Guided By Voices - Alien Lanes
En algún momento de la vida personal de cualquier señor de Tordesillas con una afición media por el trabajo y un gusto exquisito por el vinilo surge un pregunta importante: ¿los calcetines tienen asignados un pie en concreto?, es más, ¿me cargaré de un plumazo el orden del universo si por casualidad me equivoco? Posiblemente usted nunca se ha hecho tal pregunta, pero conviene cuestionarse primero las pequeñas cosas antes que las grandes. Mejor pensar en calcetines que en quién es el elegido para esto y aquello o que hay que ver cómo pesa el anillo. El protagonista de nuestra historia sí ha tenido que afrontar esas dificultades, hablamos de Robert Pollard y de su grupo, Guided By Voices.
El bueno de Robert era profesor de instituto a tiempo completo y apasionado y prolífico compositor de melodías (más de 1.000 tiene registradas el amigo) a tiempo parcial, empezó con el heavy metal, pasó por el powerpop, un poco de post-punk, sin olvidar el rock industrial y una pizca de pop (menú del día, ya saben). Todo muy normal, hasta que un día la duda empezó a buscarle como si de un libro prestado que no encuentres se tratase. Así, mientras todos nosotros nos levantamos ojerosos, nos desperezamos, subimos el despertador y apagamos la persiana (o al revés) Robert empezaba a caerle una gota de sudor frío por la espalda pensando si le tocaba a él ser el salvador del Pop y, lo peor de esto, qué teclas debía tocar para hacerlo. A menudo, la línea que separa la genialidad del anonimato es muy fina y, por desgracia, la diferencia de estar en uno y otro lado depende la visión de un tercero...
El bueno de Robert era profesor de instituto a tiempo completo y apasionado y prolífico compositor de melodías (más de 1.000 tiene registradas el amigo) a tiempo parcial, empezó con el heavy metal, pasó por el powerpop, un poco de post-punk, sin olvidar el rock industrial y una pizca de pop (menú del día, ya saben). Todo muy normal, hasta que un día la duda empezó a buscarle como si de un libro prestado que no encuentres se tratase. Así, mientras todos nosotros nos levantamos ojerosos, nos desperezamos, subimos el despertador y apagamos la persiana (o al revés) Robert empezaba a caerle una gota de sudor frío por la espalda pensando si le tocaba a él ser el salvador del Pop y, lo peor de esto, qué teclas debía tocar para hacerlo. A menudo, la línea que separa la genialidad del anonimato es muy fina y, por desgracia, la diferencia de estar en uno y otro lado depende la visión de un tercero...
Por ejemplo, nosotros hemos tenido ofertas del New York Times, De Mojo, del Washington Post (una oferta para que dejemos de pedirles trabajo o llamarán a la policía). Robert Pollard, sin embargo, ha vivido sin encontrar un mecenas hasta muy tarde, y ha tenido que currarse su propia carrera musical con su talento y una fe que haría palidecer la de un rabino.
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Y todo esto sucedió en 1980, cuando la banda se formó en Dayton (Ohio) mediante una serie de increíbles casualidades (como ser amigos, vecinos y que te guste por igual el rock, el punk y el pop) son honrados trabajadores por la mañana y maleantes, criminales de guerra y provectos hombres por la noche, es decir, músicos. Con una facilidad inusitada, Pollard y los suyos, graban casi cuatro discos tan seminales como este que nos ocupa. Se dice que Robert tenía la misma facilidad para sacar melodías que para encontrar complementos circunstanciales de modo a todas las frases que se le pusieran por delante. Tras otro magnífico esfuerzo, Propeller (1992), del que sólo se imprimieron 500 copias y cierto renombre en el circuito de bandas universitarias (del que REM y Sonic Youth también formaban parte), Matador Records decide apostar por ellos, Guided By Voices lanza entonces el glorioso Bee Thousand, donde llevados por aquella vez donde echabas una moneda de 25 en la recreativa y te ponía '99 credits', trataron de aprovechar la oportunidad dejando 20 temas en el disco y obteniendo una crítica muy positiva de la revista Spin. eso nos lleva a Allien Lines, segundo disco en la independiente y que supera el récord anterior con 28 canciones.
¿Y cómo es el disco? Pues una maravillosa sensación de espontaneidad, grabada con pocos medios (o sería más justo decir que con los necesarios), una reducción premeditada de los complicados mecanismos del pop a una sencilla melodía de poco más de un minuto. Pongan a Robert Pollard al frente del Gran Colisionador de Hadrones, lo reducirá todo a un 'consiste en lanzar aros'.
Guided by Voices conciben su música como pequeñas ráfagas, fáciles de asimilar pero que llenan por completo. Así es 'A salty salute'; una corta introducción difícil de explicar: suena mal y bien al mismo tiempo; un gran trozo de melodía envuelta en una voz quebrada, una guitarra sencilla y una batería más cercana a una caja de ritmos. 'Evil Speakers' sigue la misma senda, mientras que 'Watch Me jumpstar' introduce una guitarra furiosa y un coro tan beatle que sería una delicia escucharlo en la voz del tío Macca. Tan rápidas como las canciones son las variaciones de estilo. Nunca sabes que te vas encontrar tras la puerta número 2, lo mismo aparece una melodía deliciosa propia del pop-chicle de los 60 como 'They're not witches', la emparentada con REM 'As we go up, we go down' o una auténtica maravilla como 'Game Of Pricks', responsable de que el disco realmente anide en tu cabeza para siempre.
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Si cuando se hacen las listas de las mejores canciones de la historia se siguieran unos motivos relacionados con la calidad y no se rigiera todo por la ley d'Hont, Gaspar Llamazares estaría requetecontento y 'Game of Pricks' debería obtener un puesto alto. Probablemente sean los 1:33 minutos mejor empleados de tu vida, junto con aquella vez en que una división te salió sin decimales y todo porque aúna melodía irresistible por un lado y una especie de grabación claustrofóbica por otro; más propia de la calidad de los auriculares que te dan en el AVE, pero capaz de emocionar al más pintado. La canción te engancha por la solapa desde el primer momento, cortando la melodía como hacían los mismísimos Beatles en 'Can't Buy My Love' y termina con una de las frases más acertadas de toda la carrera de gran letrista de Robert Pollard: "And I never asked for the truth But you owe that to me" (Nunca te pedí la verdad, pero me la debes). Ahí es nada. Si han notado que la canción me gusta, de perspicacia van muy bien.
Pero no se vayan, estamos al principio del disco, todavía pueden disfrutar de la tranquila y fronteriza 'The Ugly', joyas como 'A Good Flying Bird', que fusiona la música popular de ambas orillas del charco, el homenaje a la honestidad brutal de las canciones de Lennon que es 'Pimple Zoo', pero orientando el tiro como lo haría Weezer. El disco puede que se pierda en un marasmo de canciones que sólo empiezan y terminan, a las que les falta el nudo, pero cada una supone una vuelta de tuerca al pop, original y revisionista a la vez, el pop de toda la vida -que como el bigote de Jose María Iñigo- no desaparece nunca. Así es, por ejemplo, 'Motorway', que convierte al grupo en unos Jam sin la urgencia de finales de los 70, pero manteniendo la regla de no ofrecer una canción de más de tres minutos. La estrategia de Robert Pollard le quitaría el premio Culebroni al bueno de Joey Tribbiani, porque el disco consigue que esperes al siguiente corte con verdadera ansia.
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Allien Lines es, incomprensiblemente dada la cantidad de canciones que lo forman, un disco para escuchar de un tirón. No exige comprensión ni la experiencia de Otto con las drogas alucinógenas, solo relajarse; es simplemente pop, pero sonando a The Clash como en maqueta, a los Beatles en Lo-fi, a algo nuevo, a algo viejo y a algo azul (se me va, perdonen). Guided By Voices son dignos miembros del egregio club de la pirindola fundado por mi compañero 61&49. Quizás no sea el álbum más perfecto ni el que mejor suena del grupo (sí, parece grabado con el micro de mi primer Sony), pero es un disco mágico. En el pop suele ocurrir que cuando un grupo que aparentemente sólo conocías tú se hace conocido pierde parte de la magia que tenían, parece que no nos gusta compartir nuestros secretos. Con Guided By Voices no ocurre así, cada disco suyo está vivo, siente, piensa y te pediría la paga si te descuidaras. En definitiva, puede que Robert Pollard (junto con Mitch Mitchell y Tobin Sprout, autores de muchas canciones) no salvaran el pop, pero nos dieron 28 formas de hacerlo y si ha logrado que leas hasta aquí y que te hagas con un disco como éste (si lo encuentras claro) han estado muy cerca de conseguirlo. Estar muy cerca de conseguirlo es más de lo que podemos decir la mayoría.
Aquí, la versión del disco de Game Of Pricks
Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verléin
2 comentarios:
Verlein, si el disco es la mitad de bueno que la reseña que has hecho me lo compro en vinilo, lo enmarco y lo cuelgo en la pared de mi casa. Que bien escribes, jodio.
mamá, te he dicho mil veces que no te robes los seudónimos de la gente para ensalzar mi trabajo...
No, en serio, muchas gracias, pero inmerecidas señor esquimal onanista. El disco es tremendo, es un grupo tremendo y me daría en adopción a Robert Pollard si fuera necesario.
Por cierto, si consigue encontrar el disco en España, avise, porque hordas de fanes de Guided By Voices acudirán a la tienda con estacas y antorchas hasta conseguir el trofeo.
Muchas gracias de nuevo y sigan visitándonos, no se arrepentirán y si lo hacen no nos digan nada, que somos muy sensibles.
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