Sala El Tempo (Madrid) - 20/09/2008
Queridos niños y niñas, reactivamos esta nueva sección en donde daremos cuenta de los festejos, fastos, guateques y saraos que la pobre economía de los 'siñores' dueños de este modesto bloc les permita. Para abrir boca, nada mejor que empezar con la mejor banda de soul y funk de España (y nos quedamos cortos): The Sweet Vandals.
En el primerísimo de los lugares, hay que decir que si a la salida del concierto hubiera aparecido un vendedor de camisetas con el lema "yo sobreviví a otro concierto de los Sweet Vandals", una servidora (en homenaje a los alemanes de Top Secret!), la hubiera comprado con orgullo. Las cosas claras: los Sweet Vandals se merecen tocar en sitios más grandes y su público no estar apiñado en una sala que no puede albergar tal cantidad de gente, es una cuenta fácil tipo "Uno, Dos, Tres": 200 personas colocadas en un recinto de poco más de 200 metros toca a un metro cuadrado por persona (por si se lo preguntan llevo puestas las gafirulas grandes y la minifalda). Seguramente los buenos de Mayka, Santi, Javi y compañía deben mucho a locales como El Tempo, pero tienen que pensar en su público (¿y quién piensa en los niños? que diría la mujer del reverendo Lovejoy) y que ver y bailar el concierto pegado cual mejillón y empapado de sudor tendrá cosas buenas (se conoce gente interesante a través del calor corporal, nuestro compañero 61&49 bien podría contarles más de una aventura en alguna sauna de la capital), pero tampoco creo que esté recomendado por la Organización Mundial de la Salud salir en semejantes condiciones al frescor madrileño de septiembre; tiene el mismo efecto que andar por casa sin zapatillas en pleno invierno: una bronca monumental vía materno filial, quiero decir, un resfriado perrero de esos que no se quitan. Señores promotores, miren más allá de sus propias narices y contraten a estos muchachos, que fácilmente son la banda más en forma de España, son muy simpáticos y ocupan poco (en el caso de Javi y su batería o el señor que esté al cargo del Hamón ibérico algo más).
Una vez hemos quedado con las quejas propias de los achaques de la edad, vayamos al tema que nos ocupa. Cuando uno encara un concierto de los Sweet Vandals le caben pocas dudas: son una gran banda. Su sonido es potente, abrasivo, pero preciso e infeccioso, te entra por las orejas, te sale por los pies y en el tránsito tu cuerpo comienza a hacerte bailar como si tus piernas no fueran del cuerpo. Los Vandals lo saben y, conscientes de ese poder, lo utilizan indiscriminadamente hasta el punto de que llevan a la máxima expresión el cómo tiene que ser una gran actuación: empezar como si fuera el fin del mundo y desde ahí hacia arriba. En términos prácticos, eso significa que después de un larga intro instrumental (donde Santi 'Sweetfingers', Javier 'Skunk', Yusepe y Santi 'Diamond') alargaron una secuencia de bajo y batería hasta más allá de cinco minutos (son tan buenos que uno tiene la sensación de que también podrían tocar con esa maestría comiendo un plato de callos, por ejemplo). A partir de ahi, y ya con Mayka y su voz del profundo soul en el escenario, ametrallaron al personal con los cortes de su primer disco, sin pausa para pedir una botella de agua en el avituallamiento más cercano sonaron 'I Got You Man', 'Charlie Love' con su intro característica en la batería, 'You're Gettin It' o la gran versión de 'Papa (Mama) Got A Brand New Bag'. La banda sólo bajó el pistón para presentar las canciones que formarán parte de su segundo largo y dar un respiro al respetable (que se considera respetable aunque yo formara parte de él). Quienes se pregunten si va a superar a su predecesor, que no se preocupen: los temas más recientes mantienen el estilo del grupo ha creado y amplian horizontes, recurriendo a Sly and The family Stone o a unas Ronettes pasadas por la turmix de la psicodelia o incluso el rock más ácido. Un gran concierto en el que todos los protagonistas tuvieron su momento para destacar (sobre todo Yusepe, el guitarrista que no suele destaparse tanto) y en el que los Vandals demostraron que les sobra clase, tablas y una nutrido grupo de seguidores dispuestos a pasar las de Caín para bailar una serie de ráfagas funkeras, aquí les dejamos un botón de muestra gracias a youtube y les recomendamos encarecidamente que acudan como ratas al queso al próximo evento de este sin par grupo... pensándolo mejor no vengan, lo mismo así hay forma de ver un concierto de estos grandes sin que uno tenga la sensación de ser una figura de tetris (cuando te toca la que tiene forma de 'Z' la cosa está un poco chunga).
61 & 49 y Tomás Verléin, todavía con Aquarius en vena tratando de recuperar líquidos
En el primerísimo de los lugares, hay que decir que si a la salida del concierto hubiera aparecido un vendedor de camisetas con el lema "yo sobreviví a otro concierto de los Sweet Vandals", una servidora (en homenaje a los alemanes de Top Secret!), la hubiera comprado con orgullo. Las cosas claras: los Sweet Vandals se merecen tocar en sitios más grandes y su público no estar apiñado en una sala que no puede albergar tal cantidad de gente, es una cuenta fácil tipo "Uno, Dos, Tres": 200 personas colocadas en un recinto de poco más de 200 metros toca a un metro cuadrado por persona (por si se lo preguntan llevo puestas las gafirulas grandes y la minifalda). Seguramente los buenos de Mayka, Santi, Javi y compañía deben mucho a locales como El Tempo, pero tienen que pensar en su público (¿y quién piensa en los niños? que diría la mujer del reverendo Lovejoy) y que ver y bailar el concierto pegado cual mejillón y empapado de sudor tendrá cosas buenas (se conoce gente interesante a través del calor corporal, nuestro compañero 61&49 bien podría contarles más de una aventura en alguna sauna de la capital), pero tampoco creo que esté recomendado por la Organización Mundial de la Salud salir en semejantes condiciones al frescor madrileño de septiembre; tiene el mismo efecto que andar por casa sin zapatillas en pleno invierno: una bronca monumental vía materno filial, quiero decir, un resfriado perrero de esos que no se quitan. Señores promotores, miren más allá de sus propias narices y contraten a estos muchachos, que fácilmente son la banda más en forma de España, son muy simpáticos y ocupan poco (en el caso de Javi y su batería o el señor que esté al cargo del Hamón ibérico algo más).
Los vandals en su apogeo, instantánea sacada mientras el fotógrafo tenía un intercambio cultural con Australia, una par de zarandeos después consiguió pillar a Javi, Mayka, Yusepe y Santi (no hubo suerte para el señor del hamón)
Una vez hemos quedado con las quejas propias de los achaques de la edad, vayamos al tema que nos ocupa. Cuando uno encara un concierto de los Sweet Vandals le caben pocas dudas: son una gran banda. Su sonido es potente, abrasivo, pero preciso e infeccioso, te entra por las orejas, te sale por los pies y en el tránsito tu cuerpo comienza a hacerte bailar como si tus piernas no fueran del cuerpo. Los Vandals lo saben y, conscientes de ese poder, lo utilizan indiscriminadamente hasta el punto de que llevan a la máxima expresión el cómo tiene que ser una gran actuación: empezar como si fuera el fin del mundo y desde ahí hacia arriba. En términos prácticos, eso significa que después de un larga intro instrumental (donde Santi 'Sweetfingers', Javier 'Skunk', Yusepe y Santi 'Diamond') alargaron una secuencia de bajo y batería hasta más allá de cinco minutos (son tan buenos que uno tiene la sensación de que también podrían tocar con esa maestría comiendo un plato de callos, por ejemplo). A partir de ahi, y ya con Mayka y su voz del profundo soul en el escenario, ametrallaron al personal con los cortes de su primer disco, sin pausa para pedir una botella de agua en el avituallamiento más cercano sonaron 'I Got You Man', 'Charlie Love' con su intro característica en la batería, 'You're Gettin It' o la gran versión de 'Papa (Mama) Got A Brand New Bag'. La banda sólo bajó el pistón para presentar las canciones que formarán parte de su segundo largo y dar un respiro al respetable (que se considera respetable aunque yo formara parte de él). Quienes se pregunten si va a superar a su predecesor, que no se preocupen: los temas más recientes mantienen el estilo del grupo ha creado y amplian horizontes, recurriendo a Sly and The family Stone o a unas Ronettes pasadas por la turmix de la psicodelia o incluso el rock más ácido. Un gran concierto en el que todos los protagonistas tuvieron su momento para destacar (sobre todo Yusepe, el guitarrista que no suele destaparse tanto) y en el que los Vandals demostraron que les sobra clase, tablas y una nutrido grupo de seguidores dispuestos a pasar las de Caín para bailar una serie de ráfagas funkeras, aquí les dejamos un botón de muestra gracias a youtube y les recomendamos encarecidamente que acudan como ratas al queso al próximo evento de este sin par grupo... pensándolo mejor no vengan, lo mismo así hay forma de ver un concierto de estos grandes sin que uno tenga la sensación de ser una figura de tetris (cuando te toca la que tiene forma de 'Z' la cosa está un poco chunga).
61 & 49 y Tomás Verléin, todavía con Aquarius en vena tratando de recuperar líquidos
2 comentarios:
Creo que mientras subía la cámara de fotos cual trípode profesional, un señor-ficha en forma de T adoptó posición en forma de arrimar el pizarrín, menos mal que mi estructura de palo largo na da pie a ningún encaje chechual. Por cierto, que dolor de pies después de tanto moverse y ser movido en ese gran concierto (una vez más con estos tipos).
No tenía dudas de que tú eres el palo largo, sólo salías cuando tenías una línea, luego cuando hacías falta (cuando ibas a por el tetris) si te he visto no me acuerdo.
Algún día estos buenos señores (y señorita) nos tendrán que explicar cómo lo hacen para sonar tan bien en cualquier local, circunstancia o situación. Yo apunto a la magia negra, bueno siempre apunto a eso, pero ahora más. Pedimos una entrevista?
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