sábado, 7 de agosto de 2010

El gran legado de la oveja negra

Pacific Ocean Blue
Dennis Wilson - Pacific Ocean Blue (1977)


No sé si les habrá pasado, pero con frecuencia cometo el error de tomar por sabidas cosas que luego no son como pensaba. El error puede ser mínimo, tipo: "oh vaya, creía haberle dicho a fulanito que me trajera esto otro"; peligroso: "juraría que ese semáforo estaba en verde" o tremendamente temerario: "acordarse de que uno es daltónico, ser Macgyver y tener que desarmar una bomba con dos cables, uno rojo y otro verde". Como verán, en este sano despiste, como en casi todo en la vida: la intensidad del mismo es importante.

Pero no crean, también existen despistes en el ámbito musical, una lista interminable de conciertos que te perdiste porque "pensaste que las entradas no se agotarían tan rápido" o de discos de ediciones especial no reeditadas que podían esperar un día más en la tienda y que fueron a la estantería de otro (desde aquí un saludo, oh enemigo anónimo). En este nivel musical del que hablamos podría tener perfectamente su hueco el disco del que soltamos chorradas hoy, el nunca suficientemente ponderado Pacific Ocean Blue de Dennis Wilson. ¿Por qué podría formar parte este disco de esta clasificación de olvidos que me he sacado de la manga? (en un truco de polichinela que haría palidecer de envidia a Krusty el payaso), pues porque se trata del primer disco que salió al mercado de un Beach Boy en solitario y, más aún, no se trataba de un disco de Brian. Quién podía decir que no había dado por hecho que el primer disco de la familia sería de su miembro aparentemente menos dotado musicalmente, más rebelde y desinteresado por la música. Vamos, quiero ver esas manos. India no se me esconda...


Dennis Brian WilsonBrian y Dennis en el psicotécnico del primero. Aquí también le hubiéramos dado el carné aunque no viera tres en un burro, no se preocupen.



Pues sí, el álbum que casi por sorpresa sacó el bueno de Dennis fue el primero de la familia y, por si fuera poco, se trata (al menos para este humilde escriba) de una obra maestra. Obra maestra por ser un conjunto increíblemente equilibrado de melodía y pasión por la música. Por inclasificable y atemporal, por mantener relación con la música del grupo, pero al mismo tiempo suponer una revolución en ese aspecto y, sobre todo, porque nadie lo esperaba y, cuando eso ocurre, todo se disfruta todavía más. Este disco es uno de esos milagros que hacen que mi compañero 61&49 grite "brujería" al escucharlo (también le pasa con toda la tecnología posterior al CD, no se crean) y que encima fue objeto hace poco de una brillante remasterización en vinilo y CD. Las dos estupendas en contenido, diseño y con un respeto al material original mayor al casi reverencial que tengo yo al cartero (ya me vale, que es mi principal valedor en esto de la compra compulsiva de cosas a través de las redes).

Aunque estamos aquí para hablar de la música, no quería dejar de aprovechar este momento para hablar de un libro (al estilo Umbral) y es que por más que este humilde servidor les cuente, todo lo que quieran saber sobre los fabulosos Beach Boys y la fascinante (y también algo triste) historia de Brian Wilson se encuentra en el estupendo libro que José Angel Gónzalez Balsa escribió hace unos años y que es uno de los tratados más completos, subyugantes y entretenidos que he tenido sobre mis dos pies (sí, cada uno lee como quiere), autor al que tengo un aprecio especial por ser capaz de poner un título tan largo para algo, para uno que no sabe escribir sin subordinar algo, casi puedo decir que he encontrado un hermano.


Dennis WilsonParece ser que el poncho fue indispensable para grabar un disco tan bueno como este. Yo de momento he encargado ocho


Realizada la apreciación, volvamos al disco, que fue grabado sin que nadie le prestara mucha atención, casi como le ocurría a Dennis, que siempre fue el rebelde de los Beach Boys, así como Brian Wilson era el genio y Carl el de la voz de ángel, pero nunca estuvo bien considerado como músico. Sea como fuere, sí que es cierto que Dennis aprendió rápidamente cómo moverse en el estudio, grabó muchas de las partes de batería que en principio fueron atribuidas a Hal Blaine y asimiló influencias propias que no eran visibles a simple vista que le sirvieron para encontrar su voz (que no tenía mucho que ver con la de sus hermanos), pero que en el ambiente adecuado pudo desarrollarse hasta conseguir emocionar a los más duros seres con patillas. Su voz es como una especie de susurro grave que pincha donde más duele, más o menos como la apreciación de algún familiar consanguineo o no cuando te dispones a hacer algo peliagudo ( ver este vídeo para una mayor comprensión).

Dennis utilizó el estudio que tenía en Santa Mónica junto a Carl para sacar adelante sus canciones, alejadas del estilo surfero, densas, adultas, con un trasfondo musical que podía ir desde una tierna balada a piano, pasando por influencia del góspel. Un disco muy ambicioso que suena unas cien millones de veces más interesante que todo el material de los Beach Boys de la época y que ha envejecido de manera excelente gracias a unos arreglos arriesgados y un fondo musical tupido y hecho con mimo. Una obra maestra de aquel que sólo era el guapo del grupo (estigma que algunos tenemos la suerte de no soportar) y que que en realidad ocultaba un carácter sensible y apasionado bajo una máscara de minihostilidad, como Maude en los Simpsons.



Pero aunque sólo hablemos de Dennis, lo que hace tan especial este disco son sus canciones, tratadas con delicadeza de artesano y con colaboraciones de lujo que hacen que luzcan tan esplendorosamente como 'River Song', majestuosa pieza de gospel que va creciendo de manera progresiva hasta alcanzar cotas de disfrute máximas gracias a la profunda voz de en contrapunto con el coro y unos metales tremebundos. Una sutil y subyugante mezcla de Rock, Gospel y Funk. ¡La bomba! El disco sigue carburando gracias a 'What's Wrong', canción que tiene una deuda evidente con las canciones de Brian, pero que está llevada por un camino diferente. Aquí no hay armonías perfectas, pero sí una conjunción casi mágica de piano y metales (dos constantes durante todo el disco), una muestra de música animada que contrasta con la intimidad de 'Moonshine', influida directamente por la relación de amor y odio que Dennis tenía con su mujer en esos años. Siguiente canción, siguiente contraste. Una intro que recuerda a The Band y su Chest Fever, seguida por guitarras fronterizas tipo Ry Cooder y una gran melodía cantada con fuerza por Dennis, es 'Friday Night', agresiva canción que termina mezclando oportunamente con 'Dreamer', un Funk 'arrastraó' en el que bajo y la cantidad de teclados (con un Fender Rhodes magnífico) se te pegan al cuerpo de manera irremisible. Cuando decimos que este disco es moderno, además de por levantar polémica (si todo sale bien iniciaremos un hábil estratagema para conseguir más visitas al blog diciendo que Ninette y un señor de Murcia no es más que un plagio descarado de Kill Bill) es porque hay que recordar que estábamos en 1977, época donde el pop estaba reinventándose a sí mismo, el progresivo dilatando sus últimos años y el punk en la cresta de la ola. Dennis consiguió unir estilos y crear el suyo propio tomando las clases magistrales del pop que había aprendido en casa Wilson mezclándola con funk o jazz, adaptándola a su propia voz hasta crear paisajes tan sentidos e interesantes musicalmente como 'Thoughs of You'.


Dennis WilsonVenga, más rápido: "Cammmmmmpamento Krussssssssty", en el lago Gran Serpieeeente".


Aquellos que piensen que Dennis no era un gran vocalista debería repasarse 'Pacific Ocean Blues', donde su voz alcanza cotas de emoción rasposa que Joe Cocker llevaba buscando muchos años. 'Farewell my friend' es el inició de la última parte del disco, con Dennis consiguiendo el 'efecto Phil Spector' en las canciones, utilizando a parte de su Wrecking Crew pero dando una vuelta al concepto. El álbum termina con maravillas como 'Rainbows', muestra perfecta de que una buena melodía puede convertir casi cualquier cosa en oro y más si está arropada por una instrumentación (ojo cuando entra la mandolina) o la honestidad de 'End Of the Show', donde las armonías vocales del principio dan paso a una segunda parte in crescendo realmente apabullante.


Mis torpes dedos, unas letras de diferencia y Google imágenes nos enseña su magia


En definitiva; ya no tengo que ocultarlo: quien ha escrito estas palabras es un entusiasta del disco, ya que más allá del valor musical que le concedo reconozco que consigue ponerme la gallina de piel en varios momentos, algo que últimamente sólo logra Pixar en todo lo que hace, la esperanza de que llegue el milenarismo y recordar ese momento en el que 61&49 casi me dio la razón. Es bueno que un disco como éste, de alguien que no estaba destinado a hacer una obra maestra, también pueda motivarte de ese modo. Es la magia de la música y de casi todo lo que merece la pena.

Servidor: Megaupload. Contraseña: peluquin
---Pincha para ir al Pacífico---


Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verlein

Leer toda la historia y tal…