domingo, 21 de noviembre de 2010

Nada más que Soul

The Black Keys

The Black Keys - Brothers (2010)

Sopladores de vidrio. Más concretamente sopladores de vidrio españoles que fabrican probetas y tubos de ensayo para la investigación de las más variopintas enfermedades. Lo aclaro: sin estos artilugios, probablemente hoy no habría cura para la viruela o el estafilococo común (por mucho que le duela al Sr. Burns) o el baile de San Vito. Ésta y no otra fue la noticia más destacada del telediario matinal de Antena 3. Cuando la vi deduje su importancia porque en la escaleta estaba situada entre el bloque de deportes y la noticia sacada de Guinness de cada día. La noticia era gorda y, claro, me puse a darle vueltas. Esperen lo peor.


Lo primero que me vino a la cabeza es obvio: cómo se llega a ser el mejor soplador de vidrio del mundo. Ante la perspectiva de que contesten que soplando mucho nos quedaremos con la convención de que con una mezcla de trabajo y talento en el orden que más les guste aderezado con cebolla caramelizada, por supuesto. La segunda pregunta y la relevante aquí es (también pueden preguntarse si voy a llegar a algún lado y con razón): ¿Si son los mejores en algo podrían hacer otra cosa igual de bien? Es decir, podríamos poner a nuestros sopladores a hacer macramé y punto de cruz y que triunfaran de nuevo. No lo vean tan difícil, sólo habría que aplicar la misma fórmula de trabajo en altas dosis y confiar en que el talento nos siga. Algunos ya consiguieron esto, por ejemplo Michael Jordan, que pasó de ser considerado un atleta que destrozaba aros mediante mates a desarrollar una capacidad casi mística para ganar partidos tirando desde lejos. Salía en menos posters, pero en el camino ganó 6 títulos de la NBA. Otros, como servidora, nunca podrían convertirse en adalid de la puntualidad mientras siga dudando de la verdadera catadura moral de loa cinco minutos que me concedo a mí mismo bajo la premisa de "bah, me da tiempo". Nuestros protagonistas de hoy se parecen más a Jordan que a uno mismo (afortunadamente para ellos) y no porque sean negros y jueguen estupendamente al baloncesto, sino porque... ya se habrán dado cuenta de las comparaciones no son lo mío.


The Black KeysEl conjunto de lavadora y secadora es un accesorio que no puede faltar en todo dúo de Blues moderno




Por centrar la cuestión, hablo de los Black Keys, dúo sin par de Akron (Ohio) formado por Patrick Carney, un tipo desgarbado, con gafas y que aporrea la batería con sutil brutalidad y Dan Auerbach; el típico guitarrista de sobresaliente talento, barbudo, ceñudo y dotado de una voz que igual rezuma arena como parece el enlace perdido entre Otis Redding y Son House.


Por establecer una correcta analogía, the Black Keys serían al Blues lo que dar golpes con un pico es al refinamiento en cuanto a sistemas de excavación petrolífera. Hacen Blues, con una guitarra y una batería y sin ambages, si los White Stripes se nutren de la principal raíz de la música norteamericana (con permiso de Lurleen Lumpkin y el Country), los chicos de Akron lo alimentan tomando la esencia y reconvirtiéndola en una suerte de guitarras distorsionadas y baterías de la cantera de Pedro Picapiedra. Su carrera y sus discos son un ejemplo de coherencia, que han ido sufriendo un refinamiento que ha ido a la par de su crecimiento como músicos, pero contraviniendo la frase de Carlito en Atrapado por su Pasado, no han perdido fuerza, sino que la han reconvertido adecuadamente.


Brothers es una explosión de Soul, una inyección de estilo que solo te puede dar un traje con chaleco incorporado en una peli de Nolan. El problema surge cuando vuelves a mirar el nombre de la portada del disco y caes en la cuenta de que los responsables del Blues mas sucio y complejamente simple han perpetrado este gran disco que destila clase y funciona tanto como LP de Stax que como álbum de éxito actual. ¿Pero que les ha pasado a estos dos? Lo primero decir que Dan y Patrick ya apuntaban maneras desde su disco anterior en el que abrieron el abanico de instrumentos, hasta entonces en una amplia lista de dos: guitarra y batería, y contaron con un productor totalmente ajeno a su sonido: Danger Mouse. El resultado fue muy interesante y un estupendo preludio a Brothers, que es la mejor evolución de todo aquello. Recapitulando: hay guitarras distorsionadas, baterías propias de los monos de 2001 y voces desgarradas, pero también gusto por la melodía, órganos y teclados, lineas de bajo que bailan agarrados con el Funk y toneladas de un concepto difícil de explicar: este disco exhuma groove de manera palpable, como si las canciones fueran fruto de una elaborada puesta en escena, pensadas hasta la nausea, pero con un toque de improvisación y jugueteo. Algo así como un striptease bien hecho: sabes lo que va a ocurrir, pero es el modo de hacerlo y los pequeños detalles los que marcan la diferencia.


The Black Keys
Patrick consultando las estadísticas de la ACB y comprobando que no fue buena idea prescindir de Brad Oleson para el Supermanager



Un poco de todo eso tiene todo el disco. Empezando por Everlasting Light, con un falsete que maneja la melodía y un base rítmica que pone en movimiento las falanges, las falanginas y las falangetas de tus pies. Antes hablábamos de base rítmica, aquí hay de todo. Un ritmo de granito, un toque allí y allá de pandereta y los consabidos coros que ejercen de caja de ritmos improvisada. La muestra de que tenemos algo importante entre manos surge con Next Girl, amenazante combinación de carisma vocal e intrincada melodía que lleva a niveles espeluznantes en el estribillo.



Si hablamos antes de puesta en escena, nada mejor que fijarse en Tighten Up, ejemplo de planificación para crear un single de éxito: una linea de bajo, un silbido al uso, una respiración antes de cantar y los mejores 3:21 minutos que has escuchado últimamente. Puro Soul, pero tamizado como tema Pop y con guitarras que juraría que tienen vida propia. Algo que también le ocurre a Howlin for You, banda sonora improvisada de una peli de vampiros de la Hammer; es decir, una autentica película de vampiros, con Peter Cushing como Van Helsing, chicas con vestidos vaporosos que se caen a la mínima y mordiscos, si, porque los vampiros muerden, aunque la saga Crepúsculo los haya dejado con imagen de gusiluces apocados y con pinta de Pep Guardiola. Pero sigamos a lo nuestro: ahora suena She's Long Gone, lamento blues interpretado a la manera de los Black Keys: con una guitarra al borde del colapso entre efectos de teclados y una voz que presagia tormenta. La pausa instrumental la pone Black Mud, que podría pasar perfectamente como música de una película de Tarantino sobre el Black Explotation, aunque casi todas las de este hombre al final van de esto.


Llevamos menos de la mitad del álbum y lo mejor aún nos espera. The Only One es la piedra filosofal del nuevo/viejo sonido de esta banda: los teclados, la guitarra acompañándolos, el bajo dando un tono sombrío y el falsete de Dan. El conjunto funciona tanto como música de carretera como pieza bailable. Atentos al estribillo: nunca había hecho "air pandereta" hasta ahora. Patrick a la batería tiene su cota de protagonismo en Ten Cent Pistol, un ritmo que sostiene a la voz de Dan a la manera que Mick Fleetwood hacía caminar a Fleetwood Mac en los tiempos en los que Blues era su pauta a seguir. La razón de la frase de "menos es más" es alargada en esta canción y en varios alegatos en defensa del tamaño de las cosas en el mundo masculino. Justo después de varios acordes de guitarra que deja la canción en suspense, irrumpe Dan con una interjección propia de cómic y una descarga de adrenalina controlada. Un chute de buena música en toda regla. Es Sinister Kid y cada vez que la oigo alimenta más mis ganas de ver a este grupo en directo. Si no existiera este estribillo (construido con la voz de la cantante de Hip Hop, Nicole Wray) habría que inventarlo y asegurarse de que todo el mundo lo conozca. The Go Getter y I'm Not The One ofrecen dos facetas de la voz de Dan, pero en ambas es capaz de mostrar la capacidad expresiva de un señor que canta con barba. Claro que no es lo mismo que lo haga Rubalcaba (por poner) que el bueno de Dan. En ambas canciones y sin haber oído la versión de Don Alfredo preferimos la interpretación de Dan; sectarios que somos.



The Black KeysLa versión de este pack de los Chesterfield Kings incluye algunos accesorios extras y un tanto más coloristas


Por si se lo peguntaban, la cosa acaba tan bien como había empezado, con Unknown Brother respetando toda la tradición de los discos que se han grabado en Muscle Shoals (no lo había dicho, la mayoría de estas canciones se grabaron allí), la versión de Never Gonna Give You Up de Jerry Butler, canción que habrán oído mil veces y de la que nadie recuerda su autor. Esta buen señor, fue el primer líder de los Impressions, escribió a medias I've Loving You con Otis, amén de otros estándares del Soul. Su contribución, como ocurre muchas veces, ha sido tan importante en la música como grande es su anonimato. Los Black Keys se entregan con pasión a la versión, homenajeando al maestro (encima de buenos músicos, lo mismo hasta son buena gente. La hecatombe). El álbum se cierra con These Days, melancólica y autoconclusiva como la "O" con canuto, zigzaguea durante los minutos que suena como queriendo dejar el río en calma después haber pasado por allí este Brothers.


Y eso es todo. El que suscribe estas líneas todavía no se han encontrado en este año con un disco mejor, que además me ha supuesto una sorpresa: uno tiene sus invariables y entre ellas estaban que los Black Keys hacían Blues garajero y sucio. Pero los buenos discos provocan milagros, como que yo cambie de opinión o que alguien sea capaz de encontrar un nexo entre una noticia en Antena 3 y este disco. Los Black Keys han conseguido hacer dos cosas realmente bien y eso significa que merecen ser conservados en formol, junto con Aaron Sorkin, la palabra austrohúngaro y los sopladores de vidrio españoles.





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Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verlein

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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Grupo Nins, sus canciones futboleras y otros éxitos del post-punk

Grupo Nins, banda para menores de ocho años o con serios problemas de hacer amigos adultos. También conocida como el grupo marca blanca de Parchís (a Enrique y Ana ni los miento), los auténticos jefes de todo esto del movimiento de bandas infantiles, que en España vivió sus años de esplendor en los años ochenta, como años atrás la música pop tuvo unos años de esplendor bajo el techo del Swingin London sesentero (y tras la escucha de las canciones de Regaliz tengo serias dudas de quien va más empapado de LSD). La procedencia del grupo musical es de la fundación de mismo nombre, que tiene la loable misión de hacer que los niños jueguen como niños. Y aunque en garajeland siempre apoyaremos esa premisa por encima de la que deberían estar jugando a fabricar las bonitas zapatillas que lucimos en los pinreles, meterse en un terreno que no sea el estrictamente musical no es de nuestra (también) loable manera de vivir.


Nuggets: Original Artyfacts from the First Psychedelic Era, 1965-1968



Como decía, el grupo vive el esplendor en los años ochenta, aunque ya eran veteranos de la escena. Debatir sobre sus miembros es realmente una investigación digna de la enciclopedia británica, ya que a diferencia de grupos como, mismamente los Stones, aquí en cuanto uno se hace mayor y le cambia la voz por la de Ramón Langa (por no hablar de esos incómodos pelillos que empiezan a salir donde antes no había) le dan el bote, con la consecuente restructuración del grupo cada poco tiempo. Por no cargar demasiado la capacidad cognitiva, crítica y de razonamiento de los lectores de este bloc me centraré en comentar tan sólo mis éxitos favoritos.

En el puesto número uno, indiscutible, la canción de Naranjito. Tintes pop, gran letra alusiva a la chaparrez del cítrico mascota del Mundial que debería de haber ganado Honduras, y presentación mítica donde las haya con Pepe Domingo Castaño mucho antes de convertirse en el becario más famoso de España anunciante de encimeras Silestone. Coreografía que raya por lo alto pese a lo complicado que tienen los chicos darse la vuelta al unísono, seguramente propiciado por lo apretados que le quedan los calcetines, cortando cualquier atisbo de riego sanguíneo de pantorrillas para abajo. Si estás pensando que ya habías visto esos pasos, sí, actualmente se pueden ver plagiados de forma indiscriminada por las chicas Tchin Tchin de Alain Affelou. A partir del segundo minuto, el vídeo deja de lado un feo balón de fondo para emitir el gol que Kempes le cascó a Holanda en la final del setenta y ocho (con lo bien que hubiera quedado el fallo de Cardeñosa contra Brasil). Tremebunda canción.



Grupo Nins o el cadete A de fútbol sala del Celtic de Glasgow



En el puesto número dos, desde las más oscuras cavernas, “Campeón”. Canción más garagera que la anterior, con letra de gran carisma muy influenciada por Bruce Springsteen. El chico rubiales toma el protagonismo del tema pese a que se le ve bastante puteado por ir haciendo movimientos con el dedo índice, acto seguido levantar el puño y el movimiento de salto invertido al unísono con sus compañeros. Como mal endémico del tema quedará ese sonido órgano Casio que SIEMPRE tiene que atronar en las canciones infantiles, en lo que a mi opinión, puede acarrear secuelas importantes en la vida de un menor si no se le compensa debidamente con la reiterada escucha de los tres acordes de Rumble de Link Wray. Con lo bien que queda el Wurlitzer para según qué cosas. Coreografía más rápida, pero el chico bajito no saldrá bien parado en el colegio cuando le vean rodeado de dos chicas que le sacan ampliamente cabeza y media (y esto lo sé por experiencia).

"Asterix": una perfecta melodía que unía como nadie el sonido del puesto donde se sacan los billetes del tren de la bruja y el sintetizador utilizado por la Human League o Soft Cell. El enérgico ritmo y unas angulares voces Post Punk crean la cadencia necesaria para entrar a un estribillo lleno de alegorías hacia los poderes físicos de los galos de la época. Si bien actualmente alguno de nosotros prefiriera que los romanos fueran los que dejaran sin dientes, por poner, a su actual presidente, el visionado completo del vídeo deja a entender que los chicos descarriados que no gustaran de estas canciones acabarían recorriendo los fines de semana otros escenarios llenos de luces de colores en los bordes de la carretera de Valencia.



Parchis: Las cuatro fichas y el fondo de tablero. Apuesten por quién se llevó más collejas en el colegio.



Por último, me quedo con “Despedida Nins”, canción de vídeo absolutamente pagano con unos osos panda a los instrumentos, en donde se incluye a uno de estos mamíferos (con barba) tocando el contrabajo. Como todos los grupos en el ocaso de sus composiciones, aquí se les ve mucho más maduros, tanto en las composiciones, de tono mucho más progresivo, como en su vestuario, si bien siempre se les identificó por vestir como se debe y no como con los atuendos hipiescos de sus coetáneos.

Para saber más del grupo NINS puedes conocer directamente su historia a través de su creadora, que tiene un blog y lo cuenta con todo detalle de nombres y fechas, mucho mejor de lo que lo puedes hacer aquí, en donde los datos son francamente irrelevantes y de dudosa procedencia. No quisiera sino más que despedirme y desear lo mejor a quién haya pasado por aquí, buena salud y un seguro médico de calidad, ya que servidor, después de ver seguidos los cuatro vídeos no he podido articular palabra.









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