Sly & The Family Stone - There´s A Riot Goin´ On (1971)
En breve comienza el verano para todos y en garajeland ya empezamos la operación bikini; Tomás Verleín inicia su dieta del boquerón frito y el buen tiempo hace que su piel cambie de color rápidamente, de blanco a un poco menos blanco. Para ser justos, aquí el que escribe ya luce un precioso moreno calcetines blancos pese a salir a la calle en chancletas. Así que con la excusa de que nuestra piel empieza a mutar rápidamente comentamos nuestra clásica historieta semanal sin olvidarnos de nuestras negras raíces, un poco apartadas últimamente, y que vamos a reparar con un clásico del mundo Funk, el gafirulo y bien vestido de Sly Stone y familia que publicarían “There´s A Riot Goin´ On” en 1971.
Es muy habitual que haya formaciones musicales que compongan vinilos de campeonato en situaciones un tanto oscuras y depresivas, en este saco pueden entrar desde Nick Drake hasta los Rolling Stones, que en algunas grabaciones no se daban ni la hora. Siguiendo esta ley que bien podríamos habernos sacado de la chistera, este disco entra en el selecto club de “mal ambiente, mejor disco”. Tres años antes de grabar “There´s A Riot…”, Sly & the Family Stone vivían momentos de gloria, muy acorde al mundo hippie de aquel año 1968, el grupo de San Francisco fue invitado a (sorpresa) Woodstock, uno de esos conciertos en los que todo el mundo estuvo, más o menos como en la visita de los Beatles a España. Después de su actuación, que sería recordada como una de las mejores del festival, les empezaría a llegar el éxito masivo, todo parecía perfecto, su utópica formación funcionaba mejor que el arca de Noé, con blancos, negros, miembros, miembras y las mujeres en el grupo no eran adornos cual azafata de Marina D´Or (la hermana de Sly, Rose Stone, cantaba y tocaba los teclados, y Cynthia Robinson, tocaba la trompeta). Este desprendimiento de buen rollo no debió gustar mucho a los Panteras Negras, que por aquellos años no tenían el teléfono del Ministerio de Igualdad para desfogarse y la tomaron con el optimismo de la compañía familiar Hippie & Sly Stone.
Es muy habitual que haya formaciones musicales que compongan vinilos de campeonato en situaciones un tanto oscuras y depresivas, en este saco pueden entrar desde Nick Drake hasta los Rolling Stones, que en algunas grabaciones no se daban ni la hora. Siguiendo esta ley que bien podríamos habernos sacado de la chistera, este disco entra en el selecto club de “mal ambiente, mejor disco”. Tres años antes de grabar “There´s A Riot…”, Sly & the Family Stone vivían momentos de gloria, muy acorde al mundo hippie de aquel año 1968, el grupo de San Francisco fue invitado a (sorpresa) Woodstock, uno de esos conciertos en los que todo el mundo estuvo, más o menos como en la visita de los Beatles a España. Después de su actuación, que sería recordada como una de las mejores del festival, les empezaría a llegar el éxito masivo, todo parecía perfecto, su utópica formación funcionaba mejor que el arca de Noé, con blancos, negros, miembros, miembras y las mujeres en el grupo no eran adornos cual azafata de Marina D´Or (la hermana de Sly, Rose Stone, cantaba y tocaba los teclados, y Cynthia Robinson, tocaba la trompeta). Este desprendimiento de buen rollo no debió gustar mucho a los Panteras Negras, que por aquellos años no tenían el teléfono del Ministerio de Igualdad para desfogarse y la tomaron con el optimismo de la compañía familiar Hippie & Sly Stone.
"Si nos llevamos muy bien con Sly...en nuestra próxima fiesta va a ser la piñata"
Pasados estos años tan agitados, y después de grabar Stand!, los problemas con las drogas empiezan a minar al grupo, y especialmente a Sly Stone, que poco a poco va perdiendo la chaveta hasta el punto de contratar a guardaespaldas de buen expediente policial (ya se sabe; gente que ayuda a la iglesia grecorromana, cruzan de acera a ancianitas o te matan tres veces antes de caer al suelo, unas joyas vamos). La fractura con los demás miembros del grupo era evidente y sus conciertos ya eran del todo imprevisibles, no por la calidad de los mismos, sino de la aparición o no en escena del bueno de Sly, que era capaz de ponerse moino y resistirse a salir al escenario.
Con ese denso aire depresivo se gesta “There´s a Riot Goin´ On”, el resultado es un conjunto de canciones esenciales para la gente que mezclará Funk y Rock años después con mejor o peor gusto. Empezando a contar salen canciones como “Fammily Affair”, “Runnin´ Away”, “Just Like A Baby”, “Thank You For Talk To Me Africa” o “Luv N´ Haight”. Muchas de las canciones aun mantienen el espíritu de otras entregas anteriores, la seducción vocal y el inconfundible bajo de antes, ahora se funden con canciones más perversas, que te recogen en un rincón mientras lo escuchas y en las que los textos pasan de un positivismo absoluto a paranoicos versos políticos. Se rumorea en la sección de “Mentiras como Pianos” que Sly Stone llegó a decir que no recordaba el número de instrumentos que había tocado en este disco, lo cierto es que su grupo empezó a estar hasta las narices y muchos se tirarían del barco, especialmente dolorosos serían los abandonos del insustituible bajista Larry Graham o el batería original, Greg Errico.
Con ese denso aire depresivo se gesta “There´s a Riot Goin´ On”, el resultado es un conjunto de canciones esenciales para la gente que mezclará Funk y Rock años después con mejor o peor gusto. Empezando a contar salen canciones como “Fammily Affair”, “Runnin´ Away”, “Just Like A Baby”, “Thank You For Talk To Me Africa” o “Luv N´ Haight”. Muchas de las canciones aun mantienen el espíritu de otras entregas anteriores, la seducción vocal y el inconfundible bajo de antes, ahora se funden con canciones más perversas, que te recogen en un rincón mientras lo escuchas y en las que los textos pasan de un positivismo absoluto a paranoicos versos políticos. Se rumorea en la sección de “Mentiras como Pianos” que Sly Stone llegó a decir que no recordaba el número de instrumentos que había tocado en este disco, lo cierto es que su grupo empezó a estar hasta las narices y muchos se tirarían del barco, especialmente dolorosos serían los abandonos del insustituible bajista Larry Graham o el batería original, Greg Errico.
No estaban en crisis, sólo una desaceleración amistosa
En cualquier caso, y pese a que no se recuperarían después de este disco, Sly Stone ha dejado una lista de seguidores más larga que amigos a dejado el “Sheriff” Ginés en Coslada; Prince, Beastie Boys, o los raperos de Public Enemy lo pueden aclarar. Si tuviéramos que medir el talento de Sly Stone y a toda la familia que le acompaño en momentos de esplendor, solo podríamos compararlo con el tamaño de los flecos o las enormes patillas que gastaba Sly en sus conciertos.
Si alguien quiere conseguir los discos de este lunático genio está de enhorabuena, recientemente ha sido reeditada toda la discografía, especialmente el ya comentado “There´s A Riot…” o “Stand!”, ambos de buena calidad y a precios accesibles.
Que los niños no vean el video, en Woodstock iba la gente enseñando la pirindola
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