miércoles, 30 de abril de 2008

¿Como estará ahora la silicona de Paloma?


Emilio Aragón - Te Huelen Los Pies (1990)

Quién más y quién menos se ha encontrado en la ducha tarareando una canción y ha exclamado (no por presencia de maromo que tira la pastillita de jabón): “¡joder!, ¿estoy cantando una canción de las Ketchup?”, es en ese momento en el que empiezas a restregar con fuerza y a entonar una canción de AC/DC o grupo de marcado paquetillo para no parecer un gallifante, pero en el fondo del champú sabes que en ese momento eres un gilí y que si fantaseabas con la posibilidad de que Scarlett Johansson entrará a secarte la has perdido porque te ha visto por una rendija bailando el aserejé. Al igual que en el caso de la ducha feliz, ¿quién no ha visto un pinrrel al viento de un amiguete, y ha empezado a entonar: “escucha bien lo que te digo, amigo te huelen los pies” con la voz de Emilio Aragón en la cabeza?

No hace demasiado tiempo, el secretario de parranda (está vez haciendo honor a su cargo) Tomás Verleín y aquí escribiente, paseábamos a la sombra por discos La Metralleta (conocida tienda madrileña por su ingente cantidad de vinilos, casetes y no apta para dedos con alergia al polvo). En uno de esos momentos en los que giras la cabeza para estornudar consigues divisar un disco de Juan Pardo, ese instante ya de por sí impagable viene acompañado de otro aún mejor, justo al lado está el vinilo original (que no ha sido reeditado) de “te huelen los pies”, disco debut de Emilio Aragón y los Spiders From Mars, todo por un euro, ¿un euro?, si hubiera pagado por lo menos dos por él.


Conozco a dos personas en el mundo que se atan así las zapatillas, y una está en la carcel


Para quién no recuerde Telecinco por aquella época, diremos que Emilio Aragón aparecía más que un concursante de OT en el canal 24 horas, ya sea en el Vip Noche, Vip Guay, Vip Tarde y cualquier variante Vip que se te ocurra. Había que aprovechar la promoción que le daba Telecinco para iniciar una carrera rockanrolera, ya que el tema económico estaba chungo y aún no era posible invertir en Terra. Además, como el canal estaba empezando, su paciencia para mantener en nómina a sus empleados era infinitamente mayor que ahora, es decir, un presentador con un cinco por ciento de audiencia no era puesto en la calle en dos semanas, sino en tres.

La portada muestra a Emilio Aragón demostrando que es fan como poco de (horror) Dire Straits, y que a él le va el Rock bueno. De su expresión forzada sale el título del disco de forma sinuosa simulando que lo que huele es su aliento. La contraportada muestra a Emilio atándose los cordones de unas Converse trajanas compradas en el mercadillo, luciendo calcetines blancos y un peluco muy aparente. Como no podía ser de otra forma el disco se abre con “Te huelen los pies” un buen tema de corte épico y sección de viento pero con una sobreproducción alarmante. El segundo tema es “Cubatita de Ron”, de clara apología a la resaca (la COPE vetaría el disco), y que me ha hecho pensar que mientras merendaba y veía a Rita Irasema este se ponía hasta arriba de cubalibres. “María” es una baladita de cuidado, con un solo de guitarra bien avisado por Emilio diciendo “soloooo ou yeah”. “Cuidado con Paloma” es su otro gran éxito, sobre todo por meter con calzador un nombre que rime con “dí”, quedando nuestra frase favorita de la siguiente manera: “¡Ay…Dr. Pitangui! Que milagros han hecho los millones que te di”. La cara A se cierra con “Ui se mua´” pero no entendemos el francés.


Detalle al estilo 1990: reloj aparente, zapatillas de imitación y calcetines blancos

Al comienzo de la cara B nos encontramos con “Yo tengo una bolita”, canción lisérgica con mensaje satánico incluido “me he tragado una aceituna y la tengo aquí, entre el hueso de la nuez y la nariz”. Le sigue mi favorita, “hey Mr. Waiter”, que cuenta las andanzas de Emilio por Londres intentando alimentarse; como no es posible por la barrera idiomática, la canción acaba con una moraleja merecida “prefiero una tortilla con un vino del país” demostrando que Londres exporta buenos grupos de música pero que se come peor que siguiendo una dieta de productos Hacendado. “Na na na” es la canción que posteriormente plagiarían los Kaiser Chiefs añadiendo un par de “nas”. “422 de Berlín” muestra una facilidad pasmosa para componer estribillos chorra, y el disco se cierra con “Donde estabas tú”, canción de cuarteto vocal que bien recuerda a los solfamidas.

Para despedirme lo hago con una rima forzada al más puro estilo Aragón. No dejen de leer a los payasos de garajeland, que no cuesta na de ná. Y si no quédense con un lema: “siempre nos quedará Rita Irasema”.

Falta un detalle para una orgía completa: a la Juani y al señor Manolo disfrazados de Mama Chicho
Leer toda la historia y tal…

lunes, 28 de abril de 2008

Caldo de cultivo del R&B londinense


Cyril Davies y Alexis Korner

Si nos metiéramos en una máquina del tiempo (aunque sea inventada por un guionista de Art Attack) y nos trasladamos a Inglaterra a comienzo de los años cincuenta quizás encontremos un panorama social y económico algo oscuro. La guerra no hacía mucho que había terminado y la sociedad británica está tocada, Leonardo Dantés aún no había inventado el baile del pañuelo y visto el panorama algunos tienen una vía de escape, montar bandas de música y darle al skiffle o escuchar vinilos que llegan con cuentagotas de tierras americanas. Muchos de estos jóvenes se fijan en el blues e imitan a los bluesman del delta del Missisippi. Toda esta gente que empieza a escucharse es del montón, ahí suenan Skip James, Robert Johnson o Charlie Patton primero, y luego John Lee Hoker, Willie Dixon, Howlin´ Wolf o Muddy Waters. En 1958 ocurre el primer milagro para los ingleses amantes del Blues, Muddy Waters atraca puerto en Londres y difunde una nueva religión sónica, el blues duro y electrificado que se destilaba en Chicago. Entre el público que hay en los conciertos se encuentran Cyril Davies y Alexis Korner, amantes del sonido americano y que tenían su propia banda de Skiffle, animados por esta nueva propuesta se animan a reconducir sus caminos sonoros y convertirse en poco tiempo en canalizadores de las bandas de Rithm & Blues que surgirían en Londres a principios de los sesenta.

Alexis Korner nace en Paris y su vida discurre por Francia, Austria o el norte de África antes de su llegada a Londres en pleno estallido de la segunda guerra mundial, en 1940. Cuenta la historia que empezó a escuchar blues en pequeñas radios mientras los alemanes bombardeaban Londres. Su pasión por el blues comienza con Jimmy Yancey y tocando la guitarra acústica para pasarse posteriormente al enchufe.

Alexis Korner esforzándose por ser una influencia

Cyril Davies es genuinamente inglés, nace en la localidad de Denham, Buckinghamshire, cerca de Londres. Su primera incursión en el mundo musical la hace por los años cincuenta en la Steve Lane's Southern Stompers como armoniquista y cantante. Para no ser menos y no quedarse en un grupo blusero también anda tocando en otras bandas de skiffle utilizando botellas de anís del mono, banjo o peines reciclados de un Marco Aldany.


No han tocado en tu comunión, son los R&B All Stars


El nexo de unión para estos dos músicos se llama Chris Barber, el señor que se encargó de llamar a Muddy Waters para la gira inglesa, no está claro si por teléfono o paloma mensajera. Barber tiene una banda de jazz, pero que cuenta con alguna versión Blues en su repertorio, es aquí donde cruzan caminos por primera vez Cirilio y Alexis. En 1954 deciden tocar como dúo y en 1957 consiguen grabar su primer disco, un año más tarde se produce la comentada aparición de Muddy Waters y hace que la banda de Korner y Davies se electrifique. El siguiente paso histórico ocurre en 1962, Korner y Davies que ya habían bebido cerveza por la mayoría de clubes londinenses donde les dejan tocar montan su propio local, el Ealing Club. Para subirse a sus tablas reclutan a unos cuantos músicos que harían de banda base, en esta primera formación estarían el bajista Jack Bruce, el saxofonista Dick Heckstall-Smith, y un joven batería al que rápidamente se le quedaría el pelo blanco llamado Charlie Watts. Esta formación eléctrica se matricularía con el nombre de Blues Incorporated.


A Jack el destripador le daba miedo pasar por el Ealing Club

El nuevo grupo comienza a tener éxito, ya se habla de ellos por toda la ciudad y una vez más la Decca se cruza por el camino, el productor discográfico Jack Good toma nota y les propone grabar una álbum en directo. El concierto se grabaría en el Marquee Club y en el mismo año, 1962, se publicaría el disco bajo el nombre de “Rhythm And Blues From The Marquee”, disco en el que se pueden escuchar temas compuestos por la banda y versiones del siempre recurrente Willie Dixon.

Como toda buena historia musical no es completa sin un buen berrinche, poco después de la grabación de “R&B From de Marquee”, Cyril Davies abandona la banda por desavenencias con Alexis Korner y sus satánicas intenciones de incluir secciones de viento al grupo. Debido a esta fragmentación y al gran número de bicharracos que pasaron por él, empiezan a surgir nuevas bandas como espárragos trigueros en Abril, ahí quedan Cyril Davies And His R&B All Stars o la Graham Bond Organization.



Esta revolución que inspirarían Davies y Korner atrajo en el Ealing Club a muchos músicos jóvenes tomando apuntes y subiendo a tocar de vez en cuando algún clásico del blues. El mérito de estos dos amiguetes fue atraer al mundo musical a todos los imberbes que se encontraban entre el público y que estaban a punto de prender la pólvora cual invento de marca ACME, cabe destacar que cerca del escenario se encontrarían los Pretty Things, Steve Marriot (luego Small Face), Jeff Beck, Rod Stewart, Eric Clapton, Jimmy Page o los Rolling Stones; pero la historia de todos estos ya la sabes ¿no?

Leer toda la historia y tal…

domingo, 20 de abril de 2008

Verdades como puños, mentiras como pianos ( II )


1.
¿Es verdad que Prince aprendió a tocar la batería con un fajo de periódicos?


Nuestro veredicto: Parece completamente cierto, al menos eso es lo que dice el baterista John Blackwell Jr., quien en estos últimos años ha estado detrás de los parches en los últimos discos y giras del pequeño genio de Minneapolis. Es bien sabido que 'el ahora llamado Prince, pero hace un tiempo no, pero luego sí' aprendió a tocar piano, bajo, guitarra y batería antes de los 13 años y de manera autodidacta. Se dice que es capaz de sacar notas a 30 instrumentos, un número inalcanzable para cualquier ser humano a no ser que el matasuegras y el casiotone cuenten en esa lista. Por lo que contaba Blackwell, Prince no podía comprarse una batería completa (ni incompleta), así que su ingenio se puso a funcionar, apiló un montón de periódicos para simular la caja, los timbales y el bombo respectivamente. Seguramente si cualquiera de nosotros utilizáramos este sistema, lo más que conseguiríamos sería aporrear sin compasión unos cuantos ejemplares de El País, La Razón o El Mundo (a gusto de consumidor), pero Prince aprendió, aprendió lo suyo y lo de otros. Incluso John Blackwell confiesa que tiene problemas para reproducir fielmente algunos ritmos que hace Prince.

Porcentaje de certeza: muy alto. No es muy común entre los músicos decir que hay alguien mejor que uno mismo. Ahora bien, como para aprender la batería sólo es necesario unos cuantos periódicos (se recomiendan las ediciones dominicales y, especialmente, las hojas color salmón), lo mismo para tocar el bajo hay que probar con las cuerdas para tender y lo de la raqueta como sustituto pobre de la guitarra no parece tan peregrino. La imaginación al poder, amigos...


2. ¿Es cierto que Jimi Hendrix se declaró homosexual para librarse del ejército americano?

Nuestro veredicto: difuso, difuso. Es muy difícil asegurar con la mano en el pecho y la mirada fija en el cielo (a imagen y semejanza de nuestro bravos jugadores de la selección española de fútbol que caerán en cuartos como ocurre tradicionalmente) que Jimi se plantó ante los gerifaltes del ejército americano y les comentó que tenía fantasías sexuales con sus compañeros. La historia (no oficial) es la siguiente: durante un tiempo, la bestia parda zurda (Ford Farlaine dixit) estuvo enrolado con el Tío Sam, concretamente en la mítica 101ª División Aerotransportada, famosa por sus acciones en la II Guerra Mundial y que quedó inmortalizada en la serie de televisión 'Hermanos de Sangre'. Jimi debía estar harto de 'súbete al avioncito, tírate en paracaídas y vuelta a empezar'. La versión oficial siempre fue que se lesionó en el tobillo durante unas maniobras y abandonó el servicio activo, pero una biografía no autorizada ha destapado otra posible razón y no era otra que una posible reunión de Jimi con sus superiores en la que les informó de que se había enamorado de un compañero y, ahí no quedaba la cosa, que no dejaba de tener fantasías sexuales con él y de masturbarse. El ejército americano decidió sacarle del cuartel (donde había entrado para evitar la cárcel después de algunos robos de coches en su Seattle natal). El caso es que, en 1962 y de una u otra manera, Jimi abandonó el traje caqui y el mundo musical ganó un mito. Viva Honduras!

Porcentaje de certeza: este tipo de historias entra en la categoría de 'a saber'. Realmente a Jimi Hendrix nunca se le habían descubierto rumores sobre su homosexualidad, por otra parte muy habitual en muchas de las estrellas de rock de la época (no miramos a nadie... Mick Jagger), pero ya se sabe, nunca se puede decir "de este agua no beberé ni este cura no es mi padre".


3. ¿Tiene la culpa Paul McCartney de que los Ramones se llamen así?

Paul McCartney"¿Está el señor Ramone? Que se ponga"

Nuestro veredicto: Todo el mundo sabe que, en lo que rodea a los Beatles, la culpa siempre la tuvo Yoko Ono y, en su defecto, Sir Paul. Así que hay poco que comentar al respecto. Si nos ponemos tiquismiquis, diremos que la anécdota es cierta y no deja de ser un dato curioso. Los hechos son lo siguientes: Paul solía registrarse en los hoteles como Paul Ramone, primero como broma y, cuando la 'Beatlemania' provocaba la locura, como una forma de ocultase de los fans a la hora de de reservar una habitación. Dee Dee Ramone (gran seguidor de los de Liverpool) sugirió el apellido como nombre (si este galimatías no te da dolor de cabeza te damos la enhorabuena) del grupo fundacional del punk. El caso es que el nombre tiene gancho (no hubiera sido lo mismo Paul Pérez, ¿Los Pérez? Parece el título de una teleserie española) y fue un acierto.

Porcentaje de Certeza: es historia pura y dura. Es como cuando te preguntaban en clase qué pueblo había sido pionero en cualquier cosa: la respuesta era siempre 'los fenicios' y en su defecto los griegos (esta va por ti, Luisín). Tú sabías que tu respuesta era correcta un 99% de las veces, así que fíate en esto de Garajeland.

Ramones SimpsonEsto para los que pensaban que no podíamos colar una referencia a los Simpson en cada entrada


Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verleín
Leer toda la historia y tal…

viernes, 18 de abril de 2008

El secreto está a buen recaudo



Built To Spill - Keep It Like A Secret (1999)


Es bien sabido que el mundo musical se ha nutrido de personajes extravagantes y de gente a la que un abusón se le comía el bocadillo del recreo. Sobre todo, esto lo saben bien en Estados Unidos, pregúntenle sino a Black Francis (el gordito de la clase que después se convertiría en líder Pixie) o a cualquiera que toque en Arcade Fire. Efectivamente estos raros elementos capaces de ver entero el programa de Saber Vivir, son capaces de convertirse a la larga en genios musicales, o a veces pueden incluso empeorar, ahí están los extraordinarios casos de Cañita Brava, El Arlequín o Pereza. Pues si cada humanoide ha conocido a alguien así, en la ciudad de Boise, pequeña capital del estado de Idaho deberían estar orgullos de Doug Martsch, el lider de los Built to Spill, que lejos de convertirse en dibujante de los extintos fruitis decidió montar una banda musical en 1992. La idea inicial de Martsch siempre fue la de rotar cual Vicente del Bosque a los músicos que grabarían con él y casi lo ha ido cumpliendo en cada disco.


Doug Martsch es el más normal de los cuatro, el de barba y gorrito.


Prototípicamente conocida por estar en el diccionario como definición de banda indie, sus dos primeros álbumes, “Ultimate Alternative Wavers” y “There´s Nothing Wrong With Love”, se gestaron en los sellos C/Z y Up, cuando el grupo ya estaba pensando en ser ministros de igualdad por el escaso éxito inicial, se convierten en un fichaje de los Warner Brothers a tenor de su actuación en el Lollapalooza de 1995 , y no sólo alegró a sus familiares este contrato, sino que además consiguieron con acierto que el control creativo de toda su música recayera en el bueno de Doug. Su debut en Warner lo harían con un disco estupendo, “Perfect From Now On”, de gran éxito de crítica aunque menos accesible para iniciarse con esta banda que su siguiente trabajo, “Keep It Like A Secret”.


Posad como si fuerais Alejandro Agag que tenéis contrato con Warner

Es posible que el título del disco de una pista del carácter minoritario de su música, pero escuchando la gran mayoría de sus canciones es difícil pensar que ningún colectivo modernillo lo venere cual jersey de rayas de los Franz Ferdinand. El disco se inicia con “The Plan”, una canción estructurada en las ácidas y potentes guitarras y el gancho vocal de la voz de Martsch y su timbre a lo Neil Young. Si el comienzo no te convence espera a escuchar “Carry the Zero”, no valen excusas, su ritmo se te pegará desde la primera escucha. El disco mantiene toda la dulzura y la melodía pop con bases guitarreras en cortes como “Center Of The Universe”, ”Sidewalk” o ”Bad Light”. Otros cortes más divertidos y experimentales como “Time Trap” o “Temporarily Blind” permiten comprobar que gastaron bien la pasta de los de Warner en la producción y sin dejar a un lado el sonido rasposo, algo así como lo que ya hicieron los Pavement algunos años antes en “Crooked Rain, Crooked Rain”.



Si después de escuchar el disco uno piensa que Martsch no es capaz de salir del tono etiquetado casi-para-todo de Indie-Rock-Alternativo o eres de los que descatalogan cosas con comentarios del tipo “suena Indie pero no es para nada hiperbólico y onomatopéyicamente ecléctico” consigue su último disco, "You In Reverse", y comprobarás que el talento para componer de Doug Martsch es aún más largo que la frase anterior.

Tocando Carry the Zero en plena calle, dirán que no es para dejarle, por ejemplo, un descuento en recambio de amortiguadores

Leer toda la historia y tal…

domingo, 6 de abril de 2008

Blues con estilo propio




Taj Mahal - Taj Mahal (1967)


Taj Mahal (Henry St. Clair Fredericks, 17 de mayo de 1942), ha sido y será una 'rara avis' en el mundo musical. Si hay algunas pautas comunes en los grandes bluesmen de los 60: llevar bastante tiempo dedicados a la música, pasados tristes y llenos de sufrimiento, haber electrificado los blues rurales o ser los ídolos de los grupos de la 'invasión inglesa', Taj era poco o nada fiel a estas características. Representa el triunfo de la heterodoxia: vivió una infancia más o menos feliz -hijo de un pianista de jazz y una maestra con gusto por el gospel- se trasladó a Springfield (Masachussets, Nota, juro que no es una mención a los Simpson) donde se concentraba en trapichear con los cromos de pokemon, aunque este dato no está muy contrastado. Como el niño mostraba actitudes, papá Mahal comenzó a enseñarle a tocar el piano, parece ser que cogió carrerilla, porque después del piano vino la armónica, el trombón, el clarinete, la guitarra... así hasta 20 instrumentos (en los que claramente se incluirían la zanfoina y la botalla de anís del mono, porque tantos instrumentos no puede haber). Las enseñanzas musicales de Taj, junto con la cantidad de música que llegaba a su casa (Springfield recibía inmigrantes de todos los lugares: Caribe, Europa, África) conformaron la visión musical de nuestro protagonista. Ese conglomerado de influciencias terminaron de salir a la luz en la Universidad de Massachusetts, donde Taj Mahal se ganó su mote gracias a su 1.95 de estatura y una reputación de inquieto: entre 1960 y 1964 llegó a tocar o compartir escenario con Howlin' Wolf, Muddy Waters, Junior Wells, Buddy Guy, Otis Redding o The Temptations. Todos de segunda, vamos. Tras eso, a los 26 años se dijo a sí mismo: "vamos a grabar unas coplas para tener algo que contar a los nietos" y de ahí llegamos a este disco:



Este es el resultado que te da Google cuando pones "bluesman negro que sacó un disco en 1967 y llevaba sombrero"... malditos buscadores

8 canciones, menos de 34 minutos y todo una lección acelerada de blues. 'Leaving truck' es la primera canción, y ya de por sí, una seña de identidad. Está por descubrir una canción de blues que te haga sentir mejor en mal día: te da fuerzas para enfrentarte incluso a un trámite burocrático en cualquier oficina de la Seguridad Social: "Tiene usted el formulario tal y cual". Por supuesto, no lo tienes, tendrás que volver otro día, pero lo harás como un señor porque te has levantado escuchando esta canción. Para crear un sonido tan compacto, Taj contaba con un grupo extraordinario, entre ellos Jesse Ed Davis - cuya guitarra se puede oír en discos de John Lennon o John Lee Hooker, versatil que es este señor- o Ry Cooder, excelso guitarrista, uno de los mejores 'slides' al oeste del pecos y que ahora es más conocido por su labor en el Buenavista Social Club (aunque, excepto con el Consorcio, ha participado en las más variopinta colección de discos, por ejemplo en el Let it Bleed de los Stones). Ellos y la voz de Taj como base rítmica adicional (en el disco, el ritmo lo marca Taj, que para eso aparece su nombre en la portada) configuran la tónica de todas las canciones: son viejos blues, pero suenan a nuevos; así 'Staesboro Blues' es desgarrada y precisa, con una puñalada al corazón, mientras que 'Checkin' up on my baby' (un viejo blues de Robert Johnson) mezcla pianos de boogie-boogie sobre una base de guitarra lo que hace revivir una canción compuesta en 1926. En 'Everybody's Got to Change Sometime', la voz de Taj cambia, mostrando otra textura, más cálida y lánguida que contrasta con el incendio que provocan los solos de armónica. 'Ez Rider' se acerca al pop y al soul con un riff de guitarra que anticipa el 'Get Back' de Los Beatles, 'Diving Duck Blues' se nutre otra vez del viejo blues añadiendo un pulso rockero; en cierta medida Taj marcó el camino para Cream, con la diferencia de que él utilizaba sombrero vaquero y llevaba un peinado de alguien en el que puedes confiar y a Clapton (por aquel entonces) le iba más la psicodelia y calzaba un pelazo afro que ni Rob Tyner, cantante de MC5. El disco termina con una maravilla de más de 8 minutos, 'The Celebrated Walkin' Blues', donde el peso de la canción recae en la voz de Taj, que canta y aporta color con su armónica sobre una etérea mandolina de Ry Cooder.



Esto es otra cosa...


El debut de Taj Mahal tiene la extraña virtud de ser iconoclasta, rompedor y revolucionario, pero al mismo tiempo (en una paradoja más extraña que el acento de Eduard Punset), es tradicionalista, respetuoso y doblemente revolucionario. Taj Consiguió lo que todos los grupos sueñan en su primer disco: tomar todas sus influencias, hacerlas suyas y crear nuevas versiones dejando su impronta; dejó de ser un seguidor de la vieja escuela, para construir la suya propia. En 1967, las críticas sobre la 'fusión que asomaba en sus disco fueron duras, a Taj no le importó porque se convirtió en la referencia, el espejo en quien mirarse si a uno le daba por armarse con la guitarra, una armónica y mucha actitud y cantarse un I can't be satisfied en pleno metro ante la atenta mirada de dos señores (uno bajito), un guiri que busca la estación de la "sibeles" y el guardia de seguridad, que te sacará de allí en cuanto termines. Eso nunca le paso a Taj Mahal, pero él es grande. Enorme.

Vuestro amigo en el tiempo, Tomás Verleín

Leer toda la historia y tal…

miércoles, 2 de abril de 2008

Los McDonald golpean primero

Redd Kross - Neurotica (1987)

La gente que nos agolpábamos cerca del escenario en uno de sus últimos conciertos no parábamos de oír “los Redd Kross nunca fallan”, pues no es que sean Jordan en el 96, pero en más de veinte años de carrera pocos tiros se les han ido fuera a los de la cruz roja. En garajeland teníamos abierta una guerra para ver que disco comentábamos antes, definitivamente apostamos por “Neurotica”.


Publicado en 1987 y tras participar años atrás en la banda sonora de “Desperate Teenage Lovedolls” el disco ofrece una muestra del talento compositivo de los eruditos hermanos McDonald, Jeff y Steve, nacidos en el barrio angelino de Hawthorne, el mismo que vio crecer a los Beach Boys. A las dos cabezas pensantes se les uniría para la ocasión el guitarrista Robert Hecker, de virtuosos dedos y melenudo por aquellos años (ahora co-protagoniza anuncios de cuchillas de afeitar); después de la grabación de “Third Eye”, el bueno de Hecker dejó la banda tras pronunciar una frase cáustica, al terminar un concierto dijo llorando “tengo que ser New Wave”, esto hizo que los McDonald pensaran que Roberto es de esa clase de gente que puede escuchar un disco de Juan Pardo al derecho y al revés, como para no dejarle ir. Completando el grupo se sumaría el batería Roy McDonald, sin parentesco ninguno pero que permitió al grupo obtener descuentos en el Happy Meal.



No estéis tristes que luego os hacemos la foto con los muñecos de colores


Después de una pausa de tres años sin grabaciones se meten al estudio al amparo del sello Big Time e inspirados por los cereales del desayuno y los dibujos animados de los sábados por la mañana, el resultado: una colección de canciones de melodías pop mezcladas con hard-rock que inspirarían y abrirían camino a bandas de más éxito como los Pixies o las grungeras Nirvana y Mudhoney.


El disco se abre con la estupenda pieza homónima “Neurotica” de inspiración Beatle, y sigue con piezas magistrales como el hit “Peach Kelly Pop”; la declaración de intenciones de los Redd Kross “Play my Song” y su sarcástico final de estribillo "No metal sluts or punk rock ruts for me, oh noooooooo"; “McKenzie”, “What They Say” o el ritmo pegadizo de “Love Is You”, compuesta y cantada por Hecker; así hasta completar las doce canciones del disco sin síntomas de flaqueza.

Ni del Barça ni del Madrid, Jeff portando una camiseta de los Teenage Fanclub

¿En lo que a ventas se refiere? Que más da, siempre se han movido como nadie entre el culto, sus numerosos trabajos paralelos y el aprecio que tienen entre un buen número de bandas e incondicionales como Thurston Moore de los Sonic Youth o el cincuenta porciento de los Posies, Jon Auer, que remezcló algunas canciones de este disco dotándolas de una capa de pintura de Seattle. Da igual que vendan menos politonos y gilitonos que cualquiera que cante sobre una camisa negra, escuchar “Frosted Flake” o “Janus, Jeanie, and George Harrison” no tiene precio. Un grupo de los grandes.



Para más información sobre los Redd Kross, no duden en visitar la página de Johnny Lebrel y su equipo de patilludos, ya sentaron cátedra hace tiempo en lo referente a la banda californiana.

Leer toda la historia y tal…