lunes, 29 de diciembre de 2008

No puedo creer que lo hayan inventado!

Inauguramos esta nueva sección itinerante con carácter epistolar que constará de varias entregas (posiblemente sólo una, porque con esto que hemos encontrado superarnos lo veo complicado), por si alguien no lo sabe (irán al infierno por ello, amigos), 'No puedo creer que lo hayan inventado' es el programa televisivo que presentaba el mítico Troy McClure en los Simpson, más conocido por su participación en películas como 'Marque A para asesinamiento' o 'El secuestro de la nuca del presidente'. En él, con la ayuda del Dr. Nick Riviera, se dieron a conocer grandes inventos que cambiaron para siempre la faz de la tierra como el liberador de zumo. Ahora nosotros tomamos el relevo con:

El Memory Musical de Educa

Sí, ya sabemos que muchos esperaban algo más apocalíptico, como un nuevo disco de Emilio Aragón, pero es que en algún armario recóndito de este personaje que les escribe se ha encontrado este tesoro, esta pieza de coleccionista, una alhaja directamente venida de los 80 para el regocijo de todos.

Memory Musical de Educa

Pero vayamos por partes, primero expliquemos en qué consistía el juego éste, una actualización del solitario de toda la vida que era lo más de lo más entre la muchachada pre-brian training y pro-mullet. El funcionamiento del juego era tan complicado que podían participar una o dos personas con las mismas reglas (e incluso tres y cuatro, depende cómo fuera tu habitación de grande), en concreto, había una serie de fichas cuadradas con una foto o motivo artístico (en este caso grupos y artistas de pop y rock de los 80), todas se ponían boca abajo y la cosa empezaba con uno de los participantes levantando una de las fichas y después otra. Si tenías suerte y coincidía, pues te llevabas la pareja a tu rincón. Si no, pues tenías que hacer uso de la memoria para ir recordando las localizaciones de cada ficha (de ahí el título, que no estaba puesto porque sí, que esto es un juego educativo que rivaliza con el Teto en cuanto a aceptación en nuestro país). Al final, el que tuviera más parejitas ganaba y podía compararse con la labor de Jesús Puente en 'Su media Naranja'.

Frente a este reglamento tan poco atractivo, lo más molón era introducir ligeras variantes, como buscar las mejores formas de hacer trampas a tus amigos,; ya fuera aprovechando la distracción generada por salidas al baño o los suministros de bocatas de nocilla o panceta (según gustos.) Estas trampas solían derivar en discusiones, peleas y variedad de broncas maternales, lo que podría llamarse como la evolución estándar de los juegos de mesa infantiles. Claro que todas estas variantes carecían de interés cuando se jugaba en solitario.

La convocatoria

Pero vayamos a lo verdaderamente importante ¿qué tiene este juego para que inaugure esta sección? Porque el funcionamiento del Memory tiene el mismo atractivo que el tragabolas tras los dos primeros minutos de juego y su espectacularidad en la presentación no tiene nada que ver con el Atmosfear, por poner. La respuesta a tan trascendental pregunta está en los protagonistas del juego: los más mejores artistas con pelo de Hollywood de la música de los 80. ¿Dónde podían reunirse Elton John, Miguel Bosé, Freedy Mercury, Stevie Wonder, Duran Duran o Simply Red (además de en el Live AID, claro)? Pues en el Memory de Educa, que cuesta mucho más barato que cualquier concierto organizado por Bob Geldoff.
Dicho lo cual hagamos un repaso de la lista de convocados y de su situación en ese momento (amén de la foto con la que pasaban a la historia del Memory).


Memory Musical de EducaAquí: Croissant, Souffle, Creperie y Café Olé. Si ustedes han visto Top Secret, sabrán a lo que me refiero...




- Wet Wet Wet: en esos momentos todavía no era la banda sonora favorita de todas las bodas de mediados de los 80 (gracias a la versión de Love is Around), pero se conformaban con tener que soportar sesiones de fotos patrocinadas por Agatha Ruíz de La Prada, cuidado con los ataques de epilepsia ante tanto colorín chillón.

- Simply Red: en su encarnación más ochentera: gorrito Amish, flequillo rizado, pelirrojo e imposible y cara de pocos amigos (aunque luego hiciera soul pop)

- Paul Young: mundialmente conocido en los 80, en los 90, su cinta de cassette con sus grandes éxitos era la preferida de nuestra profesora de inglés para hacernos listenings... razón por la que no podemos ni ver a este buen hombre.

- Bono (u2): por si alguien se lo preguntaba, el carisma de Bono ya estaba presente en los años 80. Aquí es el único componente de su grupo en la foto, si fuera otro diríamos que es pura casualidad, pero siendo Bono, ya sabemos que es cosa del carisma.

- Kiss: sin duda, los que menos esperarías que aparecieran por aquí y lo que es peor: salen sin maquillaje. Esta imagen podría sustituir al coco en las pesadillas de muchos chicos y chicas.

Madonna: aunque ahora nos parezca mentira, Madonna fue joven, en vez de una señora que parece joven, una vez estuvo casada con Sean Penn en vez de Guy Ritchie. En la instantánea aún no le daba a la cábala.

Joe Cocker: el elemento viejuno del Memory. Su participación es entendida por su éxito con la banda sonara de 'Nueve Semanas y Media' y porque había que darle salida a esa camisa, a juego con el fondo de la foto.



Memory Musical de EducaSólo una mente enferma podía juntar en un juego a Sting, Kiss y Elton John, ¿y la compañía se llamaba Educa? Todo muy sospechoso...




David Bowie: que por los años ochenta debía estar en su decimotercera encarnación, aquí aparece con un estilo desaliñado, pero informal y portando tirantes, que siempre es un plus.

Elton John: la foto supera cualquier expectativa: gafas de sol más grandes que el PIB de las Seychelles, cara de muchas circunstancias (pero muchas) y ¡pelo! Sí, pelo. Elton John en los ochenta lucía cabellera, háganlo saber a sus amistades.


La selección española y tal

Con la orfandad de frases míticas que nos ha dejado Luis Aragonés (las echamos de menos), pasamos revista a los artistas españoles invitados a participar en esto:

- Marta Sánchez: época post olé olé, pre operaciones variadas. Algunos dirán que imitaba a Madonna cosa fina, pero también podría ser una instantánea de un anuncio de desodorante, vaya usted a saber.

- Miguel Bosé: o Sting, todavía no soy capaz de diferenciar quién es quién. Misterios de los años 80 y Corporación Dermoestética.

- Mecano: de nuevo la tijera del que recortó las fotos vuelve a hace estragos, ¿interpondrá una demanda José María Cano? Yo lo haría.

- El Último de la Fila: columna vertebral de la selección. Manolo García en esos momentos no había sido aquejado por el síndrome de 'hago siempre la misma canción'.


Los 80 son nuestros:

En esta categoría podríamos meter a Black (ese tío triste y siempre de negro, cual Johnny Cash taciturno, con su Wonderful Life), Rick Astley (el capricho de las nenas antes de que llegaran New Kids of The Block), Terence Trent D'arby, Samanta Fox (que entra en la selección por ser el mito erótico masculino de los 80 junto a Sabrina), The Communards, Duran Duran...

Memory Musical de EducaLas fotos están difuminadas para salvaguardar la honrilla de algunos de estos elementos que reniegan de sus pintas ochenteras. Nada tiene que ver con la nefasta cámara de mi móvil o las prisas


Los grandes


- Freddy Mercury: también bastante raro que no aparezca con Queen, pero por otra parte era la época de Barcelonaaaaaaaaaaaa y de las canciones en solitario. También sale sin bigote, lo que nos hace sospechar que lo mismo no era él.

- Bruce Springsteen: en plena locura con el Born In the USA. La foto es la que le mejor le describe: cinta en el pelo de Daniel San, camisa sudada, telecaster al viento y postura forzadísima (vaya encuadre!).

- Stevie Wonder: estamos en la época del 'si bebes no conduzcas'. Como decía Barry en la película de Alta Fidelidad, cómo pudo destrozar una carrera brillante un músico así. Se lo perdonamos todo, porque en los 70 era el amo.

- Michael Jackson: negritud, rizos por la frente, sombrero de paja. ¿Qué será lo próximo? ¿Elton John con pelo? Espera que eso ya lo tenemos...

- Tina Turner: tras su aportación a 'Mad Max III (más allá de la cúpula del trueno)' aparece en el Memory, en estos momentos no sabemos si estos dos hechos están relacionados, esperemos no saberlo nunca.

El resto: cual jugadores de relleno también aparecen en el Memory: Sting, Depeche Mode, Rod Stewart con cara de poco amigos, Eros Ramazzotti, George Michael con pose de filósofo... todos amigos y residentes en Madrid.

Aquí lo tienen, esta es una selección y lo demás son tonterías. Con este equipo se puede alcanzar cotas importantes, está conjuntado, equilibrado, con ganas de dejarse la piel en el campo y se me acaban los tópicos futbolísticos. En realidad creo que la única vez que jugué con esto duré cinco minutos. Ese ejemplo explica las toneladas de diversión que arrojaba este juego, pero una selección así necesitaba un comentario. Eso y que se nos ocurría una mejor peor manera de iniciar el año. Perdónenos, que no sabemos lo que hacemos

Feliz año garajero a todos

Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verléin

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jueves, 18 de diciembre de 2008

El macarra que tanta gente oculta

The Forty-Fives - Fight Dirty (2002)


Si en el mundo no existieran macarras, éste sería mucho más aburrido e insulso, que duda cabe. Si además no existiera gente con patillas, ni siquiera los levantamientos del dos de Mayo hubieran tenido sentido. Si estas dos cualidades las quitamos del mundo del Rock And Roll nos quedaría un panorama desolador, sin grupos de música excitantes y el tonti-pop por bandera. Ya que en garajeland no tenemos que seguir la política de empresa del Ministerio de Fomento, no ocultaremos el segundo trabajo de The Forty-Fives, grupo de gran inspiración en el patillas que representaba Alfonso Arús y que nos produce esas sensaciones tan agradables que el mundo garajero y rockero es capaz de producir.


Atlanta es una ciudad muy conocida porque nutre a medio mundo con los refrescos que se mezclan con esas bebidas que te mantienen medio ebrio. La formación original de los chavales a la sombra de ese famoso refresco incluye a Bryan Malone como guitarrista y cantante, a Mark McMurtry como bajista, y en último lugar (como siempre) a Adam Renshaw como batería. El grupo se va curtiendo como trío por locales de vida alegre mientras comparten su gusto por grupos como los Who o los Kinks y con muchas ganas de recuperar el añejo Rock and Roll de Chuck Berry. Corre finales de los noventa, y pulir el áspero sonido rockero del trío les hace ingerir alguna sustancia que haga dar un paso más en su sonido. Toda gran banda necesita su propia química especial, y Trey Tidwell era un gran químico, uniéndose al grupo con un Hamond B3 y encuadrando al conjunto para la grabación de su primer álbum.


Esas caras corresponden a la espera de un pincho-tortilla con la cerve


En Get It Together, entran y salen del estudio a la velocidad a la que Homer hace gimnasia mientras intenta despegar la piruleta de su espalda, lo que les vale un resultado de Rock a la antigua usanza. Para demostrar sus influencias se pasean en los conciertos demostrando que en sus preferencias está el fantasma de lo que hacían en directo los Detroitianos (que los niños no pongan en el trabajo del cole este gentilicio) MC5 y The Stooges. Homenaje en forma de canciones al llamado Revival Garaje que ya había comenzado bastantes años antes. El siguiente trabajo es el aquí expuesto, “Fight Dirty”.

Cuanto daño hizo Curro Jiménez a los que tuvieran semejante presencia


Sobre las canciones del disco poco se puede contar, la guitarra y la voz de Malone con las ganas y la mala leche del zapato de Bush en “My Kind Of Girl” o “Trying To Get Next To You”, un grupo de locos en “The Devil Beats His Wife”, chillones en “Out Of My Mind” y algo más tiernos en “Follow Me Down” y “Never Gonna Leave Here”. Lo que si abunda es el enérgico garaje y dosis del irreverente rock más underground. Como pasa casi siempre el R&R es actualmente muy criticado por las revistas indies que tanto abundan en los bares, pero unos minutos de descarga son tan bien recibidos como una buena anchoa del Cantábrico (hay que caer bien al presi Revilla).



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viernes, 12 de diciembre de 2008

Robert Pollard y la salvación del Pop


Guided By Voices
Guided By Voices - Alien Lanes


En algún momento de la vida personal de cualquier señor de Tordesillas con una afición media por el trabajo y un gusto exquisito por el vinilo surge un pregunta importante: ¿los calcetines tienen asignados un pie en concreto?, es más, ¿me cargaré de un plumazo el orden del universo si por casualidad me equivoco? Posiblemente usted nunca se ha hecho tal pregunta, pero conviene cuestionarse primero las pequeñas cosas antes que las grandes. Mejor pensar en calcetines que en quién es el elegido para esto y aquello o que hay que ver cómo pesa el anillo. El protagonista de nuestra historia sí ha tenido que afrontar esas dificultades, hablamos de Robert Pollard y de su grupo, Guided By Voices.

El bueno de Robert era profesor de instituto a tiempo completo y apasionado y prolífico compositor de melodías (más de 1.000 tiene registradas el amigo) a tiempo parcial, empezó con el heavy metal, pasó por el powerpop, un poco de post-punk, sin olvidar el rock industrial y una pizca de pop (menú del día, ya saben). Todo muy normal, hasta que un día la duda empezó a buscarle como si de un libro prestado que no encuentres se tratase. Así, mientras todos nosotros nos levantamos ojerosos, nos desperezamos, subimos el despertador y apagamos la persiana (o al revés) Robert empezaba a caerle una gota de sudor frío por la espalda pensando si le tocaba a él ser el salvador del Pop y, lo peor de esto, qué teclas debía tocar para hacerlo. A menudo, la línea que separa la genialidad del anonimato es muy fina y, por desgracia, la diferencia de estar en uno y otro lado depende la visión de un tercero...

Por ejemplo, nosotros hemos tenido ofertas del New York Times, De Mojo, del Washington Post (una oferta para que dejemos de pedirles trabajo o llamarán a la policía). Robert Pollard, sin embargo, ha vivido sin encontrar un mecenas hasta muy tarde, y ha tenido que currarse su propia carrera musical con su talento y una fe que haría palidecer la de un rabino.

Robert Pollard
Robert Pollard: "mis modelos en esto de la enseñanza siempre fueron Imanol Arias en 'Querido Maestro' y Francis Lorenzo en 'Compañeros'"


Y todo esto sucedió en 1980, cuando la banda se formó en Dayton (Ohio) mediante una serie de increíbles casualidades (como ser amigos, vecinos y que te guste por igual el rock, el punk y el pop) son honrados trabajadores por la mañana y maleantes, criminales de guerra y provectos hombres por la noche, es decir, músicos. Con una facilidad inusitada, Pollard y los suyos, graban casi cuatro discos tan seminales como este que nos ocupa. Se dice que Robert tenía la misma facilidad para sacar melodías que para encontrar complementos circunstanciales de modo a todas las frases que se le pusieran por delante. Tras otro magnífico esfuerzo, Propeller (1992), del que sólo se imprimieron 500 copias y cierto renombre en el circuito de bandas universitarias (del que REM y Sonic Youth también formaban parte), Matador Records decide apostar por ellos, Guided By Voices lanza entonces el glorioso Bee Thousand, donde llevados por aquella vez donde echabas una moneda de 25 en la recreativa y te ponía '99 credits', trataron de aprovechar la oportunidad dejando 20 temas en el disco y obteniendo una crítica muy positiva de la revista Spin. eso nos lleva a Allien Lines, segundo disco en la independiente y que supera el récord anterior con 28 canciones.

¿Y cómo es el disco? Pues una maravillosa sensación de espontaneidad, grabada con pocos medios (o sería más justo decir que con los necesarios), una reducción premeditada de los complicados mecanismos del pop a una sencilla melodía de poco más de un minuto. Pongan a Robert Pollard al frente del Gran Colisionador de Hadrones, lo reducirá todo a un 'consiste en lanzar aros'.

Guided by Voices conciben su música como pequeñas ráfagas, fáciles de asimilar pero que llenan por completo. Así es 'A salty salute'; una corta introducción difícil de explicar: suena mal y bien al mismo tiempo; un gran trozo de melodía envuelta en una voz quebrada, una guitarra sencilla y una batería más cercana a una caja de ritmos. 'Evil Speakers' sigue la misma senda, mientras que 'Watch Me jumpstar' introduce una guitarra furiosa y un coro tan beatle que sería una delicia escucharlo en la voz del tío Macca. Tan rápidas como las canciones son las variaciones de estilo. Nunca sabes que te vas encontrar tras la puerta número 2, lo mismo aparece una melodía deliciosa propia del pop-chicle de los 60 como 'They're not witches', la emparentada con REM 'As we go up, we go down' o una auténtica maravilla como 'Game Of Pricks', responsable de que el disco realmente anide en tu cabeza para siempre.

Guided By VoicesEstas son las caras que se les han quedado al grupo tras saber que los Reyes no les van a traer la casa de Mickey Mouse que pidieron, por si no lo saben está tan agotada que su existencia es un simple rumor en las tiendas

Si cuando se hacen las listas de las mejores canciones de la historia se siguieran unos motivos relacionados con la calidad y no se rigiera todo por la ley d'Hont, Gaspar Llamazares estaría requetecontento y 'Game of Pricks' debería obtener un puesto alto. Probablemente sean los 1:33 minutos mejor empleados de tu vida, junto con aquella vez en que una división te salió sin decimales y todo porque aúna melodía irresistible por un lado y una especie de grabación claustrofóbica por otro; más propia de la calidad de los auriculares que te dan en el AVE, pero capaz de emocionar al más pintado. La canción te engancha por la solapa desde el primer momento, cortando la melodía como hacían los mismísimos Beatles en 'Can't Buy My Love' y termina con una de las frases más acertadas de toda la carrera de gran letrista de Robert Pollard: "And I never asked for the truth But you owe that to me" (Nunca te pedí la verdad, pero me la debes). Ahí es nada. Si han notado que la canción me gusta, de perspicacia van muy bien.


Pero no se vayan, estamos al principio del disco, todavía pueden disfrutar de la tranquila y fronteriza 'The Ugly', joyas como 'A Good Flying Bird', que fusiona la música popular de ambas orillas del charco, el homenaje a la honestidad brutal de las canciones de Lennon que es 'Pimple Zoo', pero orientando el tiro como lo haría Weezer. El disco puede que se pierda en un marasmo de canciones que sólo empiezan y terminan, a las que les falta el nudo, pero cada una supone una vuelta de tuerca al pop, original y revisionista a la vez, el pop de toda la vida -que como el bigote de Jose María Iñigo- no desaparece nunca. Así es, por ejemplo, 'Motorway', que convierte al grupo en unos Jam sin la urgencia de finales de los 70, pero manteniendo la regla de no ofrecer una canción de más de tres minutos. La estrategia de Robert Pollard le quitaría el premio Culebroni al bueno de Joey Tribbiani, porque el disco consigue que esperes al siguiente corte con verdadera ansia.

Robert Pollard: "No os entusiasméis, que hay que devolver la Vespa antes de que se den cuenta de que no somos Mocedades"

Allien Lines es, incomprensiblemente dada la cantidad de canciones que lo forman, un disco para escuchar de un tirón. No exige comprensión ni la experiencia de Otto con las drogas alucinógenas, solo relajarse; es simplemente pop, pero sonando a The Clash como en maqueta, a los Beatles en Lo-fi, a algo nuevo, a algo viejo y a algo azul (se me va, perdonen). Guided By Voices son dignos miembros del egregio club de la pirindola fundado por mi compañero 61&49. Quizás no sea el álbum más perfecto ni el que mejor suena del grupo (sí, parece grabado con el micro de mi primer Sony), pero es un disco mágico. En el pop suele ocurrir que cuando un grupo que aparentemente sólo conocías tú se hace conocido pierde parte de la magia que tenían, parece que no nos gusta compartir nuestros secretos. Con Guided By Voices no ocurre así, cada disco suyo está vivo, siente, piensa y te pediría la paga si te descuidaras. En definitiva, puede que Robert Pollard (junto con Mitch Mitchell y Tobin Sprout, autores de muchas canciones) no salvaran el pop, pero nos dieron 28 formas de hacerlo y si ha logrado que leas hasta aquí y que te hagas con un disco como éste (si lo encuentras claro) han estado muy cerca de conseguirlo. Estar muy cerca de conseguirlo es más de lo que podemos decir la mayoría.

Aquí, la versión del disco de Game Of Pricks





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jueves, 11 de diciembre de 2008

Contacto con Tacto (V): Osaka Monaurail

Sala Caracol (Madrid) – 7/11/2008


Rescatamos este concierto que teníamos algo olvidado en algún lugar entre el verano y la navidad. Corría el mes de Noviembre y como nosotros somos muy previsores hicimos acopio de Mahou antes de que los centros comerciales se llenasen de familias enteras buscando gambas pálidas y algún que otro chándal de tactel. Un par de días más tarde y con nuestro aspecto muy similar al de Beavis y Butt-Head se presentó la señorita diseñadora de este bloc y nos agarró fuertemente del brazo para que fuéramos a la penúltima visita a España de los Osaka Monaurail.

Para definir algo al grupo en breves palabras: Osaka Monaurail se trata de un combo formado por ocho o nueve músicos (yo es que más del siete me pierdo) que realizan unos conciertos basados en la energía que desplegaba James Brown sobre las tablas, con unas cuantas versiones del susodicho y temas de propia cosecha; con la particularidad de que estos elementos no vienen de Chicago, ni de Nueva Orleans, ni de cualquier lugar con un mínimo vestigio de Soul, sino que proceden de Japón. Soportamos algunas burlas de los más escépticos sobre el tema de ir a ver a japos que azotan este estilo tan poco asociado al país donde el medio de transporte es el terremoto. Cosas de la globalización pensaba. ¿Pero acaso no triunfaron Los Del Rio en medio mundo? El señor Efraín “Purple Rain” (gran experto en este tipo de saraos Funkis) nos recomendó sobremanera la asistencia y allí nos presentamos en una llenísima Sala Caracol.


Osaka Monaurail Si cuentan desde la izquierda salen ocho muñecos de cera, si lo hacen desde la derecha más o menos los mismos

Con cierto retraso como es habitual, sale a escena el grupo, que sin el cantante presente se van cascando temas instrumentales con un sonido tan perfecto que parecía un Playback de Bustamante. Con dos guitarristas con apego por el Blues, sección de viento que bailaba con una coordinación de ingeniería periodística y los correspondientes bajista y batería haciendo las delicias de los amantes del ritmo. Mientras, evaluábamos la posibilidad de que el cantante fuera otro japonés del estilo anterior (educado, tranquilo, etc.). Para variar nos equivocamos de pleno. Nakata Ryo sale como una especie de ciclón que no deja de chillar por cada esquina del escenario, bailando hasta cansar a los chavales de Fama e imitando a James Brown en la tan famosa tijereta abre piernas que hacía en sus conciertos. Tras un derroche de energía que nos borró de un plumazo lo inusual de la formación, una sorpresa más: Nakata domina el órgano a la perfección, aunque de vez en cuando no controle el nervio y se levante para aporrear cualquier cosa que sirva de percusión.



Osaka Monaurail Nakata debió perder una invitación para una tienda de productos extremeños, se pasó todo el concierto girando de lado a lado del escenario


Y así fue marchando el tema, canciones de James Brown, composiciones de los propios Osaka, una increíble versión del “Walk On By“ de Isaac Hayes y una agradable sensación final mientras uno por uno los músicos se despedían con un treinta por ciento más de las reverencias habituales. Compra y firma de algún disco al terminar, y un bailable (a la par que lamentable en nuestro caso) “Blame It On The Boogie” de los Jackson Five sonando en la sala. Atrápenlos vivos si pueden. Como decía Nakata durante todo el concierto: “Always From Japan”.



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jueves, 4 de diciembre de 2008

Cuando estás en la muchedumbre punk


The Jam - All Mod Cons (1978)


Me disponía a escribir sobre uno de los discos del que más se podría escribir, pero a la vez uno de los que menos insustancialidades nuevas podía aportar. Ya pensaba en juntar a un grupo de intelectuales formado por un par de directores, dos actrices, un actor, un alemán, un italiano y un español (y el español gana en el chiste) para que me dieran consejo de que se podía contar sobre el singular disco de los Jam, All Mod Cons. La reunión no me aclaró nada, salvo que si alguien que esté leyendo esto quiere ser la nueva actriz de Julio Medem tiene que hablar con voz de susurro (que da como más empaque a la interpretación) y que como habitualmente mandan los tontos pues sería yo mismo el que iba a comentar lo que quisiera (que para eso el ordenador es mío).

Weller le está contando a Foxton ese chiste de Paco Aguilar sobre eshó dó Mariconé que se encuentran en el puente Triana...

Situar el All Mod Cons en el circuito histórico es sencillo: Es 1978. Thatcher “soy amiga de Reagan” está a punto de ser presidenta en una Inglaterra asolada por el paro, el colapso de los servicios públicos, el sector industrial muy quemado (y no metafóricamente) y donde Benny Hill lleva un tiempo persiguiendo a señoras pechugonas. Si a todo esto le añadimos unos chavales que andan cabreados con el asunto, tenemos el embrión perfecto para que muchos grupos sigan las premisas del punki que acababan de importar los Ramones: Música visceral muy poco preocupada por virtuosismos instrumentales, pocos medios para editar las canciones, mucha mala leche, mamporreros en sus letras, imperdibles donde se pueda o camisetas corroídas pese a la regañina correspondiente de las abuelas.

Se podrían citar numerosas bandas británicas que cumplían el abecedario del imperdible: los Sex Pistols, The Clash, Buzzcocks, Sham 69 o Stiff Little Fingers y un buen montón que se dejan llevar por la inercia del momento musical que se vive. ¿Pero qué es de The Jam? Sus influencias no están en los Ramones pero si en los Who o los Kinks, son buenos instrumentistas, venden bastante y en una compañía importante, tienen mala uva pero Paul Weller realiza unas declaraciones en favor de la reina, sus letras son potentes pero a la vez más afiladas, y para colmo son elegantes a la par que urbanos. All Mod Cons se encuentra en el punto medio donde se mezcla la energía y frescura Punk con las Rickenbacker que han rescatado Weller y compañía. Poco importa que etiqueta poner al disco o las peleas de Weller con Sid Vicius o los Clash, el resultado es tan bueno que dan ganas de ver bailar a la Obregón el David Watts.

Nada mejor para parecer urbano que fotografiarse junto al contenedor de residuos orgánicos


Paul Weller tiene veintiún años cuando se graba All Mod Cons, pero es muy posible que el no tener un teléfono móvil con mp3 le haga concentrarse en unas letras que hablan del neofascismo inglés con inspiración letrística en Ray Davies (“Down In The Tube Station At Midnight”), se ríe de la cultura punk en “A Bomb In Wardoour Street”, o de sí mismo y la vida de estrella pop en “To Be Someone”. Otras canciones dignifican el pop como “The Place I Love” o “Mr. Clean”. El guiño psicodélico de “In The Crowd”. Dos canciones acústicas para momentos tan especiales como una cena con botella de vino al corcho (“English Rose” y “Fly”). Bruce Foxton parece estar en un estado permanente de gracia (me recuerda mucho a mí cuando una vez que casi apruebo un test contestando con los ojos abiertos, pero a lo bestia), junto a Rick Bucker agitando caderas en la sección rítmica de “It´s Too Bad”.

Pese a que muchos grupos del modernismo inglés en los noventa han intentado chupar la energía vital de este disco, la falta de talento de la mayoría no ha hecho sino engrandecer un poco más la leyenda de All Mod Cons. Pese a lo que diga el New Musical Express, siempre es buen momento para acercarse a este disco, y si aún no lo has hecho, en cuanto se me quite la vaguería lo subo a la red que tanto gusta a los grupos gili-mantas que se venden en el top-manta.


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