viernes, 1 de octubre de 2010

Una crónica de Turborock sin recurrir a la palabra turbo para explicarlo

Imprescindible festival el que se proponía para este mes de Septiembre, casi surgido de la nada y con un cartel que despertaba sueños húmedos entre los integrantes de este bloc. Su propuesta era juntar a un buen puñado de grupos de la escena clásica del rock y el garaje, en un recinto donde los músicos no los ves como alejadas cagarrutas entre un mar de peluquines que se sitúan entre tu persona y los treinta metros de distancia al escenario; con la ventaja de que no sufres incómodos cacheos de la mochila por si el bocadillo de atún con pimiento decides arrojarlo con fuerza al guitarrista de cualquier grupo, confundido en la distancia con, por ejemplo, David Bustamante; donde los precios por un vaso de plástico de cerveza no son ligeramente inferiores al producto interior bruto de la isla de la Gomera; y que su localización sea en un pequeño pueblo de los valles pasiegos, en donde los vecinos más cercanos alucinaban desde sus ventanas intentando adivinar (luces apagadas del salón) qué hacían esa panda de hippies con patillas en un viejo mercado del que salía un ruido infernal. Sólo faltó la aparición de Sharon Stone en sus años mozos para que el sueño se hubiera consumado, por lo demás, el festival pasó con nota su primera entrega (por supuesto, opinión que sólo hemos contrastado con la propia y con la que estamos en mutuo acuerdo).


Instantánea tomada al grito de "frena, frena conductor conductor con". Nota: Es posible que los Fruitis no estuvieran en ese momento pasando por allí


Llegada el Viernes por la tarde, es entrar en Cantabria y en lo que más pensábamos ni siquiera era en que grupos iríamos a ver, no, son los efluvios de un viaje al Norte lo que nubla nuestra mente en el oscuro y verdadero motivo de este viaje: comer hasta llegar al concierto de los SOOL y que la gente se haga fotos con nosotros pensando que somos el amigo Ebbot Lundberg. Los primeros en pasar por nuestros oídos el grupo australiano The Meanies, con un cantante que no paró de tirarse al suelo berreando cual Iggy Pop, nos dejó la sensación de que al día siguiente viajaría a Valencia con un ligero dolor en el morroplastio izquierdo y hematomas de grado tres en cuello, zona lumbar, tronco en general y peritoneo en particular. Aunque francamente entregados al público, nuestra sensibilidad pop no se sintió del todo cómoda con los aussies.


Verdadera protagonista del segundo día de conciertos. Hay quién pensó que eran los Redd Kross y quien dijo que de ahí salían cien platos de almóndigas (nos disculpen nuestros amigos vegetarianos)


El siguiente ya era plato fuerte: Los Coronas. Una vez más, soberbios. Cada día tocan mejor y ya es decir, eficaces en las deficiencias de sonido terminaron por llevarse el primer gran aplauso de la jornada. Hubo poca charla de Fernando Pardo debido a las limitaciones de tiempo, una pena, porque este hombre suele ser bastante dicharachero y saleroso.

Le siguieron el grupo hermano Sex Museum, rockeros de grado cuatro, con Miguel Pardo deleitando al personal con unos pasos de baile bastante singulares. En mi opinión varios pasos por detrás de Los Coronas en cuanto a concepto de concierto, aunque nada se puede achacar a las buenas maneras a los instrumentos de estos clásicos malasañeros. Entre medias nos perdimos a los Muffs, nos pudo el sentir del estómago y sólo llegamos a ver la última canción de un concierto al parecer tan corto como el número de féminas presentes sobre las tablas durante el fin de semana.

El penúltimo concierto de la noche fueron los esperados Hoodoo Gurus, banda que perdió el pelo en la cabeza en pos de la fabricación de pelucas para los seguidores de Mago de Oz. Como buen grupo australiano estuvieron correctos a los instrumentos, con una gran selección de temas, donde sonaron todos sus clásicos, siempre de agradecer para los que como un servidor no ha catado sus entregas más recientes. Lástima que no llegaran a meter en calor a los miembros de garajeland, seguramente aletargados por cada salida al exterior del mercado, con típica meteorología cántabra a comprar unas monedas canjeables en bebida o en el tren de la bruja, nunca estuvo del todo claro para que servían.

Última parada del día, los Redd Kross, razón principal por la que peregrinaríamos a Sarón con un chándal de felpa y unas zapatillas Paredes de color mostaza recicladas de la incineradora de Valdemingómez. En nuestra opinión (nunca del todo fiable de dos devotos de la banda californiana) lo mejor del festival. Se comieron todo lo anterior desde las primeras canciones, estos punkarras camuflados en hacedores de canciones pop que se pegan como el chicle no dejaron lugar a dudas: los Redd Kross nunca fallan. Denunciable fue el tiempo del concierto, no sabemos si culpa del señor que estuvo todo el fin de semana controlando el cotarro desde una silla de jardín, pero faltaron una treintena de canciones más para que nos hubieran dejado mejor cuerpo.


Los Wildebeests, no bajo lo que podría parecer un crucifijo, no, es la clásica viga acolchada que todo buen arquitecto propone para una reforma parcial en casa



El sábado empezó con la pérdida (una vez más) de ver a Muck And The Mires, motivado por la ingente cantidad de comida que nos pegamos (prueben al menos una vez en su vida las fabes con hongos y de postre un digestivo de orujo) fue necesario el repose de la misma si queríamos mantenernos en pie más de diez minutos de concierto. A la llegada nos topamos con la agradable sorpresa de los Wildebeests, tocando “Comanche” en un claro y no reconocido homenaje al desaparecido Enano Buceador. Gran sonido el desplegado, y unas canciones garajeras y rockanroleras muy del gusto de los responsables de estas líneas. No esperábamos menos de un grupo que cuenta en sus filas con ex miembros de los Kaisers o los Milkshakes. En busca y captura de sus vinilos andamos ante tan gratas sensaciones.

El siguiente turno fue para el combo de Soul de JC Brooks, de los cuales aparcamos junto a ellos a la llegada al recinto y pudimos comprobar de cerca que el traje que llevaba se lo habían prestado del fondo de armario de Amar en Tiempos Revueltos. Impresionante y sobrado sobre el escenario, con un solo disco a sus espaldas se llevaron una de las ovaciones del respetable patilludo y patilluda allí congregado. Menudo tío.

Sacrificados por una merienda-cena quedaron los Right Ons, con tiempo marcado para no perdernos a los Young Fresh Fellows, unos tipos tan queridos por nosotros que hasta se les perdona que no estuvieran en uno de sus mejores días, perros viejos ellos se dieron cuenta y para la segunda mitad del concierto volvieron a hacernos sonreír como sólo ellos lo saben hacer. No faltaron los saltos de ese niño grande llamado Kurt Block, los redobles de Tad Hutchison mientras se cruza de piernas y todas esas pequeñas locuras que les hacen únicos.



Nótese que la gente de la banda izquierda se muestra animada, todo lo contrario que los de la banda en donde jugaba Chendo, que saben lo que se les viene encima


Con nuestros sentidos empezando a notar el aletargamiento entraron a escena los Vikingos de los Soundtrack Of Our Lives, un valor seguro en cualquier concierto, boxeadores curtidos en mil batallas suelen dejar noqueados al personal con ese muro instrumental infranqueable y la presencia del gigantón sueco Ebbot, que protagonizó el momento delicado de la noche arrojando sus cinco mil onzas de peso hacia el público, motivo por el cual a nuestro amigo Johnny Lebrel le han diagnosticado una médula espinal en forma de alambre de espino. No sé si estuvieron mejor o peor que en otras ocasiones, pero servidor se lo pasó pipa.

Para el final quedaron los medio grungeros Mudhoney, demasiado para nuestro ya curtido pabellón auditivo, no le dimos muchas opciones de que nos convencieran sus innumerables chillidos y la parquedad en palabras de Mark Arm, al que faltó un “Buenas Noches” para dejar por los suelos la educación de la casa Windsor.

Experiencia gratamente positiva, sólo falta para el año que viene un par de paseos por el escenario de Sharon Stone, cuyo pero es (que nos perdone en este apartado el colega Charlie Don´t Surf) que el sonido es francamente mejorable, pero todo se arregla con una moqueta de la buena en las paredes, una mano de pintura y unos ingenieros de sonido que no se empeñen en que acabemos como el bueno de Hans Topo en este vídeo. El año que viene ya estamos pensando en volver, aunque toque la clásica orquesta de canciones populares a la flauta dulce en clave de Sol, cargar el coche de quesos de Liérganes, unos sobaos de kilo que podrían sustituir en un momento dado a los azulejos de la cocina y esa agradable sonrisa que te deja un fin de semana a base de tan recomendables variedades gastronómico-culturales. Si un día de estos se encuentran por la calle a alguien con una pulsera verde recubierta de azulado moho y cierto aire a cara de anchoa, no duden en saludar, somos alguno de los miembros de garajeland.

Se os deja con un vídeo de los Wildebeests grabados en los estudios Circo Perrotti junto al mismísimo pirado de Jorge Explosion.



6 comentarios:

Torrente dijo...

Benditos sean los Redd Kross, de haber sabido que estas mentes preclaras iban al festival a tiempo, me hubiese apuntado sin rechistar, sólo por ver a los californianos, para mi... auténtico atractivo del cartel, además de Sex Museum y Los Coronas que nunca fallan.
Lo malo de las tierras del Norte es que se come de puta madre y eso pasa factura en los conciertos. Aunque me temo que el tiempo no acompañó, pero eso ya sería pedir demasiado... je, je, je. Un saludo.

Charlie don't Surf dijo...

Hacía tiempo que no salía de un festival de rock con una sensación tan agradable, probablemente porque no había generado expectativas en particular y lo que nos encontramos fue algo bueno y natural. Sin tener demasiada relación, me ha hecho recordar aquella lejana/añorada 1ªedición del Serie Z.

De cualquier forma, cualquier excusa es buena para viajar al norte. Si la música no da la talla, siempre te queda la comida, el mar y mil cosas más. Si saliera más el sol por allí, lo tendrían todo.

Un esquimal onanista (como otro cualquiera) dijo...

Ya me hubiera gustado pasarme a ver a los Red Kross, pero en esas mismas fechas caen las fiestas del pueblo yeso es más sagrado que el tupé de Elvis. Una pena haberles tenido tan cerca del polo y no haber podido acercarme a saludarles.
Que disfruten del gazpacho de hongos caballeros. En breve les comento como se merecen, que les tengo abandonados.

Charlie don't Surf dijo...

Es que lo de los hermanos Ronald McDonald fue entrañable. Ellos también tienen sensibilidad pop pero en el mercado sus guitarras soltaban chispas. Deleitaron a todos los "homo noventus" allí congregados.

Los Majonei, sin ser mi rollo, hicieron un concierto con mucho nervio, sonaron con un punto diabólico que a mi me cogió por sorpresa, a pesar de que la mayoría ya estábamos pal arrastre.

Respecto al sonidaco del festi, conviene rectificar. La próxima vez llevaré tapones por si acaso, creo que mis oídos todavía no se han recuperado del todo. Estoy planteándome muy seriamente poner una querella criminal contra el mandamás de la silla dominguera.

Y que buen rollo del personal, oigan. La prueba palpable de que los individuos allí presentes eran gente de bien fue que nadie dudo ni un momento en apartarse cuando el orondo predicador sueco quiso avanzar sobre el público cual profeta sobre las aguas.

Juanjo Mestre dijo...

Vds. son unos cracks, no me cabe la menor duda. Yo tampoco estoy preparado en la actualidad para ver cagarrutas a larga distancia. ¿Se perdieron el modelito "House on the Prairie" y falda de Laura Engels con faja interna que lucía la cantante de los Muffs? Aquello fue espectacular, especialmente cuando se giró de espaldas hacia el respetable, alzó su falda y simuló que nos enseñaba todo el bullatil. Desde que vi a los Redd Kross los he devuelto despues de mucho tiempo con caracter diario a la audición on the road. Solo me faltó una cosa: compartir una turbobirra con Vds. Salud.

61 y 49 dijo...

Saludos a tutti.

@Torrente: Y yo que de lo que me arrepiento es de no hacer doblete el día que tocaron en Madrid, pero era el día más caro de todo el festival... y con razón! El tiempo claro que acompañó, pero el típico de allí, que también tiene su encanto. A veces gris, pero encanto al fin y al cabo.

@Charlie Don´t Surf: Me están entrando unas ganas de pasar a digital alguno de los singles y eps que tengo de los Redd Kross más locas que que ellos mismos. Esos hermanos tienen algo satánico, lo de la música bubblegum que hacen pero con guitarras es algo digno de estudio. Reconozco que con los Mudhoney ya iba predispuesto a verlo desde atrás y con más ganas de un concierto de Folk que el de esos muchachos con camisetas del H&M, en ese momento del festival ya había envejecido hasta el punto de que podría ser confundido con Hans Topo. Al de la silla de camping (si es que manda algo) le metía el año que viene la cabeza junto a uno de los altavoces donde además se encuentre un enano irlandés tocando una botella de anís castellana amplificando el sonido con un par de sonotones de La Tienda En Casa en cada oreja. Menos mal que parece que los asistentes fueron buena gente como usted y nada pasó a mayores.

@Esquimal Onanista: Hombreeeeeeeeeeeeeee! Era casi irrechazable no pasarse por allí, si el año que viene mantienen un cartel de tanta calidad y además mantienen fechas, yo que usted analizaría profundamente cambiar la patrona de su pueblo por alguna que, por ejemplo, hiciera sus cosas festivas en Agosto.

@Johnny Biwood: Hace algún tiempo flipaba con los escenarios de treinta metros y altavoces con luces que se puedan ver desde el planeta de Wood, pero he debido de cambiar con los años y ver que las cosas pequeñas son mejores. Autojustificación supongo. No llegué a ver la faja de Laura, la vi muy de lejos, y si hubiera apreciado unas braulias no sabría decir si era ella o Florinda Chico. Correcto lo de compartir la cerve, el festival habría alcanzado cotas inalcanzables para futuras ediciones.

Agradecido me ando con vuestras sabias palabras. Abrazos.