miércoles, 22 de junio de 2011
Un agradable rayo de luz para este verano: The See See
martes, 31 de mayo de 2011
Noticias de baja estofa (I): Sting
martes, 24 de mayo de 2011
7´´, 45 r.p.m. y cuatro pequeños trozos plásticos: The Jam
martes, 17 de mayo de 2011
Los Padres de la Criatura: Badfinger
Uno de esos días. Los de levantarse con la pierna izquierda (o derecha según la lateralidad cruzada con la que hayan nacido). No atinas con el despertador, pero sí tu muñeca con la mesilla, el perro se ha comido tus zapatillas y la avería de Gas Natural -que te tiene sin agua caliente desde hace dos días- sigue siendo registrándose como “incidencia”. Eres la misma persona que ayer, pero con rotura de escafoides, unas zapatillas babeadas y una temperatura corporal tan baja que asustaría a la comunidad médica. Y aun así sales a la calle convencido de que el día mejorará. Eres un espíritu inquebrantable, que es parte de las mejores cosas del ser humano y también un motivo por el que las razas alienigenas creadas por Douglas Adams nos miran con desdén. La conclusión es que poseemos una incombustible fe en que todo va a salir bien, incluso cuando el sentido común, la experiencia y un señor con tricornio y vestido de verde nos dice: “por aquí no se puede pasar”. Esto se da en nuestro vida, pero también en la música. Normalmente no se reparará en ello, pero Badfinger es el mejor ejemplo de este comportamiento que se me ocurre.
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Si se preguntaban a qué nos referimos en Garajeland cuando hablamos peluquines, lo hacemos exactamente de ESTO |
El grupo del que hablamos hoy se tenían mucha fe, es la única razón para que fueran capaces de dejar un legado tan importante (y en tan poco tiempo) con todo lo que tuvieron en contra. Quizás no sea del todo cierto decir que contaban con elementos en contra. Pongamos que todo a su alrededor se desarrollaba de tal forma que, lo más sensato, sería salir corriendo sin mirar sin llevabas las piernas depiladas. Hagamos una lista: son un grupo de Gales, un lugar donde por mucho que te pongas no puedes escribir mejor que Dylan Thomas, jugar al fútbol mejor que Ryan Giggs o vivir mejor que John Benjamin Toshack. Con esas premisas, a los buenos de Badfinger sólo les quedó dedicarse a la música. Seguimos con las cosas en contra: son uno de los primeros grupos en fichar por el sello Apple de los Beatles (que nacía como una gran idea comunitaria de empresa creativa y acabó teniendo un éxito pareció al Rascapiquilandia europeo), graban un primer disco y resulta ser un fracaso comercial. En sus primeros años tampoco parecía el grupo más estable del mundo (entre 1967 y 1969 cambiaron dos veces de guitarrista y una de baterista). Y este disco tuvo que competir en las listas con el Plastic Ono Band, All Things Must Pass o el Led Zeppelin II (y lo irónico es que colaboraron en dos de ellos...). Así pintaba la cosa.
Badfinger fichó por Apple cuando todavía eran los Iveys, grupo que ya contaba con Peter Ham y Tom Evans en sus filas y que se formó en los albores de los años 60. Tras unas cuantas actuaciones y ya con Mike Gibbins como batería comenzaron a tener cierta reputación como banda gracias a que sus canciones se revelaban como pequeñas perlas cultivadas de la música pop. Sin embargo, no fue hasta que Mal Evans (otro sexto beatle) les vio en un concierto y les fichara cuando comenzó su relación con la discográfica de la manzana, lo que para bien y para mal les cambió la identidad para siempre. Tras la firma, lanzaron su primer single, el fallido Maybe Tomorrow, que alcanzó el top ten en Japón, pero no en Inglaterra o EE.UU. El grupo, por su parte, se encontraba viviendo momentos duros: creían que Apple no hacía bien su trabajo y Ron Griffiths (guitarrista) tenía sus más y sus menos con Tom Evans, lo que acabó con el primero fuera de Badfinger. Pete, comprendió que les faltaba algo a su sonido, lo que me suele ocurrir a mí con el cus-cus cuando no le he puesto el conjunto de especias verdes, y llegóa a la conclusión de que el ingrediente X no era otra cosa que darle a algunas de las mejores melodías de pop de las islas la rasposidad de un buen riff de guitarra eléctrica. Una mezcla ésta del Pop y el Rock que hoy llamamos Power Pop y que nos parece lo más normal del mundo, pero que en esa época casi necesitó de un referéndum tipo "Sí a la 24" para consolidarse. Conviene recordar que en los 60 el Pop y el Rock eran compartimentos estancos excepto si los Beatles decían lo contrario (y en 1969 estaban ya muy ocupados autodestruyéndose).
Ya con la nueva formación (Joey Molland se unió al trío como sustituto de Griffiths) y con el grupo rebautizado como Badfinger ( nombre que viene de Badfinger Boogie, uno de los nombres que los Beatles barajaron para el With a little help of my friends) la cosa empieza a fructificar, primero gracias al single 'Come and Get it' escrito y producido por Paul McCartney. Un número uno que les lleva a grabar su segundo disco, el magnífico Magic Christian Music, una especie de tótum revolútum que incluía canciones de la banda sonora de la peli que protagonizaban Ringo y Peter Sellers, composiciones de los Iveys con nuevas grabaciones del Maybe Tomorrow (que en formato disco no había salido en ningún país anglosajón). Esta práctica, la de meter todo en una cesta y esperar que salga bonito y cohesionado por la gracia de Cthulhu, es el truco que llevan buscando esos magos bromistas que meten tu reloj en un pañuelo, sacan un martillo y muestran una amplia sonrisa mientras proceden con el elemento percutor y tú te das cuenta de que ni es una comedia, ni el mago se llama Splendini.
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"Por última vez, que no vamos a tocar Help" |
Tras ese disco, el camino de Badfinger parecía encauzado, así que no tardaron mucho en ponerse a grabar su tercer LP, No dice (una expresión originaria de los juegos de dados que viene a decir algo así como: “de ninguna manera”), de nuevo bajo la producción de Mal Evans con portada a lo mata hari y lleno de canciones de toneladas de talento. El nuevo sonido del grupo es identificable desde los primeros segundos de ‘I can’t Take it’, primera muestra de la maestría de Pete Ham como compositor: menos de tres minutos de fundamentos del Powerpop en los que se demostraba que el grupo iba a tener una capacidad casi mística de juntar el brío de las guitarras de Joey y Pete con melodías que rondarán tu cabeza con una facilidad inusitada. Después de este inicio, el disco sigue demostrando sus credenciales con dos canciones que desmontan todas las ideas preconcebidas que se tuvieran del grupo: ya no eran un grupo de baladas o, por lo menos, no únicamente; eran capaces de conjugar sus dos vertientes, como bien demuestra el cambio de 'I Don’t Mind' o 'Love me do', composición de Molland que además de un gran paso para poder diferenciarse de los Beatles (junto con otros detalles como que eran cuatro, melenudos, grababan en su sello y si cerrabas los ojos te costaba distinguir las voces de Tom y Pete de las de John y Paul) es una conexión directa con el nuevo sonido que estaban creando.
Llegamos a 'No matter what', que fue el primer single (tras un par de arreglos en unas nuevas sesiones de grabación dirigidas por el gran Geoff Emerick, ingeniero de los Fab Four). Una muestra majestuosa de cómo una buena canción puede convertirse en lo que marca la diferencia entre un gran disco y una absoluta obra maestra. No creo que nunca haya hecho una lista de todo lo que tiene que tener un canción para que ganarse mi atención, pero les puedo decir que No Matter What tiene todo eso y algunas cosas más de reserva: riffs de guitarra que te atrapan, la conjunción perfecta de tres voces trabajando las armonías eficazmente y un cambio (lo que empieza a partir de "Knock down the old gray wall") que conjuga al mismo tiempo la complejidad y la imposible sencillez de hacer un tema completamente adictivo.
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No pensarían que iba a resistirme a los encantos que Google Imágenes y su imparcial buscador |
Aunque si por algo pasó a la historia No Dice es por contener la canción más recordada de Badfinger, o mejor dicho, la canción de Badfinger que más conoce la gente, pero que nadie sabe de quién es realmente y que se añade a esa lista de canciones originales que son menos radiadas que sus respectivas versiones ('All Along the Watchtower', te miro a ti) Nos referimos a 'Without you', que alcanzó fama mundial gracias a la excelsa voz de Harry Nilsson (algún día le dedicaremos un algo a ese un borrachín entrañable) y a una versión de Mariah Carey no apta para diabéticos (a la que no dedicaremos ni un minuto más). La canción, que aquí tiene un tono más folk, deja a las claras el talento de la dupla Ham/Evans para componer (la estrofa es obra de Pete, mientras que el estribillo fue aportación de Tom, ya ven, repartido como buenos hermanos). Los siguientes cortes, como 'Blowdyn' son los últimos vestigios de los Iveys con su sonido antiguo, algo que Better Days rompe por completo gracias a un riff que recuerda en estética y sonido a los que Mick Ronson fabricaría para Bowie en esa época. Del mismo modo, 'It Had To me', supone uno de los mejores momentos de Badfinger, una canción que debemos a Mike Gibbins, el batería. De inicio emocionante, es una de esas melodías que parece que va a romper por alguna parte gracias a la interpretación de Pete y al que siempre, y no sé por qué, lo emparento definitivamente con toda la cara B del 1# Record Big Star. palabras mayores.
Final del disco para 'Believe Me' de Tom Evans, una aproximación -en cuanto a sonido e interpretación- a las canciones que John Lennon entregó para el álbum blanco: honestidad ante todo y, en este caso, un estribillo vibrante. Badfinger saben jugar como nadie con el fino equilibrio entre lo delicado y lo directo y Pete lo vuelve a demostrar con 'We’re for the dark', un fantástico mantra tocado por la inspiración de un genio compositivo, la diestra labor de producción de Geoff Emerick ( el sutil arreglo orquestal es una maravilla) e interpretada con una de las mejores voces que ha habido en este estilo musical. Una voz que podía llenar estadios y tocarte la fibra, ser el nexo de unión entre la exquisita educación victoriana y las pelis de golpes de Guy Ritchie.
Decir que Badfinger merecía mejor suerte, no es hacerle justicia del todo. Coetanos y fundadores del Power-pop sin pretenderlo y sin ser conscientes de ello, se les puede considerar a como uno de los padres de la criatura, quizás el menos reconocido de todos y, con seguridad, el de pasado más trágico: Pete Ham y Tom Evans se suicidaron (con unos pocos años de diferencia) por culpa de contratos no pagados y , para más inri, por los derechos de su canción más exitosa: 'Without You'. No sabemos cómo habría continuar su carrera, pero hay seguro dos elementos claves que seguro se repetirían: el talento y la peculiar inconsistencia del ser humano para hacer lo que parece que está destinado. En el caso de Badfinger, contaban con mucho de ambas.
Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verlein
viernes, 13 de mayo de 2011
Contacto con Tacto (XIV): Doctor Explosion


jueves, 21 de abril de 2011
Semana santa: esa época de torrijas, los Shins, o un disco de Elliott Smith.
La mano izquierda aquí y la mano derecha allá, si ahora tengo otro teclado detrás me convierto en Nacho Cano.
Si durante estas fechas eres de los que se emociona mirando el brote de las hojas de los árboles, bajas a pasear por el carril bici de tu ciudad cuando sale el Sol, las torrijas se convierten en un modo de alimentarse (y bien), y además esbozas una sonrisa cuando bajas a la calle sin paraguas y te cae un repentino chaparrón (y esto no me ha pasado hace unos minutos), tu elección se decantará por los Shins. Grupo de exquisitas melodías pop, optimista en su mayor tiempo y algo melancólico cuando hace falta. Las composiciones del bueno de James Mercer siempre navegan entre las armonías vocales y el soplo del aire fresco psicodélico para entregar un disco de debut pegajoso e inmediato que hará las delicias de los que quieran ser una persona mágica que habita en el país de la piruleta. En cierta película Natalie Portman decía “los Shins te cambiarán la vida”, no sé si tanto, pero pueden arreglar una cara de cartón en media canción.
En garajeland siempre apoyamos el chapuzón seguro, tanto o más que ponerse unos bañadores que se pondría el mismísimo Marichalar
Por el contrario, estás hasta las narices de estornudar por las alergias, ir al campo a ver en su hábitat natural a la ardilla reticulada es tu peor enemigo, las torrijas se te han quedado secas, te has jorobado el hombro cargando con una Virgen que ni siquiera ha pasado por tu casa a saludarte, o simplemente quieres hacerte una bola y sentarte en el sofá con una manta sobre la cabeza sin que cubra tus pies. En este caso Elliott Smith colmará tus exigencias sobradamente. No entraremos en detalle del fatal desenlace de este introvertido genio que dejó una discografía más que aprovechable, sólo decir que Either/Or es una muestra de ello, canciones casi nocturnas, otoñales más que primaverales (aunque esto admite excepciones o el post se va al garete) y conmovedor si éste se cuela por alguna zona sensible del oyente. ¿Qué el disco es tristón? Sí, y mucho, pero no por ello hay que abandonarlo como a aquellos calzoncillos largos con tirantes que ocupan el fondo del armario.
Elijan o no, quédense con ambos, puede ser un poco raro escucharlos a la vez, pero ya saben que con dos altavoces todo es factible, y si no que se lo digan a los cachivaches de la feria en donde el estéreo toma otra dimensión.
Servidor: Megaupload. Contraseña: peluquin
$$$Pincha & Either$$$ $$$Pincha & Inverted$$$
miércoles, 13 de abril de 2011
¡No puedo creer que lo hayan inventado! (III)
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No se fíen, estos dos traman funestos planes contra el Cuco, el Bobo y el Zarapito |
Dicho lo cual, en Garajeland hemos perpetrado este pequeño texto sobre lo que consideramos importante de esta nueva forma de escuchar música sin sacarla de la funda primero.
Guías "Sr.Mcmazo". Hoy: el Spotify
1) ¿Qué diablos es el Spotify?
Dado que se utiliza en un ordenador, que hay que instalarlo y que necesitas un ratón o un teclado para usarlo sería sorprendente que no fuera un programa para eso, para el ordenador. Una aplicación que te permite tener acceso a un catálogo musical de canciones musicovocales de ayer y hoy (ahora es cuando si me sale bigote me convierto en José María Íñigo). ¿Qué más hay que saber? Pues que te permite escuchar música al momento (más o menos), que es gratis (otro más o menos) y que el logo es verde (esto sí que sí).
Para hacer uso de él, no hace falta levantar a pulso un paso de Semana Santa, como pensaba 61&49, tan solo hay que descargarlo desde su página. Antes también era necesario que alguien te mandara una invitación, alguien que solía ser tu mejor amigo. Ya saben ustedes que los que te proporcionan las adicciones en este mundo suelen ser siempre los más allegados, ya saben aquello del ¿tú también, Bruto?
2) Primeros pasos
De acuerdito, ya está instalada la cosa. ¿Y ahora? Pues lo que recomendaría el Doctor Bartolomé Beltrán: probemos a buscar nuestra música favorita. Empecemos con algún grupo semidesconocido, de carrera irregular y que probablemente tuvieron un boom y luego ya pasaron a ser un Jaime Bores cualquiera. Verbigracia, los Beatles. Bueno, pues piénselo otra vez porque no hay ningún disco de los Fab Four en la base de datos. Antes de arrojarse por la ventana después de cantar cumpleaños feliz, pueden intentarlo con otra medianía tipo Led Zeppelin, de los que tampoco queda rastro alguno. A cambio hay tantos recopilatorios de Elvis Presley que es difícil no encontrar la canción que se andaba buscando. Y esa es la clave, que hay que buscar. Lo bueno es que aquí también contaremos con la ayuda del "quizás quiso decir", amigo inseparable para aquellos que hicimos muchos cuadernillos Rubio, pero nos faltaron las ediciones adaptadas al teclado.
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Así es como nos ven en Spotify, pero se equivocan, mis articulaciones no son tan flexibles |
Vale, entonces la clave es buscar (muchas veces te llevas sorpresas inesperadas, como encontrar a grupos poco conocidos y favoritos de este blog, como The Scruffs) y cuando encontremos algo que nos satisfaga, lo arrastramos a nuestra lista. Al mismo tiempo, cuando siempre podremos probar la opción: 'artistas similares'. Una característica que comparte la eficacia de aquel mito griego que te permitía ver el Plus con una antena hecha de papel de plata sujetada por tu hermano en ligero escorzo. En realidad, no es que no funcione, es que es todo demasiado autoreferencial (caramba, como este blog): eliges a los Real Kids, pinchas sobre The Dictators y cuál es el primer grupo que recomiendan... un carrusel que sólo satisfará a los amantes de las emociones fuertes tipo el tren de la bruja.
3) El concepto de lo aleatorio
Seamos sensatos, la aleatoriedad del Spotify es tan discutible como la representación pictórica de la dignidad de Kirk Van Houten. Hagamos una prueba empírica: dejen puesto el programa en una sesión de 3 horas; se supone que la probabilidad de que se repita una canción estaría pareja a que por está puerta apareciera Scarlett Johansson desnuda y con un maletín de billetes no consecutivos en las manos ( pausa del autor esperando el milagro), pues como si estuviéramos en una película de Iñárritu, la casualidad parecer ser lo habitual y puede darse el caso de que un grupo suene dos veces y sólo hayas escuchado dos canciones. Si creen que exagero, deberían haber visto mi cara tras sufrir por duplicado el Guantanamera de José Feliciano en cuestión de 10 minutos. En el momento que eso ocurre comienzas a creer en todo: en el heliocentrismo, en la zona-press de Aito y en que es solo un pinchazo y no va a doler nada. "Lo aleatorio y Spotify", cuando quieran hacen una tesis, me tendrán en primera fila tomando notas.
4) La publicidad
Más de 500 años de perfeccionamiento de las técnicas de tortura empleadas por la Inquisición Española (orgullo patrio, no me lo nieguen) han tomado forma, una muy perfeccionada, en el sistema publicitario del Spotify.
Supongamos que te toca explicarle a alguien en qué consiste el Spotify a una persona que nunca ha oído hablar de él, si les dices que el truco para escuchar música gratis es que: 'de vez en cuando se interrumpirá por cuñas publicitarias de 30 segundos', seguramente te contesten: 'no suena mal'. En ese momento, y no otro, es cuando los corazones se rompen y el Necromicón empieza a sacar muertos de las tumbas. En teoría unos pequeños cortes de publicidad por tener gratis todas las canciones del universo conocido parecería un trato más que justo. Les diré dos cosas acerca de esto: en teoría funciona hasta el comunismo, como dijo Homer y que pregunten sobre tratos a un tal Fausto, se ve que él hizo uno que también pintaba bien.
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Él también pensó que lo de "ponerle el Spotify" significaba otra cosa |
Sí, la publicidad es un peñazo. Es el modelo de la empresa y, si no lo es, debería serlo porque acaba por obsesionarte tanto que eres capaz de pagar por la versión premium e incluso, si es necesario, de donar a varios familiares a la ciencia para eliminar los anuncios. Si este estímulo condicionado no se estudia en las facultades de psicología de todo el mundo es que estamos perdiendo definitivamente el juicio. ¿Y por qué creo que la publicidad del Spotify podría unir al mundo frente a un enemigo común? Porque es malvada, pero con un nivel de maldad que deja a varios de nuestros más queridos dictadores de república bananera en malos de opereta. ¿No me creen? He aquí la tipología de los anuncios del Spotify que pueden aparecer entre, pongamos, el Mistic Eyes de Them y el Love & Happiness de Al Green:
1) Uno propio del Spotify: que suele venir acompañado de un señor locutor, probablemente con bigote, que te cuenta alguna característica de la aplicación. La cuña es perfectamente odiable desde el principio de la misma, porque todas ellas empiezan con un "hola" enunciado con un tonillo que se te queda inmediatamente pegado a tu cabeza y que comienzas a escuchar por todas partes. "Hola" en la frutería, "hola" en la cola del autobús, "Hola en cualquier sitio". Tras un par de días tu estado es parecido al de Homer con la "MOUdista" y al que MOudruga, Dios le ayuda.
2) El de los nombres cambiantes: en este apartado tienen cabida cualquier artista que tenga un politono entre los tres más descargados de España. Lo divertido del caso es que el anuncio vuelve siempre que habrías logrado olvidarte de él y, lo que es mucho peor, que te lo conoces tan bien que notas si han cambiado algo. Yo he sido víctima de tal proceso, tras cerciorarme de que Floraida (que no, no es una chica) cambió su nombre al mes de anunciarse en Spotify por Florida. En realidad, en ambos casos se referían al maromo de la foto, aunque yo en principio me pregunté si no sería un homenaje a Florinda Chico que nos dejó hace bien poco. En cualquier caso, conocerse al dedillo una publicidad y saber quién este señor ya es motivo suficiente para amargarnos el día. Si no me creen, prueben a poner su nombre en Youtube y, si no perdieron el valor como el león cobarde de "El Mago de Oz" , denle al play.
3) El de "Melendis": el Anibal Lecter de los anuncios del Spotify. Que alguien te obligue a escuchar el nuevo single de nuestro querido artista (antes con rastas, ahora con flequillo alisado) es ya de por sí un gran acto de crueldad; que lo hagan 3 y 4 veces en el día sin avisar es para que abran diligencias en la Haya. Si desconocen el significado y alcance de estas palabras: "Yo subo como la marea, yo bajo como la tensión" o no les han chirriado los dientes ante tanto verso libre pleno de talento: "mis sentimientos van en chándal, los tuyos visten de Dior" les diría que no se preocupen más: su vida es plena y feliz. No sé si las ventas del disco de Melendi subieron tras los anuncios en Spotify, pero sé de buena tinta que mucha gente pasó de la total indiferencia a pensar en formar parte de la antigua y mística sociedad conocida como los No-Melendi (con sus monos interpretando la batalla de Gettysburg y todo). Incluso hay un caso documentado por la benemérita que habla sobre un hombre que responde a las iniciales T.V. y que tras escuchar por cuarta vez en el día, tuvo una reacción parecida a la de Begbie en Trainspotting
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Declaraciones de Melendi a Garajeland: "Yo siempre a tope con lo mío" |
Así que ya saben, aquí les dejamos esta guía que seguramente no les haya aclarado nada (la especialidad de la casa), pero que esperamos les sirva para comprender mejor a los que piensan en "Spotify" como nombre de sus hijos y esos otros que lo ponen a la altura de una colección de cuadros de payasos tristes o como fuente de toda la depravación, protervia y malicia de nuestro universo. Desde Garajeland recomendamos usarlo con mesura, siempre acompañado por un vinilo bajo el brazo y, preferiblemente, con una recortada y una motosierra a prudencial distancia. Antes de dar al play recuerden este mantra: "mi nombre es Ash, electrodomésticos". Ha salvado vidas.
Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verlein
sábado, 9 de abril de 2011
7´´, 45 r.p.m. y un pequeño trozo plástico: Lyres

No obstante, todo el texto anterior podría invertirse por un comunicado en el que defendiéramos esta sección como una pequeña delicia, más si en ella se incluyen a los enormes e imprescindibles garageros de los Lyres. Afamado grupo bostoniano del revival ochentero, surgido de las cenizas de los extintos DMZ, en el que Jeff “Monoman” Conolly lidera a todos y cuantos músicos toquen tras él en ese momento. Lo de Monoman que yo sepa no es por su aspecto simiesco, sino por una habilidad sin par para tocar con una mano el órgano Vox que siempre le acompaña, agitar la pandereta con la otra, cantar con la boca, mover la cabeza a ritmo del cuaternario, un pie girarlo en sentido contrario a las agujas del reloj, y en sus ratos libres entre canción y canción tejer una bufanda de ganchillo según sea de fresca la ciudad en la que toca. Tan apañado él como su fama de tipo de complicados modales sociales.
Singles como éste, entregado por Dirty Water, demuestran que existen ocasiones en las que es muy complicado saber cual es cara A, y cual es cara B. Me inclino por “Don’t Give It Now” como primera opción, aunque no descarto cambiar de idea si el viento sopla del Noreste e invertir el orden por “How Do You Now?”. La indecisión personificada.
viernes, 1 de abril de 2011
Esos encantadores australianos (3ª): The Orange Humble Band
La merienda-cena fue un importante activo en la gestación de este disco. Los ganchitos y el plumón de aderezo de Stringfellow fueron simples erratas.
Tras el cierre consensuado de los Someloves, Darryl Mather, otro pequeño genio compositivo aunque de menor producción que Domenico Mariani, forma The Orange Humble Band con algunos modestos colegas. Básicamente estos compañeros son Mitch Easter, del grupo Let´s Active, y más conocido por ser el productor de los primeros REM, Pavement, todo dios del powerpop y de los ya citados Someloves; Anthony Bautovich, que a algunos les sonará de los Lonely Hearts o The Forrester; y Ken Stringfellow, media naranja en The Posies y que ha pasado por los renovados Big Star, REM, Minus 5, y ahora forma parte de The Disciplines. ¿Aburridos de tanto nombre? Sólo unos pocos más. Colaborando a lo largo de los dos discos de los anaranjados nos encontramos (entre otros) con canallas de la talla de Spooner Oldham (Neil Young o Aretha Franklin), Jody Sthepens (Big Star), Jamie Hoover (Spongetones), Dom Mariani, Don Dixon, Jim Dickinson… Creo que el curriculum (o currículo, ya saben que ambas formas están aceptadas aunque ésta última suene raro) de los supuestos humildes queda más que demostrado.
Stringfellow posa arropado con la colcha tejida por su abuela, sabiendo ésta última que iba a publicarse en garajeland.
Los dos discos de la Orange Humble Band son especiales. El primero es tan bueno como degustar la mejor galleta del mundo (la de su portada mismamente). Pop del fresco con algunas de las mejores canciones de powerpop que han sido escritas, como “Down In Your Dreams”, “It Doesn´t Matter” u otro punto de vista del “Can´t Get What You Want”. Humblin’ (Across America) es más ambicioso, aunque no lo graban en Rascapiquilandia lo hacen en los míticos estudios Ardent de Memphis, seguro que la biblia tiene alguna interpretación en la que obliga a grabar allí. Puede que la frescura powerpopera se pierda un poco en pos de composiciones más elaboradas, pero la calidad del disco no desciende no, no es como el paro. Las canciones están grabadas con clase y el mismo mimo que pone la gente que sabe estirar bien la sábana cuando hace la cama y pasa la mano por encima haciendo así… (Bien, creo que no están viendo lo que hago, pero echen imaginación).
Ken Stringfellow se destapa como un cantante espectacular porque en canciones como “Any Way You Wanted It”, “Annie Run Run Run” o “Skyway Believin’” él vale el peso del disco, y lo que se haya pagado por él. No se dejen engañar por la primera canción, un poco plomiza, el resto es deslumbrante, quince canciones divididas en tres partes, salpicadas de instrumentales con instrumentos, y algunas composiciones que pueden llegar a tocar la fibra: “What´s Your Crime”, “On Our Way Back Home”, “Better Just Fake It”, “ListenUp!”… imprescindible álbum para conocer de primera mano cómo se las gastan un grupo de orfebres cuyo cometido en esta vida no fue el de hacerse oír ante grandes aglomeraciones urbanas, era simplemente el de que uno se sentara a disfrutar con canciones de calidad mientras degusta uno de sus líquidos favoritos frente a los altavoces. O eso creo yo.
La producción de Darryl Mather sigue siendo, desafortunadamente, muy lenta (él mismo asegura que nadie quiere poner demasiada pasta para volver a grabar canciones del grupo), no obstante la logística volverá a reunir a los Orange Humble Band (en algún momento), homenaje claro a nuestros amigos anaranjados de tierras levantinas, que nos apoyan tanto que gracias a ellos aun no escribimos las crónicas de discos en el catálogo de ofertas del Hiper Usera, cerrando así un círculo donde las piezas van encajando.
Nota: Para que el placer sea logarítmicamente mayor, pinchen en el segundo enlace donde se encuentran los Bonus de la edición Japo. En mi CD pone tres canciones pero sólo vienen dos. La venganza del peluquín se está produciendo sobre mí.
Servidor: Megaupload. Contraseña: peluquin
miércoles, 23 de marzo de 2011
Esos encantadores australianos (2ª): DM3
El grupo que para cualquier motor buscador de internet te relaciona con el sistema internacional de medida es sin embargo el enésimo, y no por tanto aburrido, proyecto del peluquín más famoso de Australia tras la reina Isabel II (que es británica), Dom Mariani. El personaje musical más inquieto que se recuerda desde que Juan Antonio Pizzi decidiera pasar por cuantos clubes de fútbol son conocidos, es un vitamínico ejercicio de canciones sobresalientes, con powerpop a raudales y una pieza vinílica muy codiciada que puedes comprar fácilmente en ebay si dispones del presupuesto de defensa de algún país de centro América (por poner una exageración al uso).
Dom Mariani, un genio en la canción y con una tarima flotante divina.
Road To Rome supone el segundo disco de la alianza entre Mariani, Toni Italiano y Pascal Bartolone, tras el también recomendable One Times Two Times Three Red Light. Doce canciones que confirman a Mariani en dos aspectos: que su habilidad para escribir canciones de powerpop no tiene parangón, y que comparando, nos hemos dado cuenta de que los discos de Bruce Willis no eran tan buenos como pensábamos.
Abre el disco “Can´t Get What You Want”, indispensable pieza adrenalítica que puede conseguir perfectamente que el resto de discos de su estantería sean apartados para dejar un solo hueco para Road To Rome. Sigue con “Please Don´t Lie”, canción con toque acústica pero de final enérgico. “Speed Freak” es una de mis favoritas, como no podría ser de otra manera con un tema con ese título e inundada de guitarras. “Second Floor” es un estupendo hit (siempre quise decir hit alguna vez). “I Thought That You Were Foolin'” puede provocar el ponerse cachondo con ese pausado pop. “Dead Stars” es otra obra cumbre, con un sutil teclado que hará las delicias de hasta el más reticente al powerpop. “Soultop” comienza el fin del disco y uno ya alcanza el climax. “TV Sound”, un cierre del disco optimista y una forma triunfal de terminarlo. Todos los caminos no sé si conducirán a Roma, pero este disco conduce al cielo.
Amplia sonrisa, tres tipos, si no son los DM3 me ha vuelto a engañar el sistema de escritura por teclado
Un acierto más que se llevarse a las orejas. No duden en comprarlo a buen precio, aunque si realmente ya han participado en las pocas subastas que lo ofrecen en el ebay sabrán que inocentemente se pone una cantidad monetaria muy razonable, y que cuando vuelves con ilusión para comprobar si has sido afortunado no te queda más remedio que ciscarte en la peluca del tal j***k (508), que al parecer le sobran cincuenta eurillos más que a ti para encargar un disco.
Tras esta muestra de rencor del que suscribe, disfruten el disco, por vez primera en garajeland, robado. Sí, robado. Ahora nos dedicamos a la extorsión de las casas discográficas contando historias aburridísimas que no conducen a ninguna parte. Pero llevamos antifaz no se crean.
$$$Pincha & Please Don´t Lie$$$
$$$Y no se pierda la primera entrega de la trilogía con The Someloves$$$
Dom Mariani con DM3 estarán de gira estos días por toda la península. Esta noche en Coruña, en la sala Mardigras. El 24 de Marzo en Madrid, por la sala El Sol. El 25 de Marzo de Hondarribia, sala Psilocybe. 26 de Marzo en tierras murcianas por la sala 12&Medio. Y cerrarán visita el Domingo 27 en la sala Wah Wah valenciana. No se los pierdan, los precios son más que razonables.
sábado, 19 de marzo de 2011
Esos encantadores australianos (1ª): The Someloves
Los que siguen desde hace tiempo las disertaciones de este bloc tan vago, ya conocerán de sobra nuestra pasión por los Stems de Dom Mariani (al que aun no hemos exprimido lo suficiente), por el pop australiano en general, y por las australianas en particular. País y género musical que alcanzaron un punto álgido con la unión del susodicho peluquín de Dom Mariani y el pálido, pero mente y guitarra preclara, de Darryl Mather, en un grupo de producción tan escasa como imprescindible: The Someloves. Si nuestros más cálidos seguidores esperan nuestro lado más sucio y sórdido pueden esperar a que Don Verléin luzca su nueva cartera con cadena, o a que el señor de los numeritos vuelva a ponerse unos pantalones de cuero, y mientras lanzarnos un fuerte abucheo. ¡Buuuuuuuuuuarns!. Las próximas semanas el pop australiano se hará dueño de estas páginas. No descarten que alguno de ustedes pida doble nacionalidad hispano-australiana, nosotros ya hemos solicitado asilo político en Sidney, nueva patria querida.
La única foto oficial del grupo ha sido rescatada de la orla de Escuela de Buenas Domingas, protagonizada por el mejor grupo pop de siempre (y Cori Mateus)
Como ya comentaba, Someloves nace de la unión de Mariani, aún en los Stems de Perth, con un Darryl Mather que había militado en los Lime Spiders de Sidney. Lo que viene a decir, que es la unión de un grupo que fusionaba como nadie la energía del garage con el pop de briosas guitarras y otro que brillaba en el rock y que viraba hacía el Rock duro, motivando seguramente la marcha de un pájaro con tanta sensibilidad como Darryl Mather. Admirados mutuamente por sus respectivos grupos, y fascinados por otros como los Real Kids (de una de sus canciones toman el nombre de la banda) sería natural que esa unión fomentara unas tonadas dentro de los límites musicales que manejaban. Errata. El resultado es indudablemente de un pop de quilates, con sonido de guitarras cristalino y contemporáneo, y un indudable espíritu por las melodías de voces comparables a los cuatro de Liverpool, los niños de San Ildefonso y a alguno que haya sufrido a Brian Wilson en el estudio.
Tras la publicación de un single que todo el mundo debería escuchar como “It´s My Time”/”Don´t Talk About Us” (o incluso comprar si le sobra alguna decena de euros) graban su primer, y la postre de frambuesa único álbum, este Something Or Other, bajo la supervisión de un tipejo bastante espabilado en la producción popera como Mitch Easter. Un tratado de canciones de esas casi perfectas, del las que te reconfortan hasta el punto de querer mirar por la ventana con cara de buena persona, aunando el oficio que tienen los australianos para los grupos musicales y para los camiones de veintitrés ejes, con melodías de grupos muy recurrentes en este bloc: Beatles, Badfinger, Big Star, Easybeats y un largo etcétera.
The Someloves. Poca suerte con los buscadores de imágenes. Pero todo el mundo se abraza, incluso una chica y un rinoceronte.
Hay quién diría que lo que hacen estos dos canallas es powerpop. Que cada cual elija la etiqueta que más le guste, pero que siempre se ponga una rebequita si sale de noche, que luego refresca. Hay que escuchar “Melt”, quizás “sólo” un buen inicio; “Back On Side With You”, canción de suaves armonías vocales, perfectas y pulcras guitarras; “Know You Now”, un potencial single que podría ser puesto hasta la extenuación sin llegar a caer en el empacho; “Sunshine Glove” que es como me imagino que sería sentarse en el sillón más reconfortante del mundo. Canciones de dos artesanos musicales repletas de momentos perfectos, que no envejecen, y que incluso el paso del tiempo hace que cada vez suenen mejor.
Una lástima que tras sólo un álbum el grupo se fuera al traste. Darryl Mather no quería salir de gira porque éste se trataba de un grupo exclusivamente de estudio (hay quien especula con que Someloves no han tocado en directo ni el “tres hojitas madre”), Dom Mariani quería ir de viaje con la guitarra, y el sello al que pertenecen, Mushroom, dice que sin gira no les dan pasta para el siguiente álbum, y sin pasta para el siguiente disco ya no hay más Someloves para evitar que el tándem Mariani/Mather acabe como Pimpinela. Alguien podría pensar que tras la separación musical de sus protagonistas, todo acabaría en proyectos de poca alcurnia y linaje. Ni de coña.
Seguramente, los Someloves sean uno de los mejores grupos pop del Suroeste de Australia, posiblemente de las mejores melodías que han salido de las antípodas, quizás uno de los mejores discos que se han hecho en la historia, y no sigo por ese camino que me puede el sentimiento. Esto sólo son las instrucciones en tres capítulos, necesarias para pedir asilo político australiano, sólo con el primero no dudaría en hacerlo, pero quizás haya quien necesite dos más. Todo a su tiempo.
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