pintores es negro, entona lastimeros estándares blues y porta un bigotillo fino, no lo duden, podría ser un hijo perdido de Muddy. Acérquense a él todo lo que puedan, sus enseñanzas pueden equiparse a las de un campamento de verano cuando tienes 13 años).


Muddy WatersLo raro no es que en la foto el tipo de la izquierda parezca Seinfield, sino que Johnny Winter pueda ser la digievolución de Andrés Iniesta.


Mr. Waters, en los últimos setenta, por no tener, no tenía ni discográfica: ya que Chess Records había sido vendida o malvendida y Marshall Chess, el hijo de Leonard , ahora era manager de los Rolling Stones, podía ser protagonista de Trainspotting sin mucha dificultad. La posibilidad de que Muddy Waters sacara nuevo disco eran, por tanto, más remotas que en este humilde blog no le pisemos al señor Diving Dwarf su próxima idea para un post. Llegados a este punto reflexionemos: Muddy Waters. El hombre. El BLUESMAN. Mannish Boy; y es posible que no sacara ningún disco más en su vida. La próxima vez que piensen que el actual momento musical está en un mal momento, mediten antes de dar rienda suelta a la sin hueso.

El salvador de esto, la persona que hizo que Mr.Blues volviera a un estudio no fue Superman (la deidad favorita de Homer Simpson) sino más bien un treintañero entusiasta del blues, que junto a su hermano había dado aires de renovación al género. Nos referimos a Johnny Winter, que tras unos cuantos años como solista, había decidido montar un sello discográfico y cuando se percató de que Muddy podría pasarse lo que le quedaba de vida echando una partidita en la tasca de la esquina le contrató sin dudar porque encajaba perfectamente (cual híbrido imposible entre las tallas M y L para los que tenemos el cuerpo jota) en Blue Sky Records.



Muddy WatersY ahora con la chistera se me parece a Juan Tamariz, pero cambiando el violín por una guitarra(y manejándola con maestría)


El siguiente paso fue contratar un estudio y al grupo que acompañaba a Muddy en ese tiempo, tan engrasados y habituados a su figura que podían predecir cada matiz, cada cambio introducido por Muddy mientras se comían un plato de callos (prueba última de maestría musical, como todo el mundo sabe). La lista la encabezaban Bob Margolin, el siempre a la sombra de Sonny Boy Williamson, James Cotton, y el todavía activo Pinetop Perkins (95 años y hecho un chaval cual Paco Martínez Soria del Delta). Johnny actuando a la antigua, encerró en un sótano de una casa a todos los componentes al mismo tiempo que nombraba a sí mismo productor y guitarrista principal del proyecto. Se dice que la energía que liberaban esas sesiones podía haber servido a Marty y Doc para prescindir de los 1,21 gigovatios y enchufar el Delorean al estudio. El propio Margolin comentaba que Winter, de tanto subir y bajar las escaleras del sótano hacía las sala de control estaba envejeciendo por momentos (también se comenta que podía tener algo de isquiotibiales, cual jugador de fútbol sempiternamente lesionado, pero eso es otra historia).

Hard Again empieza con el mantra que nos lanza Muddy: “Everything, everything is gonna be alright this morning”. Eso es parte de 'Mannish Boy', ¿que qué es Mannish Boy? Piensa en aquellas veces donde tu ego masculino (lo siento señoritas, pero esto es para machotes de pelo en pecho) ha sido satisfecho, a saber, cuando le pegaste de punterazo y entró por la escuadra desde 20 metros, cuando abriste un bote de aceitunas sin esfuerzo y sin hinchazón de la vena de frente o cuando cazaste al Yeti con tus propias manos (esto último no comprobable). Eso es Mannish Boy, 5:24 minutos de masculinidad concentrados en la voz de Muddy, una punzada que entra por tus oídos y colapsa por igual todas las extremidades hasta que tu cuerpo realiza una serie de convulsiones eléctricas al ritmo pegajoso de batería y bajo. No es raro que empieces a jalear con ‘Yeahs’ la interpretación de Muddy o que le sueltes al guardia de tráfico de turno aquello de "That mean Mannish Boy" (les llevaremos unos celtas cuando estén en el talego, no se preocupen).


Muddy WatersLes prometo que me he colocado igual (cajas de coca cola incluídas), pero no consigo ni dar una nota como Muddy.


El siguiente pulso al blues clásico es 'Bus Driver', donde el slide de Winter comparte protagonismo con la armónica implacable de Cotton y el piano saltarín de Pinetop. Puedes imaginarte a Muddy sentado en un taburete con su telecaster roja como testigo (que enchufada al amplificador no tocó ni una sola vez en toda la grabación), dirigiendo las operaciones, gesticulando y modulando la intensidad del blues de sus músicos (y también haciendo bueno el tópico español de ‘dos miran y uno trabaja’).

La siguiente canción, 'I want to be loved' parece el manifiesto de Muddy sobre el amor. Una gran lección de alguien que era un rompecorazones, una rara mezcla entre elegancia, dobles sentidos, ternura, e instinto de depredador. 'I can’t be satisfied' rompe los esquemas al escaparse del blues eléctrico de Chicago y volviendo la vista hacia lo hacia el delta, hacia lo rural (trabajando el agro que diría Lisa). Muddy demuestra con esta interpretación que fue algo más que una inspiración para el sonido de los Stones en Beggar’s Banquet. Con el siguiente clásico Muddy juega a niveles metalingüísticos tocando 'The Blues had a baby and they named it Rock and Roll'. 'Dawn in Florida' es la postal de Muddy sobre el estado de las naranjas y los jubilados con James Cotton contoneando notas de armónica con absoluta maestría. Con parte del cancionero de Muddy podría hacerse la historia de EE.UU., sólo Leonardo Dantés ha conseguido tratar tantos temas en un solo disco (bueno, él en una sola canción). Si necesitamos más pruebas tenemos 'Crosseyed cat', de ritmo danzarín y burlón donde Muddy habla sobre las mujeres. El blues, el verdadero, el que te infecta un día y jamás te suelta no habría existido sin las mujeres del mismo modo que sin Chabeli Iglesias no hubiera existido de niña a mujer (no pregunten de donde viene esta referencia, simplemente lean nuestro último mentiras como puños). Mientras divago, Muddy sigue a lo suyo, entregando una perfecta dosis de seducción y atrevimiento llamada 'Little Girl', demostrando una vez más que Muddy era un canalizador, un medio para hacer caminar la música de su grupo. Aun sin cantar su presencia se irradia en cada surco del vinilo (o del CD si no tienen la suerte).





Muddy murió unos cuantos años más tarde y, además de éste, dejó dos discos de estudio, y unas cuantas actuaciones gloriosas en directo y, también, el ataque de corazón que sufrió de Scorsese en “El último Vals” al darse cuenta de que había cometido el error de su vida permitiendo que el equipo de filmación se tomara un descanso mientras Muddy tocaba con The Band. La providencia hizo que Laszlo Kovacs(futuro director de fotografía de Spielberg) estuviera al quite y hoy podamos revisar ese documento donde una fuerza de la naturaleza entregaba sus últimas clases magistrales Pensándolo bien, si hubieran tenido que repetir la canción tampoco hubiera sido un problema; simplemente Muddy se habría dado la vuelta y les habría dicho a la muchachada: “Let’s do it, let's do it hard, again”.




Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verléin


P.D.: dedicamos este post al señor Diving Dwarf dueño de la bitácora más belicosoeroa del servidor más belicosera de la red más belicosera de los Interneses. Visiten su blog (o mejor no lo hagan dado que su calidad nos deja en pañales), no sólo todo su contenido deberian apredérselo cual lista de los reyes godos. Si empiezan a pensar como él no se preocupen, nosotros pasamos por la misma fase y todo sigue correcto, dos ojos, dos narices, tres orejas...

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viernes, 13 de febrero de 2009

El Club de la Pirindola (III)

The Flamin´ Groovies

Hace como cosa de un año se presentaba un manuscrito por estos lugares bastante lamentable a la par que ilusionante, si bien no era lo más representativo de lo que sería este bloc fue el comienzo de todo, que no es poco. Hoy nos definiremos un poco más con un grupo de los que nos es imprescindible para nosotros y para el club de la pirindola; son los Flamin´ Groovies y merecen un puesto de honor por ser probablemente el grupo más a destiempo de la historia: en plena época psicodélica ellos eran un grupo de los cincuenta, con guitarras progresivas triunfando le daban al garaje, con el Punk en sus albores sus canciones eran puro Pop y miel, y con el electro-pop poniendo hombreras ellos parecían salir del Mersey-Beat. Por esto y mucho más, los Flamin´ Groovies son el estandarte de hacer lo que a uno le da la gana y entran directamente como un cobete en los cuarenta principales, Yeah yeah Wah (Joaquín Luqui en mi cabeza).

Composición: Cirilio rodeado de R&R, R&B clásico e invasión británica pertrechada por sustancias radioactivas como Roy Loney, Chris Wilson o Tim Lynch. De contenido excipiente puede encontrar la forma de tocar la batería sin batería y dejarse los muslos de color rosáceo, esencia garajera y restos de Dextrometorfano.

Indicaciones: En su variante masticable desperfeccionará su acento inglés de Fernandisco al instante y tan solo podrá berrear. Ingeridos por vía intravenosa sufrirá una crisis y se pondrá las gafas de sol de Cirilio. Si lo toma en gran cantidad notará un alivio en la zona lumbar después de conseguir levantarse del sofá.

Posología: 1 comprimido cada 6 u 8 horas. Preferentemente tomar una dosis antes de acostarse. Usar siempre la dosis mayor que sea efectiva. En caso de ancianos no es preciso modificar la dosis, si bien es preferible consultar a un experto.

Contraindicaciones: No aptos para los que utilicen la raqueta de tenis como arma deportiva y no como guitarra. Si ha estado sometido a presiones radiofónicas de Intereconomía puede sufrir trastornos alucinógenos y plantearse si su vida no sería mucho mejor si apagara la radio.

Dejamos para fans y medio, un auténtico brebaje de la época de los Groovies en la que Cirilio y Roy Loney eran un matrimonio bien avenido y no uno cualquiera de las matrimoniadas de José Luis Moreno. Hay demos, directos y estarán casi todos: Laurie, un doctor, Louies Louies y “Alguno Más”.


Contraseña: peluquin




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viernes, 6 de febrero de 2009

50 años desde el día que la música murió

Me fastidió un poco que algunos periódicos de este pasado Martes (lo digo desde la ignorancia, por supuesto, de no haber visto todos los medios ese día) no se acordaran del cincuenta aniversario del accidente de avión que se llevó hacía otra vida a Buddy Holly, Ritchie Valens y Big Bopper.

Todo fue un tres de Febrero de hace ya cincuenta años, lo cual debió de ser síntoma de que era una noticia pasada de época si Bruce Springsteen actúa en la Superbowl. El músico Texano, y probablemente las mejores gafas de pasta del mundo del Rock And Roll (que nos perdone Elvis Costello), andaba en la gira Winter Dance Party por el estado de Iowa (muy conocido para los seguidores del Ala Oeste de la Casa Blanca) junto a alguna que otra leyenda de la música de los cincuenta como The Big Bopper y una de las primeras apariciones musicales en EEUU de un chicano como era Ritchie Valens. Era una época en la que salir de gira no era precisamente sinónimo de aviones privados, cenas con buenas cigalas y algunas otras cosas a las que parecemos acostumbrados últimamente, sino más bien algún autobús ruinoso e interminables viajes cruzando carreteras bastante solitarias, por lo que un viaje en avioneta era realmente muy bien recibido por aquellos músicos que se trituraban a base de kilómetros en la carretera.

El resto de la historia es de sobra conocida, el invierno de Iowa es bastante perruno, el piloto de la avioneta que les llevaría a los tres hasta Minnesota era novato, el pasaje de Ritchie Valens sorteado entre él y Tony Allsup que sería quien se quedaría en tierra salvando finalmente su vida, y un accidente aéreo a los cinco minutos del despegue que sería recordado como “El día que la música murió”. Solo unos pocos años de carrera convirtieron en un mito a Bopper, Valens, y sobre todo a Buddy Holly, que ha sido inspirador y reivindicado en una lista de músicos realmente extensa. Los que sí se han acordado de dicho episodio han sido esos héroes anónimos como son las compañías discográficas, que publicarán un nuevo recopilatorio, pero esta vez acompañado de actuaciones de Holly en el show de Ed Sullivan y entrevistas inéditas. Pese a todo, cualquier material que sirva para recordar su música será bienvenido.

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