jueves, 21 de octubre de 2010

Los caballeros de la mesa Pop: Gentleman Jesse And His Men



Gentleman Jesse And His Men (2008)


El proyecto powerpopero del bajista de los Carbonas, Jesse Smith, ha conseguido que cada vez que escuche su debut me vuelva mejor persona. Quizás esa no es la palabra, demasiada exagerada y con la que no estoy demasiado familiarizado, quizás voy más feliz por la vida. Es que veo por la calle a MacGyver con un perro miccionando en una alfombra y voy a darles un abrazo, a los dos. La vida es así, pones un poco de New Wave en tu existencia y olvidas por completo que en algún momento perdiste tu denuncia a la colonia Jack´s por publicidad engañosa. Ahora me perfumo con el aroma del gazpacho a Bertín, pero este chico y sus hombres (quien lo iba a decir) me entusiasman un día tras otro.


Gentleman Jesse y sus chicos en una de las bodas de Sara Montiel



Como comentaba, del proyecto se encarga Jesse Smith, bajista de los punkarras de Atlanta Carbonas, pero ahora metido de lleno a la Rickembacker de seis cuerdas. En la aventura le acompaña el propio bataca de los Carbonas, Dave Rahn, que además se encarga de la propia grabación del disco. Algo digno de un estudio o de una charla de punks anónimos, es como han reconvertido sus principales trabajos en un disco cargado de grandes melodías y juegos de voces, pero es posible que la inclusión de Craig Johnson a otra guitarra, y el bajo de Dustin Nigro tengan algo que ver en su transformación.


Jesse Smith y el perro que orinó en su alfombra. Haga lo que hicieron sus padres: Busque un empleo.



La portada del disco ya da indicios de por dónde pueden ir los tiros del álbum: This Years Model de Elvis Costello, la compra de cámaras Yashica, o un guiño a la foto avatar que tiene el que escribe estas líneas (opción que cada vez va cogiendo más fuerza). Sin duda el sonido New Wave de las primeras grabaciones del sello Stiff Records se muestran muy presentes, corriendo como es natural ese regustillo a Punk de las grabaciones de esa época de antaño. Las trece canciones del disco tienen una frescura abrumadora, tras un inicio con doble canción llega “All I Need Tonight (Is You)”, un absoluto clásico inmediato, una canción que como otras tantas del álbum entran con gran facilidad, sin vaselina de por medio y cuando menos te lo esperas. Le sigue “Rest Of My Days”, otro corte de tinte más garagero y con una gran moraleja de lo que puede hacer uno durante lo que nos queda de existencia. Tras estos dos imprescindibles temas algún que otro plato fuerte que no se te quitará de la cabeza, “Attention” y especialmente la inmediata de grandes armonías vocales “You Don´t Have To (If You Don´t Want To)”. Si crees que con cuatro canciones esenciales no tienes suficientes, puedes disfrutar la versión de uno de los grupos que huelen como la camiseta de Otto, los reggae The Equals y su “I Get So Excited”, y otros irrechazables escritos del caballero: “Wrong Time”, “If I Can See You (You´re Too Close To Me)” (A estos chicos les gustan tanto los paréntesis como a mí) y “Put Your Hands Together”.

Puede que treinta y cinco minutos no sean suficientes para encauzarme por el buen camino de la bondad y la generosidad, pero aseguro que cuando uno se cruce con alguien que vaya escuchando este mismo disco, una sonrisa cruzará de oreja a oreja, seas de este planeta o de cualquier otro.


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$$$Pincha & Rest Of Your Days$$$



Es posible que estar más de dos minutos saltando sin parar no tenga excusa, pero estar tan excitada tiene justificación.


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domingo, 10 de octubre de 2010

El Revival revivalista del revival del garage: Swingin´ Neckbreakers



The Swingin´ Neckbreakers - Live For Buzz (1993)


La proposición del día se basa únicamente en que por primera vez (algo increíble a tenor de lo que se suele exponer en estas líneas) una crónica musical será escrita bajo los efectos de las drogas. Sí, de las drogas, de esas que se suponen que curan catarros pero te dejan el cerebro hecho fosfatina para según qué actividades neuronales. No obstante, como buen seguidor de Trainspotting, el coloque me ha sido patrocinado por la Seguridad Social, un cambio sustancial en mi vida, como un cambio en nuestros amodorrados artículos sobre flojeras bandas musicales podríamos hacer volviendo otra vez al lado oscuro del rock and roll; al chillón, al varonil, al sucio y potente garaje del debut de los Swingin´ Neckbreakers: Live For Buzz, rebautizado desde el momento que uno es fan de los Simpsons como Live For Buzz Cola.


Tres hombres y un coche fúnebre como clara alusión del viaje al más allá que puede provocar mirar fijamente a los pantalones de Snook


Como muchos saben y muchos no, los Swingin´ Neckbreakers son una angelical banda de Trenton, Nueva Jersey, un lugar donde seguramente no pasen muchas cosas, pero donde por ejemplo te puedes tomar unas almejas en salsa verde por sólo trece dólares. Formados por los hermanos Tom y John Jorgensen, posibles jugadores seleccionables como interior derecho y pivote defensivo de la selección danesa de futbol, pero que finalmente tras ninguna llamada del seleccionador grabaron unas cuantas demos musicales en el garaje de su casa y empezaron a dar conciertos por la zona, inicialmente con John a la seis cuerdas y Tom berreando desde el bajo hasta la llegada de Shaggy Snook, que relegaría a John al multidisciplinar trabajo de baterista del grupo. Tras un primer single que les ponía en órbita se publicó su primer largo, este pescado con espinas llamado Live For Buzz.

Un disco cuya biblia dice que hay que honrar con versiones bien elegidas a los padres del garaje, es decir, prácticamente todos, puesto que a los SN se los podría englobar en una especie del revival del revival que comenzaron años antes algunos grupos ya de sobra conocidos como los Lyres o los Reyes de Rochester (Si es que realmente el garaje se fue de la vida cotidiana alguna vez). Así nos encontramos con más de la mitad del disco compuesto de gratificantes y saludables versiones de los Kinks (“I Took My Baby Home”), de los Troggs (“You´re Lying”); por supuesto de los Sonics, que ya disponían de un capítulo aparte en esto de las santas escrituras del garaje y de los que versionean el “Boss Hoss” de Gerry Roslie; de los sesenteros Jay-Jays se apropian de “Shake It Some More” y así hasta obedecer los nueve mandamientos en forma de nueve canciones.


El pobre Tom Jorgensen comprueba que Nuria Fergó se encuentra entre el exaltado público


El resto son sus logrados temas, “Little Pink Medicine”, “Thinkin´ Man´s Girl”, “Take You Live” o “I Live For Buzz”, llenos de energía destructiva, vitalistas, con tres verracos que no paran de maltratar la sensibilidad pop de cualquiera que ponga sus oídos frente a las guitarras de Snook, los puntuales órganos en las canciones, los temerarios golpes de baquetas de medio kilo del colega John Jorgensen y el bajo sin frenos del hermanísimo Thomas. Son chillones, cavernícolas, machacantes y seguro que hasta sudan, pero no dejan de encantarnos esas tonadas absolutamente absorbentes de Live For Buzz. Un placer completo sería hincarle el diente a su segundo disco (Shake Break!), y porque no, tras estar intermitentemente desaparecidos desde hace unos años a su última entrega Pop Of The Tops. De momento, a disfrutar del debut con los hermanos con más mandíbula que ha parido Nueva Jersey desde que Bon Jovi y los suyos decidieron entrar en los primeros puestos de los más bellos del Superpop de Octubre del noventa y uno.


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'>>>Pincha & Buzz<<<'






No intenten encontrarlos en el siguiente vídeo, los que tocan no son ellos, pero el creador de la imagen ha tenido la bondad de poner piernas al aire.

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viernes, 1 de octubre de 2010

Una crónica de Turborock sin recurrir a la palabra turbo para explicarlo

Imprescindible festival el que se proponía para este mes de Septiembre, casi surgido de la nada y con un cartel que despertaba sueños húmedos entre los integrantes de este bloc. Su propuesta era juntar a un buen puñado de grupos de la escena clásica del rock y el garaje, en un recinto donde los músicos no los ves como alejadas cagarrutas entre un mar de peluquines que se sitúan entre tu persona y los treinta metros de distancia al escenario; con la ventaja de que no sufres incómodos cacheos de la mochila por si el bocadillo de atún con pimiento decides arrojarlo con fuerza al guitarrista de cualquier grupo, confundido en la distancia con, por ejemplo, David Bustamante; donde los precios por un vaso de plástico de cerveza no son ligeramente inferiores al producto interior bruto de la isla de la Gomera; y que su localización sea en un pequeño pueblo de los valles pasiegos, en donde los vecinos más cercanos alucinaban desde sus ventanas intentando adivinar (luces apagadas del salón) qué hacían esa panda de hippies con patillas en un viejo mercado del que salía un ruido infernal. Sólo faltó la aparición de Sharon Stone en sus años mozos para que el sueño se hubiera consumado, por lo demás, el festival pasó con nota su primera entrega (por supuesto, opinión que sólo hemos contrastado con la propia y con la que estamos en mutuo acuerdo).


Instantánea tomada al grito de "frena, frena conductor conductor con". Nota: Es posible que los Fruitis no estuvieran en ese momento pasando por allí


Llegada el Viernes por la tarde, es entrar en Cantabria y en lo que más pensábamos ni siquiera era en que grupos iríamos a ver, no, son los efluvios de un viaje al Norte lo que nubla nuestra mente en el oscuro y verdadero motivo de este viaje: comer hasta llegar al concierto de los SOOL y que la gente se haga fotos con nosotros pensando que somos el amigo Ebbot Lundberg. Los primeros en pasar por nuestros oídos el grupo australiano The Meanies, con un cantante que no paró de tirarse al suelo berreando cual Iggy Pop, nos dejó la sensación de que al día siguiente viajaría a Valencia con un ligero dolor en el morroplastio izquierdo y hematomas de grado tres en cuello, zona lumbar, tronco en general y peritoneo en particular. Aunque francamente entregados al público, nuestra sensibilidad pop no se sintió del todo cómoda con los aussies.


Verdadera protagonista del segundo día de conciertos. Hay quién pensó que eran los Redd Kross y quien dijo que de ahí salían cien platos de almóndigas (nos disculpen nuestros amigos vegetarianos)


El siguiente ya era plato fuerte: Los Coronas. Una vez más, soberbios. Cada día tocan mejor y ya es decir, eficaces en las deficiencias de sonido terminaron por llevarse el primer gran aplauso de la jornada. Hubo poca charla de Fernando Pardo debido a las limitaciones de tiempo, una pena, porque este hombre suele ser bastante dicharachero y saleroso.

Le siguieron el grupo hermano Sex Museum, rockeros de grado cuatro, con Miguel Pardo deleitando al personal con unos pasos de baile bastante singulares. En mi opinión varios pasos por detrás de Los Coronas en cuanto a concepto de concierto, aunque nada se puede achacar a las buenas maneras a los instrumentos de estos clásicos malasañeros. Entre medias nos perdimos a los Muffs, nos pudo el sentir del estómago y sólo llegamos a ver la última canción de un concierto al parecer tan corto como el número de féminas presentes sobre las tablas durante el fin de semana.

El penúltimo concierto de la noche fueron los esperados Hoodoo Gurus, banda que perdió el pelo en la cabeza en pos de la fabricación de pelucas para los seguidores de Mago de Oz. Como buen grupo australiano estuvieron correctos a los instrumentos, con una gran selección de temas, donde sonaron todos sus clásicos, siempre de agradecer para los que como un servidor no ha catado sus entregas más recientes. Lástima que no llegaran a meter en calor a los miembros de garajeland, seguramente aletargados por cada salida al exterior del mercado, con típica meteorología cántabra a comprar unas monedas canjeables en bebida o en el tren de la bruja, nunca estuvo del todo claro para que servían.

Última parada del día, los Redd Kross, razón principal por la que peregrinaríamos a Sarón con un chándal de felpa y unas zapatillas Paredes de color mostaza recicladas de la incineradora de Valdemingómez. En nuestra opinión (nunca del todo fiable de dos devotos de la banda californiana) lo mejor del festival. Se comieron todo lo anterior desde las primeras canciones, estos punkarras camuflados en hacedores de canciones pop que se pegan como el chicle no dejaron lugar a dudas: los Redd Kross nunca fallan. Denunciable fue el tiempo del concierto, no sabemos si culpa del señor que estuvo todo el fin de semana controlando el cotarro desde una silla de jardín, pero faltaron una treintena de canciones más para que nos hubieran dejado mejor cuerpo.


Los Wildebeests, no bajo lo que podría parecer un crucifijo, no, es la clásica viga acolchada que todo buen arquitecto propone para una reforma parcial en casa



El sábado empezó con la pérdida (una vez más) de ver a Muck And The Mires, motivado por la ingente cantidad de comida que nos pegamos (prueben al menos una vez en su vida las fabes con hongos y de postre un digestivo de orujo) fue necesario el repose de la misma si queríamos mantenernos en pie más de diez minutos de concierto. A la llegada nos topamos con la agradable sorpresa de los Wildebeests, tocando “Comanche” en un claro y no reconocido homenaje al desaparecido Enano Buceador. Gran sonido el desplegado, y unas canciones garajeras y rockanroleras muy del gusto de los responsables de estas líneas. No esperábamos menos de un grupo que cuenta en sus filas con ex miembros de los Kaisers o los Milkshakes. En busca y captura de sus vinilos andamos ante tan gratas sensaciones.

El siguiente turno fue para el combo de Soul de JC Brooks, de los cuales aparcamos junto a ellos a la llegada al recinto y pudimos comprobar de cerca que el traje que llevaba se lo habían prestado del fondo de armario de Amar en Tiempos Revueltos. Impresionante y sobrado sobre el escenario, con un solo disco a sus espaldas se llevaron una de las ovaciones del respetable patilludo y patilluda allí congregado. Menudo tío.

Sacrificados por una merienda-cena quedaron los Right Ons, con tiempo marcado para no perdernos a los Young Fresh Fellows, unos tipos tan queridos por nosotros que hasta se les perdona que no estuvieran en uno de sus mejores días, perros viejos ellos se dieron cuenta y para la segunda mitad del concierto volvieron a hacernos sonreír como sólo ellos lo saben hacer. No faltaron los saltos de ese niño grande llamado Kurt Block, los redobles de Tad Hutchison mientras se cruza de piernas y todas esas pequeñas locuras que les hacen únicos.



Nótese que la gente de la banda izquierda se muestra animada, todo lo contrario que los de la banda en donde jugaba Chendo, que saben lo que se les viene encima


Con nuestros sentidos empezando a notar el aletargamiento entraron a escena los Vikingos de los Soundtrack Of Our Lives, un valor seguro en cualquier concierto, boxeadores curtidos en mil batallas suelen dejar noqueados al personal con ese muro instrumental infranqueable y la presencia del gigantón sueco Ebbot, que protagonizó el momento delicado de la noche arrojando sus cinco mil onzas de peso hacia el público, motivo por el cual a nuestro amigo Johnny Lebrel le han diagnosticado una médula espinal en forma de alambre de espino. No sé si estuvieron mejor o peor que en otras ocasiones, pero servidor se lo pasó pipa.

Para el final quedaron los medio grungeros Mudhoney, demasiado para nuestro ya curtido pabellón auditivo, no le dimos muchas opciones de que nos convencieran sus innumerables chillidos y la parquedad en palabras de Mark Arm, al que faltó un “Buenas Noches” para dejar por los suelos la educación de la casa Windsor.

Experiencia gratamente positiva, sólo falta para el año que viene un par de paseos por el escenario de Sharon Stone, cuyo pero es (que nos perdone en este apartado el colega Charlie Don´t Surf) que el sonido es francamente mejorable, pero todo se arregla con una moqueta de la buena en las paredes, una mano de pintura y unos ingenieros de sonido que no se empeñen en que acabemos como el bueno de Hans Topo en este vídeo. El año que viene ya estamos pensando en volver, aunque toque la clásica orquesta de canciones populares a la flauta dulce en clave de Sol, cargar el coche de quesos de Liérganes, unos sobaos de kilo que podrían sustituir en un momento dado a los azulejos de la cocina y esa agradable sonrisa que te deja un fin de semana a base de tan recomendables variedades gastronómico-culturales. Si un día de estos se encuentran por la calle a alguien con una pulsera verde recubierta de azulado moho y cierto aire a cara de anchoa, no duden en saludar, somos alguno de los miembros de garajeland.

Se os deja con un vídeo de los Wildebeests grabados en los estudios Circo Perrotti junto al mismísimo pirado de Jorge Explosion.



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