lunes, 23 de febrero de 2009

¿Quién es el quinto Beatle? (Si es que existe)


El quinto Beatle es algo así como una de esas historias que se han inventado en el mundo del Pop como el hombre del saco o el tío Camuñas para que la gente se suba a casa antes de que se haga de noche. Podría ser un individuo ampliamente monstruoso y tan mitificable como la gente que se torció un tobillo intentando hacer la catapulta infernal, pero al fin y al cabo es un bicho al que todo el mundo le gustaría adquirir su identidad mientras se imagina como quedaría su cara al sustituir a la interrogante junto a los cuatro fabulosos (en mi cabeza la interrogante tiene botox en los labios y bastante silicona en el pecho, pero eso es otra historia). Después de que la revista Uncut publicase una lista con diez posibles quintos Beatles, nosotros analizamos esa lista de forma exhaustiva, religiosa y sobre todo subjetiva, de quién ha sido bien seleccionado y quién no ha sido convocado para dicho título al que todo seguidor de los Fab Four aspira.

John, Paul, George, Ringo e Interrogante. Dicho de otra forma: Interrogante, Ringo, George, Paul y John

Pete Best: Es uno de los favoritos, fue el primer batería de los Beatles, y seguro que más que el título honorífico le hubiera gustado que cayera en sus manos algún derecho de autor. Tan cerca estuvo de conseguirlo que yo le tengo aprecio. Pero: ¿Quién quiere fama, dinero, chatis o cerveza de importación si en lugar de formar parte de la historia musical puedes montar un encantador grupo de bajo éxito como “The Pete Best Combo“?

Pete Best esperando cita con la SGAE y pillar Royalties del Antologhy

Stuart Sutcliffe: Sin seguir ninguna lógica, el guapín del grupo fue echado a la calle. Una agradable noticia que fuera despedido, pues su aportación fue parecida a la de Queiroz mientras entrenó al Madrid: Un chaval muy presentable, pero su trabajo fue de más a menos.

George Epstein: o Brian Martin, según se mire. Uno de ellos les puso de traje y corbata, y el otro podría ser perfectamente nominado a ser el mayor caballero que se ha paseado por el mundo de la música en los últimos cincuenta años y los mismos siguientes, como poco.

Yoko Ono: Hay que tener en cuenta que gracias a la artista tan conceptual como pálida, el Álbum Blanco apareció con dicho color en la portada. Su porcentaje de valoración es alto, a los Beatlelmanos que se reúnen para conmemoraciones como “El día que se conocieron John y Paul” o “Treinta y siete años, un mes y tres días desde el primer acorde de Please Please Me” siempre les hace falta una piñata para sus festejos.


Yoko Ono o el turrón más caro del mundo

Joaquín Luqui: Uno de los no incluidos. En un programa medio musical televisivo (creo que en “dentro de tí...” alías Lluvia de Estrellas), cada invitado aparecía con un pequeño rótulo en el que se informaba de su profesión, el turno de Joaquín Luqui deparó la sorpresa de que su profesión era... ¡amigo de los Beatles! Yo le concedía también el título de Caballero del Imperio Británico.

Torrebruno: Encargado de presentar el concierto de The Beatles en España, no incluirle en el listado de quinto ideal me parece absolutamente de locos, y punto.

El Paul que sustituyó al Paul original fallecido: No entró en la lista y no tiene justificación, el original Paul McCartney apareció en discos tan pobres como Please Please Me o With The Beatles y su sustituto lo hizo en Sgt. Peppers, Blanco o Abbey Road, yo hasta me planteo que fuera premeditada la desaparición del original.

Buscar las siete diferencias es complicado, y salvo que uno está a la izquierda y otro a la derecha se parecen bastante

Neil Aspinall: Empezó arropando a los de Liverpool, dando yogur azucarado a cada uno de ellos con la cucharilla que regalaba Yoplait, chófer del grupo (se presupone que cuando viajaban los cuatro juntos) o ejecutivo en Apple Corps hasta que murió el año pasado. Si no se le concede ser el quinto en cuestión, es el becario que más lejos a trepado en el mundo Beatle.

Mario Vaquerizo: En un homenaje al grupo de Liverpool, el marido de Photoshop Alaska dijo que están sobrevalorados desde la muerte de Lennon, y tiene razón, nosotros opinamos lo mismo de Nancys Rubias desde que grabaron su primera maqueta.

LMW281f: Su labor en la sombra fue tan importante como aquel muchacho que consiguió ganar al Street Fighter con el ruso de ancho muslo y paquete llamado Zangief. Enigmático coche mal aparcado en zona azul sin ser multado. ¡Parquímetros en Abbey Road ya!

Apu Nahasapeemapetilon: Mientras Dios repartía religiones, él estaba en el baño. Paul McCartney reconoce abiertamente que Apu era el quinto beatle en la época en la que éstos viajaban a la India para ver al Maharishi. Si lo dice Paul no le vamos a llevar la contraria.


Apu en trance tocando Sgt Pepper mientras Paul y Linda piensan la receta de unas lentejas

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viernes, 20 de febrero de 2009

Desde un rincón llegó alguna canción

Los Negativos + Los imposibles - Madrid (Sala Sol)


Aprovechando la reedición de uno de los tres mejores discos españoles de un tiempo a esta parte (Piknik Caleidoscópico, de los Negativos) nos acercamos a la sala Sol para comprobar in situ la vigencia de un cancionero que tiene ya la friolera e incalculable cantidad de veintitrés años. Tener la posibilidad de escuchar en directo todas esas composiciones de toque garajero y psicodélico mientras las letras te tele-transfusionan a un universo Pop bastante particular era una posibilidad que difícilmente se podía dejar escapar, por lo que el desembolso para nuestros monederos repletos de pelusa fue algo menos duro. Para que todo fuera un poco más redondo, Los Imposibles estarían tocando medio tiempo con el añadido cumpleaños de la Sala Sol que cumplía treinta tacazos de golpe y porrazo.

Lo que a priori para nosotros sería el aperitivo para luego podernos untar bien los dedos en mermelada se convirtió en un primero con todas las de la ley: los veinte años que llevan Los Imposibles dando el callo con sus Rickenbaker, R&B y Soul nos dejó un gran sabor de boca; pese a la falta de atención por parte de algún público de los que están de espaldas a un concierto, los madrileños se tornaron en una hora de concierto de muy buenas maneras y francamente divertido que te trasladaba un poquito al Swinging London del que tanto bebe este grupo. La pena es que se tuvieron que enfrentar a las ganas (que ellos mismos tenían) de ver a Carlos Estrada y compañía.

Los Imposibles cantando a trío los coros de "Tiene nombres mil..."


Con puntualidad salían estos últimos. Con un Carles ocultando con unas Ray-Ban Wayfarer, modelo Bob Dylan años sesenta, que para él también han pasado unos cuantos taquillos. Acompañándole como miembro original del grupo solo estaría Alfredo Calonge y Valentí Morató que prefirió estar entre el público que dándole a los palillos en la batería. El arranque, provisto de algún fallo técnico hizo que sonara por los micrófonos uno de los chistes más recurrentes para la gente que oye el nombre de Los Negativos y te replica con media sonrisa que porque no se llaman Los Positivos. Humor semi-negro y muy de Jaimito Borromeo.


Un rasgo muy característico de Los Negativos: Camisa de flores, trompeta y setas en formol

Si alguien pensaba que el concierto se basaría en los temas del Piknik no se llevaría el chasco final que es ir al museo de cera y ver que sólo Freddy Kruger tiene cierto parecido con el de carne y hueso. Una tras otra fueron cayendo las canciones de dicho álbum: “Viaje al Norte”, “No Soy Yo”, “El Club del Cerdo Violeta” y “No Soy Yo (La Psicoastenia)” abrieron el concierto de forma un poco fría; pero solo dejarse llevar por las canciones nos metería rápidamente en el concierto, sin calentamiento previo y jugando por ambas bandas como Villaroya. Los pesos pesados empezaron a aparecer en forma de “Cigarras Panameñas”, un tema tan excepcional como su estribillo, que demuestra que el vocalizante (y atractivo para replicantes) líder de los Planetas no ha inventado el Pop en este país. Al terminar la canción ni el mismísimo Alfredo Calonge, encargado de ponerle voz, se creía que la gente pudiera corear la canción como si la pusieran ayer mismo en cualquier radio fórmula. Entre medias se pudo escuchar “Bagdad” una de las mejores canciones de la irregular carrera de Los Negativos desde su ingenioso debut discográfico.

Se rumoreó que después del concierto un espectador perdió parte de su córnea, pero no queremos culpar al chico de la cámara...

Aprovechando la cita se presentaron algunas canciones de Dandies Entre Basura (última publicación de los barceloneses); entre ellas la que da título al disco, “Parque Portugués” y una psicodélica (e interminable) “Sacerdotisa de la Carne Eléctrica”. Tras una esperada “Graduado en Underground” tocaron “Moscas y Arañas” y casi sin querer el grupo desapareció con la música de la sala que les echó de forma vil y dejándonos con las ganas de al menos escuchar “¿Quién aplastó la Mariposa?”. Pese a ese chasco, salimos con una agradable sonrisa y con un convencimiento muy acusado de que pocas veces se verá por el extenso mapa un disco tan rebosante de ideas como es el Piknik Caleidoscópico. El Piknik fue genial, pero esta vez, fue sobre todo un viaje rápido.

Carles y Alfredo, el reducto psicopop que nos queda tras el abandono musical de Daniel Huarte


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lunes, 16 de febrero de 2009

El verdadero Rolling Stone

Muddy Waters

Muddy Waters – Hard Again (1977)

En la vida las cosas se pueden resolver de muchas maneras, pero lo más difícil –como bien diría Otto en nuestra serie de cabecera- es hacerlo guapamente. La figura legendaria de la que nos ocupamos no sólo lo consiguió, sino que dio un vuelco a su carrera, rejuveneciendo con sabiduría y estilo y lo mejor es que obró ese milagro sin recurrir a Corporación Dermoestética ni un cambio de vestuario sugerido por Agatha Ruíz de la Prada. Lo hizo gracias a un solo disco lanzado justo en el que nadie daba un duro por él y actualizando un género de música que todo el mundo consideraba poco menos que muerto. El disco es Hard Again, la época los albores del punk y el genio cuyo humanidad es la quinta esencia del blues, el nunca suficientemente ponderado Mckinley Morganfield, más conocido como Muddy Waters.

En 1977, el blues no estaba en su apogeo precisamente, aunque la situación no llegaba a los extremos de mediados de los sesenta, cuando los Rolling Stones, en plena primera gira por EE.UU., grabaron en los estudios Chess y se encontraron fuera pintando el recinto al propio Muddy, lo que les llevó a pedir su presencia para grabar unas tonadillas y hacer una sesión para la historia (recomendación de Garajeland, si están haciendo obra en casa y uno de los pintores es negro, entona lastimeros estándares blues y porta un bigotillo fino, no lo duden, podría ser un hijo perdido de Muddy. Acérquense a él todo lo que puedan, sus enseñanzas pueden equiparse a las de un campamento de verano cuando tienes 13 años).


Muddy WatersLo raro no es que en la foto el tipo de la izquierda parezca Seinfield, sino que Johnny Winter pueda ser la digievolución de Andrés Iniesta.


Mr. Waters, en los últimos setenta, por no tener, no tenía ni discográfica: ya que Chess Records había sido vendida o malvendida y Marshall Chess, el hijo de Leonard , ahora era manager de los Rolling Stones, podía ser protagonista de Trainspotting sin mucha dificultad. La posibilidad de que Muddy Waters sacara nuevo disco eran, por tanto, más remotas que en este humilde blog no le pisemos al señor Diving Dwarf su próxima idea para un post. Llegados a este punto reflexionemos: Muddy Waters. El hombre. El BLUESMAN. Mannish Boy; y es posible que no sacara ningún disco más en su vida. La próxima vez que piensen que el actual momento musical está en un mal momento, mediten antes de dar rienda suelta a la sin hueso.

El salvador de esto, la persona que hizo que Mr.Blues volviera a un estudio no fue Superman (la deidad favorita de Homer Simpson) sino más bien un treintañero entusiasta del blues, que junto a su hermano había dado aires de renovación al género. Nos referimos a Johnny Winter, que tras unos cuantos años como solista, había decidido montar un sello discográfico y cuando se percató de que Muddy podría pasarse lo que le quedaba de vida echando una partidita en la tasca de la esquina le contrató sin dudar porque encajaba perfectamente (cual híbrido imposible entre las tallas M y L para los que tenemos el cuerpo jota) en Blue Sky Records.



Muddy WatersY ahora con la chistera se me parece a Juan Tamariz, pero cambiando el violín por una guitarra(y manejándola con maestría)


El siguiente paso fue contratar un estudio y al grupo que acompañaba a Muddy en ese tiempo, tan engrasados y habituados a su figura que podían predecir cada matiz, cada cambio introducido por Muddy mientras se comían un plato de callos (prueba última de maestría musical, como todo el mundo sabe). La lista la encabezaban Bob Margolin, el siempre a la sombra de Sonny Boy Williamson, James Cotton, y el todavía activo Pinetop Perkins (95 años y hecho un chaval cual Paco Martínez Soria del Delta). Johnny actuando a la antigua, encerró en un sótano de una casa a todos los componentes al mismo tiempo que nombraba a sí mismo productor y guitarrista principal del proyecto. Se dice que la energía que liberaban esas sesiones podía haber servido a Marty y Doc para prescindir de los 1,21 gigovatios y enchufar el Delorean al estudio. El propio Margolin comentaba que Winter, de tanto subir y bajar las escaleras del sótano hacía las sala de control estaba envejeciendo por momentos (también se comenta que podía tener algo de isquiotibiales, cual jugador de fútbol sempiternamente lesionado, pero eso es otra historia).

Hard Again empieza con el mantra que nos lanza Muddy: “Everything, everything is gonna be alright this morning”. Eso es parte de 'Mannish Boy', ¿que qué es Mannish Boy? Piensa en aquellas veces donde tu ego masculino (lo siento señoritas, pero esto es para machotes de pelo en pecho) ha sido satisfecho, a saber, cuando le pegaste de punterazo y entró por la escuadra desde 20 metros, cuando abriste un bote de aceitunas sin esfuerzo y sin hinchazón de la vena de frente o cuando cazaste al Yeti con tus propias manos (esto último no comprobable). Eso es Mannish Boy, 5:24 minutos de masculinidad concentrados en la voz de Muddy, una punzada que entra por tus oídos y colapsa por igual todas las extremidades hasta que tu cuerpo realiza una serie de convulsiones eléctricas al ritmo pegajoso de batería y bajo. No es raro que empieces a jalear con ‘Yeahs’ la interpretación de Muddy o que le sueltes al guardia de tráfico de turno aquello de "That mean Mannish Boy" (les llevaremos unos celtas cuando estén en el talego, no se preocupen).


Muddy WatersLes prometo que me he colocado igual (cajas de coca cola incluídas), pero no consigo ni dar una nota como Muddy.


El siguiente pulso al blues clásico es 'Bus Driver', donde el slide de Winter comparte protagonismo con la armónica implacable de Cotton y el piano saltarín de Pinetop. Puedes imaginarte a Muddy sentado en un taburete con su telecaster roja como testigo (que enchufada al amplificador no tocó ni una sola vez en toda la grabación), dirigiendo las operaciones, gesticulando y modulando la intensidad del blues de sus músicos (y también haciendo bueno el tópico español de ‘dos miran y uno trabaja’).

La siguiente canción, 'I want to be loved' parece el manifiesto de Muddy sobre el amor. Una gran lección de alguien que era un rompecorazones, una rara mezcla entre elegancia, dobles sentidos, ternura, e instinto de depredador. 'I can’t be satisfied' rompe los esquemas al escaparse del blues eléctrico de Chicago y volviendo la vista hacia lo hacia el delta, hacia lo rural (trabajando el agro que diría Lisa). Muddy demuestra con esta interpretación que fue algo más que una inspiración para el sonido de los Stones en Beggar’s Banquet. Con el siguiente clásico Muddy juega a niveles metalingüísticos tocando 'The Blues had a baby and they named it Rock and Roll'. 'Dawn in Florida' es la postal de Muddy sobre el estado de las naranjas y los jubilados con James Cotton contoneando notas de armónica con absoluta maestría. Con parte del cancionero de Muddy podría hacerse la historia de EE.UU., sólo Leonardo Dantés ha conseguido tratar tantos temas en un solo disco (bueno, él en una sola canción). Si necesitamos más pruebas tenemos 'Crosseyed cat', de ritmo danzarín y burlón donde Muddy habla sobre las mujeres. El blues, el verdadero, el que te infecta un día y jamás te suelta no habría existido sin las mujeres del mismo modo que sin Chabeli Iglesias no hubiera existido de niña a mujer (no pregunten de donde viene esta referencia, simplemente lean nuestro último mentiras como puños). Mientras divago, Muddy sigue a lo suyo, entregando una perfecta dosis de seducción y atrevimiento llamada 'Little Girl', demostrando una vez más que Muddy era un canalizador, un medio para hacer caminar la música de su grupo. Aun sin cantar su presencia se irradia en cada surco del vinilo (o del CD si no tienen la suerte).





Muddy murió unos cuantos años más tarde y, además de éste, dejó dos discos de estudio, y unas cuantas actuaciones gloriosas en directo y, también, el ataque de corazón que sufrió de Scorsese en “El último Vals” al darse cuenta de que había cometido el error de su vida permitiendo que el equipo de filmación se tomara un descanso mientras Muddy tocaba con The Band. La providencia hizo que Laszlo Kovacs(futuro director de fotografía de Spielberg) estuviera al quite y hoy podamos revisar ese documento donde una fuerza de la naturaleza entregaba sus últimas clases magistrales Pensándolo bien, si hubieran tenido que repetir la canción tampoco hubiera sido un problema; simplemente Muddy se habría dado la vuelta y les habría dicho a la muchachada: “Let’s do it, let's do it hard, again”.




Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verléin


P.D.: dedicamos este post al señor Diving Dwarf dueño de la bitácora más belicosoeroa del servidor más belicosera de la red más belicosera de los Interneses. Visiten su blog (o mejor no lo hagan dado que su calidad nos deja en pañales), no sólo todo su contenido deberian apredérselo cual lista de los reyes godos. Si empiezan a pensar como él no se preocupen, nosotros pasamos por la misma fase y todo sigue correcto, dos ojos, dos narices, tres orejas...

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viernes, 13 de febrero de 2009

El Club de la Pirindola (III)

The Flamin´ Groovies

Hace como cosa de un año se presentaba un manuscrito por estos lugares bastante lamentable a la par que ilusionante, si bien no era lo más representativo de lo que sería este bloc fue el comienzo de todo, que no es poco. Hoy nos definiremos un poco más con un grupo de los que nos es imprescindible para nosotros y para el club de la pirindola; son los Flamin´ Groovies y merecen un puesto de honor por ser probablemente el grupo más a destiempo de la historia: en plena época psicodélica ellos eran un grupo de los cincuenta, con guitarras progresivas triunfando le daban al garaje, con el Punk en sus albores sus canciones eran puro Pop y miel, y con el electro-pop poniendo hombreras ellos parecían salir del Mersey-Beat. Por esto y mucho más, los Flamin´ Groovies son el estandarte de hacer lo que a uno le da la gana y entran directamente como un cobete en los cuarenta principales, Yeah yeah Wah (Joaquín Luqui en mi cabeza).

Composición: Cirilio rodeado de R&R, R&B clásico e invasión británica pertrechada por sustancias radioactivas como Roy Loney, Chris Wilson o Tim Lynch. De contenido excipiente puede encontrar la forma de tocar la batería sin batería y dejarse los muslos de color rosáceo, esencia garajera y restos de Dextrometorfano.

Indicaciones: En su variante masticable desperfeccionará su acento inglés de Fernandisco al instante y tan solo podrá berrear. Ingeridos por vía intravenosa sufrirá una crisis y se pondrá las gafas de sol de Cirilio. Si lo toma en gran cantidad notará un alivio en la zona lumbar después de conseguir levantarse del sofá.

Posología: 1 comprimido cada 6 u 8 horas. Preferentemente tomar una dosis antes de acostarse. Usar siempre la dosis mayor que sea efectiva. En caso de ancianos no es preciso modificar la dosis, si bien es preferible consultar a un experto.

Contraindicaciones: No aptos para los que utilicen la raqueta de tenis como arma deportiva y no como guitarra. Si ha estado sometido a presiones radiofónicas de Intereconomía puede sufrir trastornos alucinógenos y plantearse si su vida no sería mucho mejor si apagara la radio.

Dejamos para fans y medio, un auténtico brebaje de la época de los Groovies en la que Cirilio y Roy Loney eran un matrimonio bien avenido y no uno cualquiera de las matrimoniadas de José Luis Moreno. Hay demos, directos y estarán casi todos: Laurie, un doctor, Louies Louies y “Alguno Más”.


Contraseña: peluquin




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viernes, 6 de febrero de 2009

50 años desde el día que la música murió

Me fastidió un poco que algunos periódicos de este pasado Martes (lo digo desde la ignorancia, por supuesto, de no haber visto todos los medios ese día) no se acordaran del cincuenta aniversario del accidente de avión que se llevó hacía otra vida a Buddy Holly, Ritchie Valens y Big Bopper.

Todo fue un tres de Febrero de hace ya cincuenta años, lo cual debió de ser síntoma de que era una noticia pasada de época si Bruce Springsteen actúa en la Superbowl. El músico Texano, y probablemente las mejores gafas de pasta del mundo del Rock And Roll (que nos perdone Elvis Costello), andaba en la gira Winter Dance Party por el estado de Iowa (muy conocido para los seguidores del Ala Oeste de la Casa Blanca) junto a alguna que otra leyenda de la música de los cincuenta como The Big Bopper y una de las primeras apariciones musicales en EEUU de un chicano como era Ritchie Valens. Era una época en la que salir de gira no era precisamente sinónimo de aviones privados, cenas con buenas cigalas y algunas otras cosas a las que parecemos acostumbrados últimamente, sino más bien algún autobús ruinoso e interminables viajes cruzando carreteras bastante solitarias, por lo que un viaje en avioneta era realmente muy bien recibido por aquellos músicos que se trituraban a base de kilómetros en la carretera.

El resto de la historia es de sobra conocida, el invierno de Iowa es bastante perruno, el piloto de la avioneta que les llevaría a los tres hasta Minnesota era novato, el pasaje de Ritchie Valens sorteado entre él y Tony Allsup que sería quien se quedaría en tierra salvando finalmente su vida, y un accidente aéreo a los cinco minutos del despegue que sería recordado como “El día que la música murió”. Solo unos pocos años de carrera convirtieron en un mito a Bopper, Valens, y sobre todo a Buddy Holly, que ha sido inspirador y reivindicado en una lista de músicos realmente extensa. Los que sí se han acordado de dicho episodio han sido esos héroes anónimos como son las compañías discográficas, que publicarán un nuevo recopilatorio, pero esta vez acompañado de actuaciones de Holly en el show de Ed Sullivan y entrevistas inéditas. Pese a todo, cualquier material que sirva para recordar su música será bienvenido.

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