En ocasiones, contadas normalmente, tu vida se parece a una película de cine. Si esto fuera el país de la gominola pues normalmente todo sería tan insoportablemente bienhallado como en
. No me pregunten por qué, me río yo de la mente torturada de
. Sin embargo, durante un tiempo mi vida parecía discurrir por la misma senda que la de
. No lo digo porque sepa poner caras mejor que
juntos, sino porque durante un tiempo todo el mundo parecía saber algo que yo desconocía: todo el mundo parecía haber escuchado el disco que hoy dejamos en la rebotica y, lo que es peor, yo tardé una eternidad en darme cuenta de mi error y el Óscar se lo dieron a Shakespeare in Love. Encima.
Yendo un poco más al grano, les diré que habló del fundamental disco conceptual al cubo (y luego explicaré por qué) de
que al que podría calificarse como culo inquieto. Como les decía, un día una persona te habla de este disco, otro día ves un cartel de un concierto de Josh y al tercero empiezas a ver fantasmas por todas partes y a pensar que el mundo entero se ríe de tu apellido (como si navaelpijo fuera gracioso) y que el conductor del autobús tiene un extraño y oportuno acento del
. Tal campaña de acoso y derribo hizo que diera una oportunidad a 1972. Naturalmente, como soy un tío duro, traté de resistirme . Fueron los cinco minutos más largos de mi vida. Pasé del 'no está mal' al 'es tan bueno que es casi delirante' con un progreso que asombraría (de nuevo) al
Decía antes que era un disco conceptual por triplicado. Y ahora es cuando lo justifico: no sólo se llama 1972 porque
Josh Rouse se obsesionara para que sonara como lo hacían sus discos favoritos de esa época, sino que también era el año de su nacimiento y el de fabricación de la guitarra con la que están escritos los temas (
Fender Telecaster). Bonito, ¿no? Además,
Josh obligó a los músicos a vestir pantalones de campana para marcar copín y copete, llamar con teléfonos de góndola y proferir expresiones como "eres de plomo derretido". Por cierto, que aparte de un atrezzo de categoría (y una portada retro a la altura de lo que se esperaba) se rodeó de una nómina de músicos de sesión que no desmerecían a los que moraban por
Muscle Shoals o las oficinas de
Atlantic. Al mando de todo esto puso a
Brad Jones, reputado músico y autor de producciones cristalinas donde los instrumentos se ponen al servicio de la canción y de las intenciones del músico. Toma geroma pastillas de goma, ven ya me contagié del espíritu del setenta y dos.
Y Lo más abracadabrante del asunto es que salió bien, de hecho (y personalmente) diré que salió más que bien. Normalmente cuando se hacen tantos planes y se diseña todo al milímetro se va al garate con facilidad. En este caso no sólo no es así, sino que es difícil concentrar de una manera más acertada de reperesentar la variedad de estilos de la época. Para muestra, la espléndida
'1972', que da título al disco y nos deja perfectamente ubicados tanto por su sonoridad (vibráfonos sobre una suave melodía que va creciendo sobre la línea de bajo) como por su letra: "She was Feelin' 1972, groovin' to a
Carole King tune'. ¿Hay algo más pop y típico de los setenta que el
Tapestry de
Carole King? Seguramente no.
Josh Rouse ya ha dado muestras de entender de qué va el pop a las primeras de cambio, pero ahora se juega el salto mortal sin diñarla en la contagiosa
'Love Vibration', un híbrido entre el funk y el pop cuyo ritmo bebe directamente de los
Funk Brothers y culmina con un estribillo tan coreable que parece escrito para tal fin. Una locura de canción, sencilla y sublime al mismo tiempo que incluso se permite el lujo de colocar un saxo final señalando directamente a
Steely Dan. Como no sé qué más decir de esta maravilla lo culmino con: ¡qué viva el
Wurtlizer!
Lo mejor es que sólo acabamos de empezar y que ya no nos duele que Josh Rouse sea un cantautor, porque el tío que tiene
soul. Como se demuestra en
'Sunshine', vibrante amalgama de estilos, con tantos matices que cuesta catalogarla en alguno de ellos. Más fácil es decir que
'James' es el ejemplo perfecto de que los blancos sí la saben meter (mítica película donde
Woody Harrelson borda el papel de tonto y
Wesley Snipes utilizaba el vestuario que le sobraba a
Will Smith en el
Príncipe del Bel Air).
Josh Rouse es una admirador de
Curtis Mayfield y a él le rinde tributo con la exhibición de falsete contenida en esta canción. Si sumamos al conjunto flautas típicas del '
Black Explotation', un solo de guitarra que podría interpretar
Walter Becker y un final dedicado a la figura de
Marvin Gaye diríamos que
Josh sabe lo que se hace.
Este disco es un milagro, porque consigue desmontar todos mis falsos mitos sobre cierta música de los 70 que siempre afirmo no soportar. ¿Ejemplo?
'Comeback (light Therapy)', suerte de
funk mezclado con un estribillo y parte central más propia de la
ELO. ¿Reconoceré que me gusta? No puede negarlo. ¿Reconoceré después que tengo un disco de la ELO en mi colección? Lo haré a regañadientes. Quizás no lo piensen, pero lo que ha conseguido
Josh Rouse con esta canción y conmigo no lo hacen ni un ejército de terapeutas, ha eliminado mis prejuicios y por el camino me ha hecho recordar cuanto me gusta el bajo en las canciones (lástima no tenga el mismo amor por los bajistas, que como el alcohol, son la causa y solución de todos los problemas).
Josh y su cara después de recibir la visita de un inspector de billeterasLa última parte del disco es más tranquila, pero teniendo en cuenta de donde venimos, la mayoría (incluso los garajeros más recalcitrantes como un servidor) ya estamos con la banderita blanca, así que sucumbimos a la elegancia de
'Flight Attendant' donde la atmósfera que se crea con la combinación de piano y batería nos pondría en contacto con el momento donde
James Taylor peinaba flequillo para luego desmontarnos con un final tan inesperado como tremendo. Para finalizar queda
'Rise', con un porcentaje justo de épica que se adapta como un guante a la voz de
Josh, que termina de despegar cuando las notas son más agudas. Pop de manual, interpretado con gusto exquisito y con poca capacidad para decir que no me gusta. Has ganado una batalla decanito...
Josh Rouse dejó esta maravilla en 2003, se fue a casa; abrió una botella de
Weltenburger, dio tres saltos mortales hacia atrás (el último con rebote hacia delante), se volvió a sentar mientras juntaba sus dedos y decía 'excelente'. Eso es al menos lo que haría yo después tras realizarn disco tan bueno de un proyecto que lo que tenía todo para acabar en la estantería de la serie media al lado del de chotis y polka de
James Brown (un proyecto que se le fue de las manos lamentablemente).
Josh Rouse: "Vale, ya tengo una silla de madera y doy palmas, ¿pero cómo eran eso de las soleás?" Realmente
Josh siguió su vida nómada que incluso le llevó a pasar por
España y conocer a su actual novia, hacer un par de discos con inspiración en la horchata y las rosquilletas, otro en plan dúo, batir el récord de quitar la tapa del mando a distancia de la tele y volverla a poner (se lo arrebató a un amigo mío) y tocar más en España que en EEUU.
En 1972
Paquito Fernández Ochoa ganaba la medalla de oro, el
Watergate empezaba, se funda
Atari y
José María Carrascal ganaba el
Planeta (ni me pregunten el criterio obtenido para obterner estos datos), ahora también sabemos que es el nombre de un disco tan brillante, que se disfruta por su música y porque nos recuerda un año mágico, en el que podían coincidir cosas como
I'm Still Loving You de
Al Green o el
1#Record de
Big Star, el
Exile de los
Stones,
Harvest de
Neil Young,
Transformer de
Lou Reed,
Ziggy Stardust de
Bowie,
Can't Buy a Thrill de
Steely Dan o el
Superfly de
Curtis, por citar algunos. Por cierto, que también fue el año de nacimiento de
Conchita Martínez. ¡Maldita sea que gran año!
P.D.: mi abogado,
Lionel Hutz me indica que debo decir que puede que algunas de las actividades en
España de
Josh Rouse descritas por mí no se ajusten a la realidad, habrá premio para el que las adivine...
Vuestro amigo en el tiempo,
Tomás Verlein